Busca a desaparecidos en México. La antropología abandonó los escenarios académicos para ayudar a los familiares a conocer el paradero de sus seres queridos. Sobre los 43 ‘extraviados’ de Ayotzinapa, un experto pone en duda los informes del gobierno

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19 de agosto de 2018, 4:00 AM
19 de agosto de 2018, 4:00 AM
Según cifras de la Comisión de Procuración de Justicia de Veracruz, hasta 2017 fueron halladas 343 fosas clandestinas, en 44 municipios (la primera en 2016). Han sido encontrados 225 cadáveres, 335 cráneos y 30.600 restos humanos, y hasta el momento fueron identificados 111 cuerpos y 114 están en proceso de análisis.

Desde el comienzo de la guerra contra el narcotráfico en 2006, miles de personas desaparecieron por todo el país, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (probablemente un cálculo bajo, ya que muchas desapariciones no se denuncian porque las familias temen represalias). Algunos son secuestrados por los carteles de la droga y son asesinados o forzados al tráfico de mano de obra y de personas. Human Rights Watch, una organización no lucrativa con sede en la ciudad de Nueva York, afirma que muchos otros son secuestrados por la policía y los militares, y que el gobierno hace poco por investigar.

Los familiares de los desaparecidos recibieron ayuda de una nueva fuente: antropólogos forenses.

Al frente estaba la antropóloga Roxana Enríquez Farías, que en 2013 fundó una organización no lucrativa llamada Equipo Mexicano de Antropología Forense (EMAF), con sede en la Ciudad de México.

Los antropólogos del EMAF a menudo participan como peritos, evaluando el estado de las investigaciones sobre las desapariciones. Pero en los últimos encuentros, Enríquez Farías explicó a las propias familias los pasos de una búsqueda de desaparecidos y cómo utilizar sus búsquedas extraoficiales para presionar a las autoridades para que actúen.

“Hasta hace unos años, los científicos no pensábamos en las familias (de las víctimas)”, dice Lorena Valencia Caballero, una antropóloga forense de la Universidad Nacional Autónoma de México, pero como los desaparecidos se convirtieron en una crisis humanitaria, el trabajo del EMAF se volvió “extremadamente necesario”, afirma. “Corresponde ahora al antropólogo ayudar a las familias a entender cómo determinar la edad, cuáles son la etapas de la descomposición, cómo se comportan los grupos del crimen organizado; mil cosas que nunca deberían haber tenido que aprender.”

“Es una estrategia brillante” cuando autoridades no son sensibles a las necesidades de las familias, asegura el antropólogo forense Nicholas Márquez-Grant, becado en la Universidad de Cranfield, en el Reino Unido. Cuando se encontró con familias de desaparecidos en México pudo ver que muchos familiares se habían perdido por completo. Se espera que el modelo del EMAF se pueda replicar en otros países, como Irak, donde las familias son dejadas al margen en las investigaciones de desapariciones.

“La ciencia es la búsqueda del conocimiento, no cualquier conocimiento. Tiene que ser la verdad”, dijo Enríquez Farías en uno de los talleres sobre antropología.

Faltan. Se encontraron e identificaron cuerpos, pero no son todos

Los 43 de Ayotzinapa

En 2014, septiembre, 43 estudiantes universitarios desaparecieron en el estado de Guerrero, sur de México. El Gobierno sostuvo que un cartel de narcotráfico los asesinó y quemó los cuerpos en un basurero. Sin embargo, José Torero, experto en incendios, demostró incongruencias que ya habían sido mencionadas.

Con un experimento de incinerar cadáveres de cerdo, Torero determinó que la hoguera necesaria para consumir 43 cuerpos no podría haber ardido en el basurero, contradiciendo informes de la Procuradoría del Estado. “Hay que dejar de buscar en el basurero, ahí no se encuentra la verdad de los hechos”, dijo Torero.

La esperanza sigue en la ciencia, no en las autoridades.

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