Y lo bueno se promueve. Varias instituciones invitaron a diez influyentes estadounidenses de la cultura vitivinícola para que conozcan los viñedos, los aromas, las notas de los vinos, el calor humano y las casonas históricas de la tierra más chura del país

El Deber logo
23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

La chura tierra chapaca despierta sentimientos, emociones y antojos. Al calor de un buen vino y con el acompañamiento de una cueca chaqueña, el tiempo se detiene y permite disfrutar aromas y sabores.

El vino de altura atrae y enamora. Bien lo saben los habitantes. Y así se promociona Tarija, como un destino turístico cautivante.

Fernando Trigo, secretario de Turismo y Cultura del Gobierno Municipal de Tarija, destaca la labor conjunta que realizan con el sector gastronómico y vitivinícola para mostrar las bondades de la región en el exterior. La conocida ruta del vino se transforma en una experiencia que despierta los sentidos e impulsa el enoturismo como atractivo internacional.

La campiña chapaca reafirmó la hospitalidad cordial de sus habitantes para recibir la visita de 10 influyentes estadounidenses, especializados en diversas áreas, como gastronomía, fotografía, viajes y moda. Durante su estancia, los invitados descubrieron la riqueza culinaria de la región, mezclada con la cuidadosa cosecha de los viñedos chapacos. Por iniciativa de un grupo de artesanos agrupados en Tarija -Aromas y Sabores- conocieron la diversidad productiva con calidad de exportación.

Casonas tradicionales e históricas compartieron protagonismo con las afamadas bodegas de singani y vino. La mesa se completaba con la infinidad de sabores autóctonos que la rica huerta tarijeña ofrece. Frutas, verduras, quesos y carnes se sumaron al festín de sensaciones que degustaron los visitantes.

La iniciativa surgió de la alianza entre la Cámara Boliviano Americana de Comercio (BACC) y la compañía Avianca, interesadas en promocionar los destinos de La Paz y Santa Cruz entre sus clientes. Iván Rebolledo, presidente del directorio de la BACC, apuntó a los influyentes por su capacidad de narrar las experiencias de viajero a partir de las emociones vividas, un giro creativo a los tradicionales reportes sobre los destinos turísticos.

La Alcaldía de Tarija se sumó a esta iniciativa y considera que la labor de los influyentes permite abrirse una ventana al mundo. El agregado comercial de la embajada de Bolivia en Estados Unidos, Pablo Canedo, valora de manera muy exitosa la iniciativa. De acuerdo con mediciones realizadas, durante los 10 días siguientes de la visita a Bolivia, se contabilizan más de 20 millones de interacciones y réplicas a los mensajes promovidos por los invitados. Además, se han concretado algunas oportunidades de negocio con la exportación de vinos y singanis a Estados Unidos.

Los destinos enoturísticos que alberga la capital del Guadalquivir conducen a los visitantes por su identidad histórica, albergada en casonas históricas como la del Marqués de Tojo o la del Molino. En su arquitectura y ornamentación se descubre la esencia de la cultura y el arte chapaco. Pocos pasos sirven de transición para alcanzar la modernidad reflejada en el mercado central, un modelo que prioriza la limpieza y el orden funcional. Ahí, el color proviene de la gran variedad de frutas y verduras, tesoro del campo tarijeño. La visita obliga a buscar la ajipa, un tubérculo propio de la región que cuenta con un significado particular para la cultura chapaca, y a degustar las chirreadas, panqueques de maíz cocinados en piedra laja.

Las bodegas forman parte del atractivo turístico. Los viñedos inundan el valle con un paisaje tentador. Basta con acercarse a las bodegas para embriagarse con el aroma de sus fermentados. La lista de bodegas suma infinidad de premios y reconocimientos internacionales logrados por Kohlberg, Aranjuez, La Concepción, Casa Real o Kulhmnan. Da igual que sean singanis o vinos, el prestigio precede a estos viñedos que son carta de presentación a escala internacional.

Un concepto nuevo de bodega boutique se impone como atractivo para los invitados. La Barbacana o El Cruce del Zorro ofrecen una cuidadosa experiencia de cata de vino, pensada en el turista. Un brindis que reposará en la memoria.

