Control de nuestras vidas. eso es lo que aporta tener metas. los ritos ayudan, pero hay que planificar

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31 de diciembre de 2017, 4:00 AM
31 de diciembre de 2017, 4:00 AM

Hay un secreto para cumplir las metas. Se llama compromiso. Si no se lo llega a sentir, lo que se trazan son sueños y buenos deseos que no pueden llamarse proyectos. Ahora bien, estilos y estrategias para conseguir lo que se desea hay varios. 

Tomemos por ejemplo a un planificador metódico como el científico cruceño Daniel Berkowitz. Tiene una calendario destinado exclusivamente  a registrar sus planes de los próximos tres, seis y 12 meses. Fija lapsos definidos ya sea por él o impuestos por su trabajo (tiene un puesto en la máquina más grande del mundo, en la frontera franco-suiza).

Daniel está cerrando un ciclo de seis años en el CERN, el acelerador de partículas europeo, para luego decidir si después de su tesis de doctorado se queda en el CERN o se va a otro lugar. 

En su calendario tiene anotada la compra de un dron para ir a tomar fotos a Nueva Zelanda. También armará una nueva computadora optimizada para editar sus fotos e imprimirlas para realizar una exhibición casera. 

¿Qué tiene en común este estilo preciso con los planes verbales de la soprano cochabambina Gian Carla Tisera?  Ella tiene una lista general que incluye la promoción de su disco Sounds of  Quiroga en Bolivia, con una orquesta de 15 personas. Quiere visitar el Salar de Uyuni con su pareja y a partir de junio producirá un nuevo disco, aunque no está claro si será pop, soul, folclórico  o R&B. 

Seamos específicos
Una de las claves para cumplir las metas es formularlas específicamente. Pero no se puede detallarlas si no existe compromiso. El compromiso se reconoce después de un tiempo de reflexión en los que conectamos con nuestros gustos más arraigados y profundos. Cuando lo sentimos, empezamos a visualizar qué nos gustaría hacer dentro de unos meses. El científico Daniel se conectó con su pasión, que es la fotografía; la soprano Quiroga se conectó con su pasión por Bolivia y pensó en un lugar para visitar. 

La sicóloga laboral Aldana Fernández recuerda el caso de Martha, una de sus pacientes. “Ella se propuso como meta para el 2017 conocer Uyuni. Investigó los costos asociados y sobre el lugar. Durante el año ahorró mensualmente y pidió vacaciones en el trabajo con cinco meses de anticipación. Se contactó con una agencia de viajes cuatro meses antes del viaje y preparó todo su itinerario un mes antes. Martha consiguió su objetivo y disfrutó en grande”, cuenta.  

La sicóloga Aldana también vio de cerca otro caso. “Leticia quería un ascenso de cargo, pero cuando la oportunidad interna se presentó en la empresa, no se sintió preparada y no se postuló. Esperaba recibir la invitación directa del jefe. Al no recibirla, tampoco manifestó su interés. Perdió la oportunidad y no consiguió su meta”, cuenta. 

El error más común que cometen quienes se fijan una meta y no la cumplen es, según Aldana, la falta de constancia. “La mayoría de las personas creen que con solo querer algo muy fervientemente se cumplirá, cuando en realidad, toda meta cuesta y es un proceso con muchas dificultades. Cumplir una meta es signo de la persistencia con la que hemos sabido sobrellevar todas y cada una de las limitantes que nos lo impedían” 

Para cumplirla es necesario conocerse bien, saber qué es lo que uno anhela, descubrir sus sueños y -enfatiza la sicóloga- creerse merecedor de ese sueño. 

3. China. Se usan adornos de frutas para simbolizar buena salud. El Año Nuevo Chino se celebra el 28 de enero.

4. Ecuador. Se queman figuras de papel (no faltan las de políticos) y fotografías viejas. 

5. Dinamarca. Se rompe la vajilla en desuso en la puerta de amigos y familiares.  

Utilice las ‘submetas’
Es común que en las fechas que marcan un cierre y un comienzo, las personas se propongan nuevos objetivos y metas. “Es común que no se cumplan porque no saben aterrizar las ‘submetas’, dice la sicóloga Susanne Hansen. Antes de lograr el gran objetivo hay pequeños pasos que la persona tiene que identificar. 

A veces no identificamos esos pequeños pasos previos y nos proponemos lograr el objetivo de entrada y... fallamos. En esto tiene que ver la falta de compromiso con uno mismo. Si el compromiso personal no se siente fuertemente, es mejor reconsiderar la meta planteada. 

