El experto en abusos de sustancias de esta entidad adelantó que sería reconocida como una patología en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11). Los ‘gamers’ aseguran que se trata de un hobby que se agudiza en casos extremos

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6 de enero de 2018, 4:00 AM
6 de enero de 2018, 4:00 AM

Es una cuestión de actitud. Para Carlos Barrancos (26), el fundador de 1up, un espacio gamer, es posible que un videojuego atrape al jugador, como le ocurrió a él un par de veces, quedándose a jugar hasta amanecer y llegando cansado al trabajo; sin embargo, asegura que es una situación circunstancial que se supera con educación y disciplina.  

Cuenta que el videojuego que más tiempo le llevó perfeccionar fue Call of Duty: Black Ops III, un videojuego de disparos que le permitía competir con cualquier usuario conectado a internet. “Me obsesioné tanto al punto de llegar a ser casi invencible”, señala Barrancos, que actualmente organiza torneos a escala nacional en juegos de disparos (Call of duty) y emuladores de fútbol (FIFA 18 y otros).  

Esta afición competitiva es la que preocupa desde hace varios años a expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al punto que el responsable del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, Vladimir Poznyak, afirmó recientemente que los “trastornos del juego” tienen consecuencias para la salud y adelantó que serían incluidos en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), que será presentada en junio de este año.   

Según el borrador de la OMS, el trastorno se caracteriza por tres condiciones negativas que son la base por la que van a incluir la adicción a los videojuegos en la clasificación de nuevas enfermedades: no controlar la conducta de juego (inicio, frecuencia, duración y finalización), el aumento de la prioridad que se otorga a los juegos frente a otros intereses y actividades diarias y, por último, el mantener la conducta pese a que haya consecuencias negativas.

Se considera un deporte
Para Álvaro Salazar, estudiante de Ingeniería Comercial y organizador de la GamerCon Bolivia 2018, los videojuegos son un “pasatiempo sano”. Como padre preferiría que sus hijos los practiquen en lugar de que fumen o consuman bebidas alcohólicas.  
“Es un pasatiempo sano porque despierta la inteligencia, solo que (en el caso de los menores) requiere la supervisión de un adulto. Lo que queremos es  consolidarlo como un deporte, porque en otros países se organizan competencias y hay chicos que ganan miles de dólares”, aseveró. 

Con este objetivo es que en la GamerCon 2018, a realizarse en marzo, se anuncia $us 10.000 en premios para los competidores, además de la llegada de actores de la saga de Star Wars. “Todo lo hacemos con esfuerzo propio, porque queremos promover la cultura geek”, agregó Salazar. 

El administrador de la página de Facebook Santa Cruz videojuego, Anthony Gutiérrez, destacó que los juegos digitales sirven para “mantener la mente ocupada”, pero manifestó que conoció casos de alumnos que descuidaron sus estudios por jugar.
“Hay casos, aunque son extremos. Mi recomendación para los padres es que compren juegos educativos y no violentos, y que jueguen con sus hijos, porque es una forma de compartir con ellos y controlarlos”, añadió.  

Hay dependencia

Para la sicóloga clínica Gabriela Urquizu hay una dependencia neurológica entre el jugador y los videojuegos que funciona a nivel fisiológico, porque provoca una sensación placentera en la corteza cerebral que al prolongarse causa mayor adicción. 

Urquizu advierte que estas plataformas promueven antivalores, debido a que tienen una connotación agresiva que enseña a matar, robar o destruir. “Es como que si la sociedad y sus valores compitieran con el videojuego. Hay consecuencias, por ejemplo: llegan a mi consultorio chicos con hiperactividad o agresividad, ¿por qué no ocurre lo mismo con aquellos que juegan a la ‘pelota’ u otro deporte?”, preguntó. 

Urquizo añadió que es imposible prohibir a los niños acceder a los videojuegos porque están presentes en la realidad, se puede jugar en la computadora, en el celular o en el café internet, por lo que recomendó regular su uso.

Si bien la OMS ha decidido reconocer este desorden en su próximo manual de diagnóstico, el debate persiste entre los expertos, como es el caso de la catedrática de sicología experimental de la universidad de Deusto, Helena Matute, recordó que en 2013 se reconoció que hacía falta más investigación y puso en duda que hasta la fecha se haya generado la suficiente literatura científica para dar este paso. 

Consejos para padres

No es el enemigo
En el consultorio, la sicóloga clínica utiliza los videojuegos como una herramienta o recurso educativo. “Hay que hacer acuerdos. Que el juego sea una recompensa si obtiene buenas calificaciones o ayuda en los quehaceres del hogar”, precisó. 

Juegue con su hijo
Urquizu señaló que funciona también hacerse amigo de su hijo a través del juego. “Es una manera de compartir y de pasar el tiempo juntos. Cuando terminen hay que recordarles que la vida real está afuera”, dijo. 

Brinde alternativas
Es más difícil que un niño recaiga en un vicio si tiene otras alternativas, como practicar un deporte o aprender a tocar un instrumento musical. También está la posibilidad de llevarlos de paseo y compartir más tiempo los fines de semana. 

Adicción en adulto
Aunque menos frecuente, también ocurre en adultos mayores de 30 años. En estos casos el tratamiento es más difícil porque se requiere del apoyo del entorno (padres, esposa); y como todo vicio es un escape de la realidad, el terapeuta debe determinar de qué se intenta huir.   

Juegos violentos
Los ‘gamers’ identificaron como juegos violentos y de moda a Ghost Recon Wildland, Call of Duty, Battlefield y Mortal Kombat, por lo que recomiendan no comprarlos a menores de 13.  

Juegos didácticos    
En oposición hay juegos de aventuras que hacen pensar y aprender al jugador, es el caso de Nier Automata, The last of us, The last warrior, Mario Bros Smash Bros, Legend of Zelda.   

Beneficios de los videojuegos
También son utilizados como terapia para pacientes de alzhéimer, autismo y niños con sindrome de Down, tal como lo señala la Fundación Síndrome de Down de Madrid (FSDM).

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