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8 de febrero de 2019, 4:00 AM
8 de febrero de 2019, 4:00 AM

La segunda condena por corrupción dictada contra Luiz Inácio Lula da Silva agrega otra mancha a la imagen del expresidente y afecta también a una izquierda brasileña acorralada desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro llegara al poder.

Lula, en prisión desde abril para cumplir una primera pena de 12 años, recibió este miércoles una segunda condena, también de 12 años, por su implicación en otro asunto asociado a las graves corruptelas detectadas en la estatal Petrobras.

Si como ocurrió con la primera, esta nueva pena se confirma en la segunda instancia, las condenas contra el exmandatario, de 73 años, acumularán ya casi un cuarto de siglo y aún faltan por ser juzgadas otras seis causas en las que también responde por corrupción.

Pese a su cada vez más complicada situación judicial, el Partido de los Trabajadores (PT), el más influyente en el arco progresista brasileño, insiste en reivindicar a Lula como su máximo líder y se aferra a su figura para enfrentar la ola ultraconservadora que ha desatado en el país el Gobierno de Bolsonaro.

El ocaso de Lula repercutió en todo el campo progresista, que en las elecciones de octubre redujo sensiblemente su presencia en el Parlamento, limitada hoy a 140 de los 513 diputados y 20 de los 81 senadores, frente a una aplastante mayoría de parlamentarios de centro y derecha.

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