La idea de submetas consiste en trazar un objetivo y preguntarse qué pasos previos debo dar. “A partir de la meta por cumplirse, se camina hacia el momento presente para ver los pequeños pasos necesarios”, dice Susanne Hansen, que además pone un ejemplo. 

“Supongamos que una persona decide que su objetivo o meta es meditar diariamente durante media hora. Es poco real, porque media hora es demasiado tiempo de meditación para incorporarlo como un nuevo hábito en la vida”. 

La experta propone que, en lugar de enfocarse en el tiempo, la persona opte por enfocarse en incorporar la meditación a su rutina. Siete minutos es un tiempo más alcanzable. Si la submeta es incorporar el hábito de la meditación en nuestra vida diaria, nos daremos cuenta que debemos programar en su agenda una hora específica para dedicar un tiempo a la meditación. 

No importa en este momento si decide concentrarse en  la pronunciación de mantras o en un patrón respiratorio; el tipo de meditación es lo de menos en esta fase, porque el primer objetivo es cumplir con la implementación del espacio para meditar en la agenda diaria. 

Una vez establecida la rutina, se puede trazar otro objetivo. Ahora sí, durante esos siete minutos de meditación, podemos enfocarnos ya sea en los   mantras o en el patrón respiratorio o en las sensaciones corporales. 

Lo que se saca en claro del consejo de Susanne Hansen es que los objetivos aumenten en contenido durante la meditación, para luego incrementar el tiempo. Resulta útil anotar lo que se va experimentando en el proceso. 

Hace tiempo, Susanne Hansen atendió a Sarita, una joven que no terminó el colegio y quería ir al CEMA, que era el Centro de Educación Media Acelerada. 

Sarita sentía vergüenza porque era mayor que sus compañeros y además no tenía buena letra.  Por eso dejó de asistir a la escuela y su frustración creciente empezó a afectarla. 

“Nos pusimos como objetivo solamente llegar a la clase. No tenía que esforzarse por aprender o escuchar al profesor. No tenía que hacer más que llegar y aguantar el tiempo que duraba la clase”. 

El hecho que ese fuera el objetivo hizo que no sintiera tanta presión. Desapareció la presión por lidiar con su vergüenza porque ese no era el objetivo. Tampoco tenía que pensar en mejorar su mala letra. 

“Al sentir que no le costaba llegar a la escuela, nos propusimos atender lo que hablaba el profesor y luego concentrarse en la materia. Mejorar la letra también, después”. Esa es la idea que sugiere Susanne Hansen de las submetas. Son pasos reales y que hacen factible la gran meta. 

6. Filipinas. Todo lo que sea redondo (frutas, por ejemplo) se usa para atraer dinero. 

8. Cementerio. En Talca (255 al sur de Santiago de Chile), el añonuevo se celebra en el cementerio. 

Ah, la línea de tiempo

Hay que admitir que todo plazo resulta fatal. Sin embargo, la premura que implica fijar plazos puede convertirse en un estímulo para alcanzar esos pequeños objetivos intermedios. 

La línea de tiempo implica que ya se tienen claros los pasos previos y que, además, se han establecido algunos obstáculos que pueden presentarse. Si se trata de aprender un nuevo idioma, quizá debemos pensar antes en ahorrar para un curso o investigar si hay alguna aplicación gratuita que permita ponerse al día con la gramática. Es mejor tener todo anotado. Al escribir se reflexiona y se puede reforzar el diálogo interno que nos contacta con la pasión y el compromiso. 

Recompensémonos

Hay dos tipos de refuerzos. Uno es el refuerzo positivo y el otro es el negativo. Supongamos que el gran objetivo es aprender francés. Primero debo elegir una aplicación para aprenderlo e instalarla en el teléfono revisar canales de YouTube que enseñen la pronunciación (esas son las submetas). 

Una vez elegida la aplicación o el canal de YouTube, podemos considerar que es un logro y debemos recompensarnos: compremos esa billetera o una nueva camisa (es el refuerzo positivo); quizá prefiramos evitar una tarea que nos resulta tediosa y la postergamos sin culpa como retribución (es el refuerzo negativo). 

Todas las cábalas y ritos que se describen en estas páginas son solo puntapiés iniciales. Todos fueron imaginados para darnos un empujoncito hacia  la meta.