Travesía. Cande y Hermán planearon cruzar el continente americano desde Argentina hasta Alaska en seis meses y retornar. Llevan casi dos décadas sobre ruedas

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18 de noviembre de 2018, 4:00 AM
18 de noviembre de 2018, 4:00 AM

Cuando se casaron, el 28 de octubre de 1993, Candelaria Chovet (48) y Herman Zapp (50) ya tenían claro que querían recorrer América. Dejaron su trabajo y su empresa de cableado de datos y emprendieron viaje. La idea era cruzar el continente desde Argentina hasta Alaska y volver; no en 80 días, como en la novela de Julio Verne, pero sí en seis meses. No hubo marcha atrás y ya llevan cerca de 945 meses rodando.

Jamás imaginaron que se volverían nómadas y que junto a sus hijos, Pampa (16), Tehue (13), Paloma (11) y Wallaby (9), que nacieron en el trayecto en cuatro países diferentes: Estados Unidos, Argentina, Canadá y Australia, respectivamente, formarían una familia que vive, literalmente, hace casi 19 años, sobre cuatro ruedas.

Viajar era el sueño de ambos, desde que se conocieron cuando ‘Cande’ tenía 8 años y Herman, 10. Ese anhelo cobró más fuerza cuando a los 14 años él le declaró su amor. Enamoraron 10 años y cuando se casaron, la idea de colgarse una mochila en la espalda y recorrer diferentes países no dejaba de darles vueltas en la cabeza. Pero lo fueron postergando, primero por tener una casa y equiparla, luego por el auto y también por la familia. Si hay algo de lo que se arrepienten ahora es de no haber comenzando muchísimo antes.

El 25 de enero de 2000 salieron desde el obelisco de Buenos Aires persiguiendo un sueño. Detrás del volante de un Graham-Paige modelo 1928, un auto digno de museo, salieron de su hogar con $us 4.000, que eran todos sus ahorros, y el sueño de llegar a Alaska. Para toda su familia era una locura, más aún al conocer el vehículo en el que se lanzaban a la aventura. Les decían que iba a ser un problema y que en dos días iban a estar remolcándolos. No fue así. Nada los detuvo.

El dinero que tenían para llegar a Alaska apenas les alcanzó para seis meses, cuando apenas estaban en el Amazonas, en Ecuador. Fue allí, dice Herman, donde dejaron de ser turistas y recién comenzó el viaje, siempre con mucha calma. Ya no tenían prisa por concluirlo. “Mi abuelo, Eduardo Von Wernich, me decía que si quería llegar más lejos tenía que ir despacio y este auto más despacio no puede ir”, enfatiza, recordando que el Graham Paige no permite alcanzar grandes velocidades.

7. Familias rodantes. En el trayecto generalmente se encuentran con muchas parejas y también familias completas que salen a recorrer el mundo
8. Su lema. No se necesita mucho para ser felices. Cuanto menos tenés, más tenés
9. Siempre juntos. ‘Cande’, Herman, Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby no se separan para nada. Miran el mundo con optimismo
10. Charlas. En todas las ciudades que visitan les piden que cuenten su historia para motivarse
11. Estrellas. Donde van, los invitan a los programas de TV. Hay muchos artículos y videos sobre ellos

Dos aventureros

Llevan más de 350 mil kilómetros recorridos y la mayor riqueza que han encontrado en cada ciudad a la que llegaron, además de sus cuatro hijos nacidos en el camino, es el amor y la solidaridad de las personas que conocieron en los cinco continentes y los 95 países y miles de ciudades visitadas.

‘Cande’ nació en Buenos Aires en 1970. Es la menor de cuatro hermanos. “¡Llegó de sorpresa y qué maravillosa sorpresa! Su infancia fue en el campo y allí su alma aventurera y libre empezó a crecer. No quiero contarles mucho sobre ella porque se pueden enamorar, pero es increíble como persona, mujer y madre ”, expresa el papá Zapp.

¿Como hacen para estar juntos las 24 horas ? “Terminás matándote o enamorándote más. Nosotros estamos en ese camino de trabajar por mantener vivo lo que nos hizo amarnos desde el primer día. No podemos pelearnos, dentro del auto apenas nos separan 15 centímetros. No tenemos adónde irnos. No puedo decirle me voy de la casa, porque estamos en plena ruta. No me queda más que escucharla hablar todo el día”, agrega.

Herman nació en California en 1968 y al año ya estaba viviendo con su abuelo, en el campo, en Sierra de la Ventana, en Argentina. Se la pasaba de la casa de una tía a la otra. Siempre en busca de aventuras.

