Batalla celestial. Después de una pelea entre ángeles y demonios, un ser infernal perdió una muela, que ha quedado en el lugar como muestra del poder angelical. Este volcán apagado está cerca de La Paz. Puede ser explorado sin guías ni tours

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26 de agosto de 2018, 4:00 AM
26 de agosto de 2018, 4:00 AM
Es uno de nuestros símbolos. Quizá no tanto como el Illimani, pero esta montaña tiene mucho simbolismo. Los paceños nos sentimos identificados con ella. Está cerca de la zona de Mallasilla, que es nuestro paseo principal”, cuenta el poeta e investigador cultural Elías Blanco.

La muela del diablo puede ser visitada sin tours ni guías, caminando libremente. Tampoco es necesario escalar sus 300 metros de altura. Hay senderos que conducen hasta la cima. A un paso tranquilo, se tardan diez minutos en llegar al punto más elevado de este mirador natural.

Una vez en el lugar, la vista es impresionante. Los distantes cerros, el nevado Illimani, el centro de la ciudad, un pedacito de El Alto, Río Abajo y la Zona Sur son algunas de las vistas que pueden ser registradas por los visitantes. Quienes lleguen al lugar podrán contar que estuvieron a 3.825 metros sobre el nivel del mar.

Cerro viejo

En idioma aymara, este lugar se llama Auqi Qollo, que significa cerro viejo. Con ese nombre lo conocen las casi 30 familias que viven en Chiaraque, la comunidad que está ubicada a las faldas de la Muela del Diablo.

Cada Año Nuevo aymara, los lugareños bailan y preparan una guatía, cocinada en un horno.

Los chiaraqueños han pensado en organizarse para atender mejor a los visitantes. Hay grupos organizados por los comunarios, encargados de elaborar comidas para atender a los turistas.

Se dice que desde tiempos remotos, el lugar fue centro de ceremonias. Es lo que en el mundo andino se conoce como huaca o sitio sagrado.

Tampoco falta la leyenda, claramente creada durante la colonia, según la cual hubo en el lugar una batalla entre ángeles y demonios. Un demonio perdió su muela y quedó ahí, para mostrar el poderío angelical.

TripAdvisor recomienda realizar el descenso en bicicleta desde el lugar. Solo hay que tener cuidado con la altura, porque la falta de oxígeno se siente.

Atardecer. Esta fotografía de Max Glaser muestra el impresionante juego de color, luz y nubes que se forma a más de 3.800 metros de altitud.