Hay prendas de vestir tecnológicas que sirven a fines de salud, deportes y la vida práctica. Lo malo es que siguen siendo caras

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6 de abril de 2018, 4:00 AM
6 de abril de 2018, 4:00 AM

La revolución tecnológica ha llegado al mundo de la moda. La tecnología wearable (para llevar puesta) ha entrado con fuerza en el mercado, pero el sector de la ropa inteligente, según los expertos, apenas acaba de despegar. 

Estas prendas, que han incursionado en el sector deportivo, laboral y de salud, son difíciles de encontrar en el ámbito textil a gran escala. Pero ya hay algunas grandes marcas que apuestan por ellas. Por ejemplo, Levi’s y Google han lanzado una chaqueta con botones y sensores que controlan el celular. Con ella puesta el usuario puede cambiar el volumen del reproductor, coger llamadas o recibir impulsos desde Google Maps, algo útil cuando se camina o se necesita orientarse.

Los obstáculos
El principal obstáculo a la hora de adquirir ropa inteligente es el precio: la chaqueta de Google cuesta 286 euros. “Por el momento este tipo de ropa es un lujo”, explica Anastasia Pistofidou, fundadora del laboratorio de textiles y materiales en Fab Lab Barcelona. Esto se debe a que las prendas están fabricadas con materiales conductivos, que “son muy caros”, y de momento “tienen un ciclo de 100 lavados”.

Para Federico Sainz, fundador de Sepiia, una de las barreras para que la ropa inteligente triunfe es que “hay una falta de formación del mundo de la moda hacia la tecnología”. Su empresa, que nació en febrero de 2016, fabrica camisas para hombres que son antimanchas, antiolores y antiarrugas. Con menos de dos años de vida, ya vende 400 camisas al mes a un precio de 84 euros cada una a través de su tienda online. “La prenda es muy útil para la gente que viaja mucho, le gusta el deporte y, por ejemplo, va al trabajo en bici”, sostiene.

Otra de las limitaciones en el caso de algunas prendas es la duración de la batería. David Requena es fundador de Wendu, una empresa que fabrica camisetas capaces de regular la temperatura entre 20 y 40 grados con el smartphone. La batería del dispositivo a pleno rendimiento tiene una duración de entre tres y cuatro horas. Requena reconoce que en un futuro les gustaría prolongar este tiempo a ocho horas: una jornada laboral. 

Mientras tanto, en el sector de la salud hay desde prendas que tratan de detectar convulsiones epilépticas a sujetadores que intentan detectar un tumor maligno en el pecho. 

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