Don Eduardo marcó mucho la vida de Herman. Fue su mayor inspiración, su mejor ejemplo. Era un viajero desde siempre. Cabalgó a caballo por toda la Patagonia. En un Ford A, del 28, recorrió la Cordillera. Cruzó vados remolcado por mulas. Siempre llevaba a Herman, y él era feliz. Lo disfrutaba. Así creció, acompañándolo y admirándolo.

“Recuerdo un mapa de toda Argentina, que cada tanto mi abuelo abría en su mesa del comedor, al que sumaba un álbum de fotos en blanco y negro. Horas y horas se pasaba mirando con sus anteojos de vidrios gruesos que le modificaban los ojos. Ese mapa viejo, doblado y desdoblado una y otra vez tenía su fortuna. Tenía los caminos recorridos, marcados con distintos colores en distintos tiempos... Tenía marcada toda su vida”, relata en su libro.

Macondo Cambalache

El auto en el que viajan es un Grahan Paige 1928. Los 90 años de vida que tiene el motorizado no se comparan en nada a la historia recorrida en estas casi dos décadas sobre del Macondo Cambalache, como lo bautizaron. Sobre sus asientos viajan además de ‘Cande’, Herman y sus cuatro hijos, un baúl con pocas cosas, y una caja con copias del libro Atrapa tus sueños, donde narran todo su periplo, con la venta del cual ahora ya solventan sus viajes y sus gastos. Antes se ayudaban vendiendo artesanías y fotografías y haciendo trabajos eventuales.

Ese vehículo azul oscuro que era prácticamente una chatarra antigua cuando Hermán lo vio. Fue amor a primera vista. Quedó encantado, ahora es su casa rodante. Sobre el techo del vehículo acomodaron un espacio con colchonetas y bolsos de dormir para los chicos y a un costado tiene a una cocina adaptada.

“Andamos lento pero seguro, a no más de 50 kilómetros por hora. No tenemos aire acondicionado en el auto, pero sí aire acondisoplado (risas), de tal forma que cuando hace calor nos ventila bien, pero cuando hace frío, ¡mejor ni te cuento! Nuestra cocina es impresionante. Se calienta con el calor del motor y en 30 km de recorrido, las salchichas, los huevos, están listas. Nuestra ‘alacena’ siempre tiene algo para comer porque muchas veces no hay dónde parar”, remarca ‘Cande’.

Fue arriba del Macondo Cambalache donde calentaron la leche, cambiaron pañales y arrullaron a sus cuatro bebés, ahora ya convertidos en jovencitos y preadolescentes. Sobre esas cuatro ruedas hicieron safaris, conocieron indígenas de varias tribus, cruzaron el Amazonas, disfrutaron del cielo azul y del mar turquesa del Caribe, durante el día, y vieron la luna y las estrellas fugaces por la noche. En ese Graham Paige atravesaron el desierto y se deleitaron con sus mágicos amaneceres y conocieron la historia de cientos de ciudades y miles de lugares.

Salieron solo dos personas de Buenos Aires con el auto completamente lleno. En el camino la familia fue creciendo. ¡Hoy son seis con sus hijos Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby! ¿Cómo hacen para entrar todos? “Tuvimos que sacar muchas cosas que, al final nos damos cuenta, no son tan necesarias. Cambiamos cosas por niños. ¿No les parece una buena inversión?”, dice entre risas Herman, aunque no niega que a veces pasan incomodidades, pero todo eso se combate con amor.

Al lugar que llegan, llaman la atención. Cuando vuelven a su natal Argentina, cada tres años, tratan de quedarse unos tres meses para disfrutar al máximo de la familia, el auto se queda en algún museo de autos antiguos de la última ciudad que visitan.

Atrapa tus sueños

En estos casi 19 años de viaje, han tropezado con cientos de problemas. Rechazo de visas, enfermedades, rotura del motor, llantas fregadas, falta de dinero para los partos etc., etc., etc. Sumando todo, nunca fue tan grave como el primer día, lo más difícil del viaje, coinciden Herman y ‘Cande’, aunque también fue el más feliz de sus vidas.

“Cuando nos subimos al auto sentí que tomé las riendas de mi vida y me sentí el hombre más feliz y el más rico del mundo. Si me preguntas cuál el mayor logro, diría que el éxito está en haberlo intentado, en correr por tus sueños. Quizá si te ponés a pensar cuándo es el mejor momento para comenzar, nunca estás listo. Solo hay que hacerlo”, indica Herman.

