Europa al alcance del bolsillo. Es uno de los destinos más económicos para quienes sueñan con llegar al Viejo Mundo. Es la tierra prometida de los castillos medievales, de los parajes verdes, de las cuevas con aguas subterráneas y, como si fuera poca cosa, del elíxir cervecero en una gran variedad

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21 de julio de 2019, 4:00 AM
21 de julio de 2019, 4:00 AM

Algunos miran películas para transportarse a la Edad Media. Otros compran un pasaje y se van hasta la República Checa para verlos ‘face to face’.

En los últimos años, después de la caída del bloque socialista en 1989 y de la división de lo que fuera Checoslovaquia en 1993, este país se abrió al mundo y atrapó la mirada de los turistas, no solo por la belleza de sus ciudades y de su arquitectura, sino también por la accesibilidad de sus precios.

Junto con Polonia y Hungría, la República Checa figura en varias listas de destinos económicos dentro del continente europeo, se pueden encontrar desde 20 dólares (según TripAdvisor) y también existe la opción Couchsurfing, utilizada por casi diez millones de mochileros de todo el mundo para pernoctar gratis, y, especialmente en Praga, desde hace unos años, más de 30.000 checos ofrecen al menos una cama a los arriesgados viajeros.

Pequeño detalle, desde Bolivia, el pasaje es quizás el mayor gasto que tenga que afrontar el viajero. Varias aplicaciones como Jetcost sugieren tickets desde $us 1.200. La ventaja es que unas vacaciones menos traumáticas para el bolsillo pueden lograrse con las ofertas de las agencias de viajes que dan la posibilidad de pagar el vuelo con crédito directo hasta en ocho cuotas que deben estar finiquitadas un mes antes de partir (al menos hasta Madrid); los bancos también dan la opción de descontar el pasaje de la tarjeta de crédito en ocho o 12 cuotas, etc. Cuando hay ganas, las excusas sobran.

Un tour de la cerveza, de tres horas y con cuatro ‘chelas’ bien frías, puede encontrarse por 14 euros.

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En primerísima instancia y por sentido común, la capital de la República Checa es una parada ineludible, además de punto de entrada al país. Praga es considerada una de las ciudades más bellas del Viejo Mundo por su arquitectura y vida cultural. Sitios como la Plaza de Wenceslao, el castillo de Praga, el Reloj Astronómico de la Torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, el barrio judío de Josefov, las iglesias, los museos como el de Franz Kafka, el teatro, los conciertos y noches de fiesta seducen a las almas viajeras que, aunque pasen una semana en Praga, se quedarán con ganas de seguir explorando.

Brno, la segunda ciudad más grande de República Checa, con edificaciones como la catedral de San Pedro y San Pablo que se erige en el centro de su casco histórico, tiene que figurar en el recorrido, obligatoriamente.

Los pueblos de Lednice y Valtice, y sus alrededores, ubicados en la región histórica de Moravia del Sur, tiene castillos, palacios y viñedos en su superficie de 300 kilómetros cuadrados. En esta región se produzca el 97% del vino que se elabora en toda la República Checa.

La familia Liechtenstein – dueña de toda la zona entre 1322 y 1945 – construyó en la zona el castillo de Lednice, una estructura palaciega de estilo neo-gótico con exteriores que presentan jardines de estilo francés, bosques, estanques y monumentos de espíritu inglés. La opulencia en todo su esplendor

ČA la pintoresca villa Ceský Krumlov muchos la catalogan como una Praga en miniatura. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, acoge el imponente castillo sobre el río Vltava. En su casco histórico se mezclan muestras del Renacimiento y el Barroco.

Luego de extasiar la vista con las imponentes edificaciones del Medioevo, los verdes parajes son otra atractiva opción. El Parque Nacional Šumava, ubicado en la zona fronteriza con la región bávara de Alemania, tiene una vegetación tan densa que convierte a Šumava en el territorio más grande de toda Europa cubierto de bosques en su totalidad.

Según David Escribano en el portal Skyscanner, las selvas centenarias, los lagos glaciares de aguas cristalinas y los misteriosos pantanos son terreno abonado para los que buscan actividades al aire libre. Senderismo, paseos en bicicleta y turismo gastronómico están entre los mayores atractivos.

La Suiza de Bohemia es paraíso aparte. Este parque nacional se extiende sobre una zona natural que se creó hace millones de años, cuando se secó un antiguo mar poco profundo y dio nacimiento a un mundo de arenisca, torres de rocas, puentes y arcos de formas extrañas, entre ellos la puerta de Hrensko y la puerta de Pravcice, esta última es el arco de roca más grande de Europa.

El karst de Moravia, una reserva natural protegida al norte de Brno, en la zona este de la República Checa, con características geológicas formadas hace miles de años y dignas de contemplación (sobre 92 kilómetros cuadrados), abarca más de mil cavernas y aguas subterráneas. Esta región posee uno de los accidentes geográficos más importantes del país, el abismo de Macocha, un cañón convertido en vergel.

Ahí también se encuentra la cueva de Punkva, muy visitada por los turistas. En su interior, un recorrido de 1.250 metros abierto al público desde 1933, combina pasadizos y un paseo por barca sobre aguas subterráneas para descubrir las estalactitas, estalagmitas y estalagnato. La travesía culmina en el abismo de Macocha, en el que se cuenta una trágica leyenda.

Parque Nacional Šumava. Es el territorio más grande de toda Europa cubierto de bosques.
Tour de la cerveza en Praga. Cata de las variedades de bebida y acercamiento al proceso de elaboración.