Cuando tenía 18 años, Katie Stubblefield intentó suicidarse. Aunque sobrevivió, terminó con su cara desfigurada. Tras más de 30 horas en un quirófano se convirtió en la persona más joven en ser sometida a un trasplante de rostro

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15 de agosto de 2018, 22:38 PM
15 de agosto de 2018, 22:38 PM

Katie Stubblefield tenía 18 años cuando decidió acabar con su vida con un disparo. Su hermano oyó el tiro y la encontró tendida en el suelo del baño con su cara hecha pedazos. Katie, sin embargo, no murió.

La propia Katie es protagonista de la portada de la edición de septiembre de la revista National Geographic. En el interior de la revista, narra las dificultades que arrastró y la desilusión amorosa que la motivó a tomar la drástica decisión de acabar con su vida.

De acuerdo con Univisión, tres años después del frustrado suicidio unos médicos de la clínica de Cleveland generaron en Katie, y su propia familia, una probabilidad de practicarle un trasplante de rostro.

"Ni ella ni sus padres sabían que algo así era posible, pero al enterarse de que esta compleja operación podía devolverle funciones básicas como comer y masticar, hablar y ver mejor, siguieron todos los procedimientos que los médicos sugirieron para poder encontrar la donante ideal", señala el portal.

Katie y su padre bailando. Foto National Geographic

En mayo de 2017 se identificó a una donante, Andrea Schneider, una joven que había muerto por una sobredosis. Después de 31 horas de curugias, Katie se convirtió en la mujer más joven en recibir un trasplante de rostro.

"Katie recibió de su donante de cara la frente, los párpados superiores e inferiores, la nariz, la boca, los labios, las mejillas. También el maxilar superior, los dientes y los músculos faciales. Aunque hasta ahora la operación ha sido todo un éxito, durante toda su vida tendrá que tomar medicamentos que le ayuden a su sistema inmune a no atacar a los tejidos extraños", añade Univisión.

El primer trasplante de rostro en la historia se hizo en 2005 y desde entonces ha habido unos 40 casos. Los trasplantes de rostro se han vuelto cada vez más frecuentes en los últimos años.