“Cuando se acabó el dinero me puso a trabajar a mí”, señala ‘Cande’ con una carcajada. Ella descubrió que tenía talento para la pintura y empezó a pintar cuadros en acuarela, Herman los enmarcaba y los vendían. Al comienzo un desastre, pero después fue perfeccionándose. Luego él descubrió que le apasionaba escribir. Fue el inicio de Atrapa tus sueños.

En Colombia, Herman comenzó a escribir. Hizo la primera edición que no llegaba ni a las 100 páginas. Se imprimió en Costa Rica. Llegaron a la feria sin ponerle la tapa, las pegaban en frente de los compradores.

A medida que crecía el sueño, crecía el libro. Ahora la 13ª edición de Atrapa tus sueños cuenta con 450 páginas, que han sido traducidas a varios idiomas. "De mi abuelo y de un profesor aprendí que la vida no es trabajar para pagar facturas. Ahora por experiencia propia podemos decir que se puede tener mucho con muy poco. No hace falta tener dinero para cumplir los sueños. Debemos hacer lo posible por cumplirlos. Si nosotros pudimos, cualquiera puede", resalta.

¿Y el colegio?

Candelaria no solo ejerce de madre, sino también de maestra de sus cuatro hijos, dos de ellos en secundaria, y dos en primaria. Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby tienen una rutina de estudio y deben cumplirla porque hacen educación a distancia. Dan exámenes cada dos meses. Tienen textos basados en la currícula del Ministerio de Educación de Argentina.

"Tuve que ver tutoriales para aprender y enseñarles. Lo mejor de este método es que los niños aprenden de manera increíble y además, todo lo enlazan y combinan con las experiencias aprendidas", explica ‘Cande’.

Vieron en primera persona de qué trataba la cadena alimenticia cuando fueron a África. Conocieron leones y elefantes y visitaron el Everest. No tienen nada en contra del sistema educativo tradicional, pero se sienten orgullosos de la forma en que sus hijos han sido educados. No obstante, cuando acaben su recorrido por el mundo, los chicos irán a la escuela.

"Lo más complicado es tener varios niveles y no una rutina, pero vamos bien. Es genial dar clases de los romanos y luego ir al Coliseo, de religión e ir al Santo Sepulcro en Belén; estudiar a los egipcios y luego estar dentro de las pirámides de Egipto o ver la tumba de Tutankamon. Nos quedamos en casas de familia, y aprenden de las diferentes religiones, costumbres, comidas, juegos, la manera de escribir. También pasan clases por Internet", detalla la mamá Zapp.

¿Habrá un final del viaje?

“El día de nuestro casamiento le prometí a ‘Cande’ viajes, joyas y ropa. Lo de los viajes, está por demás de cumplido. La he llevado a recorrer 95 países, no son pocos ¿no es cierto? ¿Joyas? Bueno... tiene varios collares de semillas y ¿ropa? También cumplido”, afirma Herman.

Viajar siempre será una pasión, pero consideran que después de 19 años de vivir de país en país, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo,ya va siendo hora de retornar a la casa en Los Cardales, provincia de Buenos Aires, para que sus hijos puedan conocer también lo que significa una vida estable. Ahora la familia está rodando a Marruecos, después van a las Islas Canarias, Guyanas, Brasil y de ahí a Argentina.

¿Qué harán al volver a Argentina? ‘Cande’ asegura que así como tuvo tantos nervios para comenzar el periplo, ahora los tiene más por parar. Pero hay mucho por hacer. Quiere volver a pintar porque cuando nacieron los chicos ya no lo hizo más, y también van a escribir más libros, porque Atrapa tus sueños es solo de América, y tienen mucho por contar de África, Asia, Australia y Europa.

Todos van a extrañar mucho esta vida después de tantos años de nomadismo. Herman y Candelaria reconocen que les va a costar acostumbrarse a estar los 365 días sin viajar, quizá lo hagan por algunos meses, ya no por años.

1. Inicio. Candelaria y Herman tenían 29 y 31 años cuando empezaron su viaje. Eran solo dos locos apasionados por la aventura y recorrer el mundo
2. Muchos años. El viaje los ha unido en estos 19 años. Siguen tan enamorados como el primer día de matrimonio
3. Bolivia. Fue el tercer país que visitaron. En 2000 estuvieron en el carnaval de Oruro y luego fueron a Potosí. El auto tiene el mapa de los cinco continentes y la bandera del país visitado
4. Casa rodante. El Graham Paige 1928 ha sido adaptado para poder viajar, ¡tiene hasta cocina incluida!
5. En Alaska. Llegaron el 16 de agosto de 2003, acompañados de su primer hijo, Pampa, que nació en EEUU
6. Etiopía. En una foto con nativos de la tribu africana Mursi, que están en Debub Omo

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