El contundente triunfo de Jair Bolsonaro termina de impulsar el cambio del péndulo ideológico en la región. La disputa por el liderazgo de este nuevo bloque se definirá a partir de enero cuando Bolsonaro asuma el poder en el gigante brasileño

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11 de noviembre de 2018, 4:00 AM
11 de noviembre de 2018, 4:00 AM

El contundente triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil terminó de impulsar los bríos de la nueva derecha en América Latina frente a una izquierda en declive en sus principales escenarios.

Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Paraguay y Honduras, con sus matices, dieron el giro hacia gestiones gubernamentales más conservadoras en el plano político y más liberales en economía.

En ese contexto, Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera ya se disputan el liderazgo y la paternidad de este proceso que apunta a volver a reducir el peso del Estado, establecer fuertes ajustes financieros, priorizar las políticas de mercado y establecer una agenda conservadora en materia de derechos individuales.

Mauricio Macri, por el peso que tiene Argentina, también es un candidato, pero está debilitado por las dificultades internas que enfrenta su plan de ajuste económico, aunque los analistas no lo descartan para esa pugna.

Tras el triunfo de Bolsonaro, Piñera arremetió contra Evo Morales y Nicolás Maduro al acusarlos de aferrarse al poder contra la voluntad de sus pueblos y dobló la apuesta para establecer un corredor bioceánico entre Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, dejando de lado la propuesta boliviana de salida a través de puertos peruanos.

La ‘derecha light’

El politólogo boliviano Franz Flores consideró que Piñera lleva las de ganar debido a que, tanto él como Mauricio Macri, son parte de una derecha moderada mucho más potable que la que presenta Bolsonaro.

“Claramente Piñera tiene un liderazgo en la derecha latinoamericana que se pudiera disputar con Macri, porque es una corriente con una mayor capacidad de llegada con los países europeos y con Estados Unidos. Bolsonaro todavía es una gran incógnita”, remarcó Flores.

Flores añadió que tanto Piñera como Macri son parte de una ‘derecha light’ que transita entre el Estado y el mercado como actores del desarrollo. Estos no están trabajando en el eje conservadurismo-liberalismo, como sí lo plantea Bolsonaro en Brasil”.

“Bolsonaro no podría disputar ese lugar porque, incluso para la derecha europea, sus propuestas son exageradamente radicales. Solo si él pudiera ir atenuando sus posiciones quizás tendría alguna chance, pero hasta ahora solo Piñera y Macri tienen ese perfil”, indicó.

“El liderazgo regional de un presidente se mide por su capacidad de interlocución con otros mandatarios. En este sentido, Piñera y Macri tienen más llegada hacia sectores más amplios de derecha e incluso de izquierda, que Bolsonaro”.

Por eso, “las posturas machistas, xenófobas y homófobas del brasileño complican esa interlocución con la región y con todo lo que se está avanzando en derechos humanos en el mundo”, alertó.

“Para superar ese aislamiento en el que puede caer por sus posturas radicales, se puede anticipar que Bolsonaro suavizará sus posiciones, sin duda”.

Dos liderazgos, un escenario

Para el internacionalista Francisco Xavier Solares, “el retorno de la corriente derechista en la región ha puesto en escena el liderazgo de dos presidentes democráticos cuyas políticas son y serán de recuperación económica, seguridad interna y de proyección geopolítica en la región”.

Para Solares, “todo proceso político debe tener siempre un líder, en este caso un mandatario que comande un orden de reestructuración y de equilibrio de poder como lo fue contrariamente el extinto Hugo Chávez”.

En este caso, Jair Bolsonaro, de Brasil, y Sebastián Piñera, de Chile, podrían competir y disputar desde un ámbito de cooperación estratégica esta corriente; pero antes, se debe tomar en cuenta aspectos relevantes de las capacidades de poder de cada uno, dice Solares.

Brasil sigue siendo –a pesar de su recesión– la primera economía de la región, con el mayor número de efectivos en sus fuerzas armadas y con un presidente electo que goza de una alta popularidad mediática a nivel regional. Chile, en cambio, precisa reimpulsar su economía y obtener más socios estratégicos en materia económica.

Según Solares, “en un mundo donde la política se ha vuelto mediática y la posición y agresividad discursiva marcan sicológicamente a la población podría suponerse que Jair Bolsonaro tendría que encabezar la corriente de derecha en la región”.

La reunión del G-20, del 30 de noviembre al 1 de diciembre, “será una oportunidad interesante para ver si Brasil o Chile logran afianzar alianzas y adhesiones que maximicen su poder e influencia en la búsqueda de ese liderazgo geopolítico por los próximos años”.

La amenaza Bolsonaro

El politólogo Cristóbal Bellolio, de la Universidad Adolfo Ibáñez, de Chile, plantea que “el objetivo de Sebastián Piñera es fortalecer la posición de Chile como líder de la democracia liberal en la región. Pero que este liderazgo lo represente Bolsonaro, es un problema para Piñera, que es mucho más moderado”.

Por su parte, Patricio Navia, politólogo y profesor de la Universidad de Nueva York, sugiere que “los planes iniciales de Piñera eran de trabajar junto a Pedro Pablo Kuczynski y Mauricio Macri en un frente común del sur a favor del mercado, son inviables debido a la salida del primero y la debilidad del segundo, por lo tanto necesita nuevos aliados. Bolsonaro podría ser uno, pero esa relación genera bastante incertidumbre”.

Navia cree que Sebastián Piñera, por ser un moderado, tiene dos opciones ineludibles frente a los cambios políticos e ideológicos que enfrenta la región.

La primera es ser una especie de “mentor de Bolsonaro” y que lo modere con respecto a lo civil mientras se suma a su lucha anticorrupción, lo cual le granjearía a Chile, y a Piñera mismo, la cualidad de líder que es capaz de suavizar a alguien que se espera sea extremo en sus posturas y, por lo tanto, habrá conseguido mantener cierta paz en la región.

La segunda opción es que se distancie de Bolsonaro porque inevitablemente este se convertirá en un Rodrigo Duterte (el ultraderechista presidente de Filipinas) sudamericano y una amistad con él debilitaría su supuesto liderazgo.

De esta forma, frente al declive de la izquierda en la región, los países que han optado por partidos más conservadores harán pesar sus liderazgos en función de su capacidad de interlocución y por el peso específico que tenga su país en el escenario internacional.

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