‘Tere’ fue madre antes de cumplir 15 años. Su expareja vive en los canales y la calle a ella siempre la acogió. Ahora tiene una segunda oportunidad de estudiar una carrera

El Deber logo
30 de enero de 2019, 4:00 AM
30 de enero de 2019, 4:00 AM

‘Tere’ no tenía idea de dónde estaba la universidad Evangélica, pero las ansias y la curiosidad la empujaron a ir de una vez, a conocer el lugar en donde le dijeron que iba a poder estudiar Enfermería. Cuando llegó y vio las instalaciones (nunca había pisado una universidad, menos una que fuera privada) no lo podía creer. Hasta ahora, a sus 24 años, la única universidad en la que había estado era en la de las calles y no estaba acostumbrada a que alguien le regalara una oportunidad (menos sin pedir nada a cambio).

Tenía siete años cuando ayudaba a su madre a vender periódicos, la calle era entonces su segundo hogar. Después, su padre abandonó a la madre y a las tres hijas, entonces Tere, fue la que más sintió la ausencia paterna. Se huyó de su casa con un muchacho y antes de apagar las 15 velas de su torta ya tenía una hija en brazos.

El joven con el que se juntó vivía en la calle, hasta donde lo arrastraba de tanto en tanto el vicio por la cocaína. Él tenía casa, una madre que lo mantenía y lo cuidaba y que les dio cobijo a ambos, pero el vicio tenía más poder que todo junto y lo llamaba más fuerte que el llanto de su hija o de su madre. En sus ratos de lucidez le decía a Tere que no quería verla caer en el vicio como él, pero cuando estaba perdido y fuera de los límites de la conciencia pegarle era su deporte favorito.

 ¿Tus compañeros en la universidad saben que antes fuiste una niña y una adolescente en situación de calle?

No. Cuando estaba en el Cema algunos sabían y me decían ¿qué hacés en la calle?, búscate trabajo y me daba vergüenza, aunque sabía que no me debía dar porque estaba trabajando, vendiendo dulces, pero el qué dirán afecta y mucho.

Me acuerdo también que cuando vendía en el segundo anillo y Beni nos sentábamos en una sombra a descansar y la gente que pasaba desde la ventana del micro se me quedaba mirando como diciendo mirá esa gente o mirá esa floja y no se pone a pensar en la situación que lo llevó a uno ahí.

Esas miradas duelen más que todo. Por eso mis amigos no sabían que trabajaba en la calle (y tal vez por eso ahora tampoco se lo quiera decir a sus compañeros de aula).

¿Qué pasó en tu vida para que te animés a dejar de una vez la calle?

En la calle aprendí el vicio del alcohol, pero por mi hija dejé todo eso. Gracias a Dios cambié mi vida desde que decidí, por ella, salir aunque sea bachiller, eso fue hace unos cuatro años. Me entré a un Cema por mi casa.

Antes de eso me metí con una persona en situación de calle, en mi mente pensaba que iba a cambiar, él me maltrataba y yo sabía que eso estaba mal, pero como mi padre nos abandonó yo decía “voy a seguir con él porque no quiero que mi hija crezca sin su papá como yo”. Eso me metí a la cabeza, pero mi hija veía el maltrato. Así estuve dos años hasta que reaccioné.

¿Qué trajo la calle a tu vida?

En la calle todos son viciosos, ya sea por alcohol, droga o clefa. Todos tienen una adicción que tratar. Yo conocí a una chica, le decían Shirley, ella fue la única que me ofreció clefa, me decía “así te vas a olvidar de tu marido”, pero yo me puse a pensar, la miré y me dije me voy a hacer como ella, la rechacé y me enojé porque no me quería hacer un bien, me quería ver en su misma situación.

Lo más común es que en la calle te ofrezcan pila (pastillas) o que aparezcan hombres que te dan plata para irte con ellos en su auto. Yo solo me dedicaba a vender chicles y chocolates bajo el sol, la lluvia y el viento. Llegaba a las 7:00 y empezaba a ofrecer, había días que se vendía y otros que no. Si no vendía me quedaba hasta las 21:00. Y cuando mi hija era de pecho la llevaba conmigo todo el tiempo hasta que una vez apareció la Defensoría (de la Niñez) y me subió a su camioneta. Pero yo no me desprendí de la niña ni por un momento, no me la dejé quitar. Después nos soltaron, pero me hicieron firmar un compromiso de que no la iba a llevar a la calle conmigo. Entonces igual iba pero siempre en alerta por si aparecían para irnos corriendo.

Vos que lo has vivido ¿qué dirías que necesitan más las personas en situación de calle?

Un lugar donde estar bien y tengan actividades, donde estén entretenidos haciendo lo que les guste. Así se los podría ayudar, dándoles comprensión, hablándoles, dándoles cariño sin juzgarlos y señalarlos con el dedo porque eso es peor.

¿Qué vas a hacer ahora con una beca completa para estudiar lo que siempre quisiste?

Estoy feliz, le voy a echar ganas, me voy a quemar las pestañas estudiando para no defraudar a los que me ayudaron. No todos tienen un benefactor o una segunda oportunidad como yo. Gracias a Gladys (Echenique, de Calentando Corazones) y a EL DEBER por esta oportunidad.

Tags