Para Tom Deposato, la iniciativa resulta interesante para mostrar al mundo las bondades que ofrece el municipio tarijeño. Deposato, estadounidense que reside en Bolivia, promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte, sobre todo cuando salimos de la ciudad “y disfrutamos de la campiña tarijeña”. Junto con el movimiento Masa Crítica ha acondicionado rutas y ciclovías para el paseo familiar. Destaca el tramo entre la cima del Gallinazo y el lago San Jacinto, 13 kilómetros con pavimento reconstruido y murales pintados sobre el recorrido hasta el lago.

Entre las rutas cercanas aparece Turumayo, un tranquilo municipio que produce los jamones Ulloa. Una parada necesaria para quien gusta del buen comer y beber. En la mesa, junto al jamón tarijeño, la gastronomía enciende las pasiones para conquistar al más exquisito paladar. No pueden faltar los quesos, los fiambres y hasta el cangrejo de río; un mantel a la altura de los mejores bistrós.

Todo llega a su fin, y el más entendido en vinos y mesas necesita una pausa para descansar y reponer fuerzas. Aires de Campo cuenta con un cuidado escenario hotelero, en sintonía con la tradición y cultura tarijeña. Un lago transmite la calma y templa el ambiente mientras se disfruta en las terrazas de las rústicas cabañas. Una noche perfecta para sentir que el destino Tarija deja profunda huella.

Testimonios

Katalina Mayorga, fundadora de El Camino Travel, dice que Bolivia mezcla lo moderno con lo tradicional. “En cada ciudad encontrás gente innovadora, emprendedora que hace cosas increíbles. He quedado sorprendida porque mucha gente ‘piensa fuera de la caja’ y se atreve a proponer. En dos o tres años, Bolivia será un lugar de destino para el turismo cultural y gastronómico, será un ejemplo de la otra cara de América Latina, más creativa y atractiva”, opina.

Nicholas Kosevich, especialista en preparación de licores, fundador de Bittercube, pisa la chura tierra por primera vez. “Quería conocer Tarija porque desde hace tres años trabajamos con Singani Rugero y otros vinos de Bolivia. Uno aprende sobre una cultura a través de la comida y la bebida, y desde el día en que aterrizamos en La Paz, todas las experiencias que tuvimos nos trajeron a Tarija. Uno visita Ali Pacha, Gustu o Manq’a y se encuentra con los mejores restaurantes de Bolivia, que también están al nivel de los mejores del mundo. Y todos ellos ofrecen productos, vinos y la cultura de Tarija”. Para él, fue increíble estar aquí durante diez días, conociendo la cultura de Tarija y descubriendo los sabores que salen de sus entrañas. Dice que debe reconocerse a Tarija como la ciudad de las sonrisas.

Fernanda García, corresponsal de Hola TV y On Cine por Direct TV para América Latina, quedó encantada. “Disfruté venir, ver cómo rescatan los valores y creencias y las transmiten de generación en generación. El atardecer en Uyuni es una estampa única que todos deberíamos ver al menos una vez en la vida. Y de Tarija, los vinos y las bodegas son su identidad, pero, ante todo, la calidez de la gente que se preocupa por apoyar al otro”.

Dice que el paisaje, la gastronomía y el arte hacen de Tarija un lugar imperdible. “En general, toda Bolivia tiene una riqueza singular y única”, agrega.

Gilya Long, importadora de vinos en Estados Unidos, importó vinos desde Tarija hasta 15 estados diferentes de su país. “Los vinos representan una ventana para el turismo, un atractivo para el país. Sorprende que Bolivia cuente con vinos de tanta calidad como los que se consiguen en la Toscana u otras partes reconocidas del mundo. Promover esta producción supone atraer las miradas del turismo y del comercio”, afirma.

Bélgica Suárez, diseñadora de modas y modelo, valoró la calidad humana y el valor cultural.

2. Los viñedos. El paisaje natural es colirio para los ojos, y con una temperatura acogedora.
4. Total relax. El hotel Aires de Campo es una refrescante pausa en la chura tierra.
5. Un bonito grupo. Los anfitriones e invitados posaron para congelar en el recuerdo la grata estadía.