Salud. Uno de los objetos más comunes en las bañeras infantiles, puede ser foco de infecciones debido a que retiene agua sucia por un largo tiempo

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15 de abril de 2018, 4:00 AM
15 de abril de 2018, 4:00 AM

Los patitos de goma deben ser como las opiniones, todo el mundo ha tenido alguno en algún momento de la vida, normalmente en la infancia, y con suerte, flotando a su alrededor a la hora del baño. Pensado como un juguete destinado a facilitar la dentición de los bebés, evolucionó en un universo de formas, colores y texturas que serían un desafío para el más dedicado de los coleccionistas. Con su característico e inocente tono ‘amarillo patito’ como telón de fondo, los hay con rasgos de Deadpool o de Harry Potter, de Sigmund Freud o de Amy Winehouse, y hasta de Donald Trump. Hay incluso uno de 19 metros de altura, flotando en algún lugar de Estados Unidos. 

Sin embargo, un estudio acaba de constatar pueden no ser tan simpáticos como su mirada. Algo esconden en su interior, siempre oscuro e imposible de lavar: investigadores suizos y estadounidenses estudiaron de cerca los patos de goma con los que juegan los niños, y a veces los grandes, con resultados que pueden interrumpir la hora del juego.

Un comunicado titulado Los patitos feos del baño, publicado días atrás por el consejo federal suizo, detalla sus conclusiones: cualquier objeto de plástico sumergido en un líquido ya contaminado por nuestras abluciones se convierte en una verdadera bomba de bacterias y hongos.

Pato bueno, pato malo
Un equipo de científicos del Instituto Eawag de Investigación sobre el Agua, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y de la universidad estadounidense de Illinois dejaron nueve patos de goma durante once semanas en agua limpia y otro grupo en “agua de baño usada con restos de jabón, suciedad, sudor y bacterias propias del cuerpo humano”.

Los patos expuestos al agua sucia contenían hongos y el 80% de todos los patos estudiados había desarrollado gérmenes potencialmente patógenos, especialmente legionela y otras bacterias muy resistentes.

El problema proviene del interior del juguete, que como ya anotamos, es muy difícil de mantener limpio. “Cuando el niño aprieta la barriga para hacer salir agua, no es extraño que el chorro tenga un color oscuro”, subraya el estudio.
“Esto puede reforzar sus defensas inmunitarias. En ese caso, es más bien positivo”, dice muy seriamente el microbiólogo Frederik Hammes, de Eawag. Pero, subraya, “también puede provocar irritaciones de ojos y oídos o infecciones gastrointestinales más problemáticas”.

La clave está en los polímeros
¿Entonces hay que renunciar a los patos en el baño o limpiarlos en profundidad tras cada utilización?, se preguntan los investigadores. O bien, como recomienda alguno en internet ¿tapar los orificios de los patitos para que no entre ni salga agua? 

Hammes sugiere una solución más científica: endurecer la reglamentación sobre los polímeros utilizados en la fabricación de todos los juguetes destinados al baño.  

A que no lo sabías... 

Caucho. Fue el primer material empleado para fabricar patitos, fue a finales del siglo XIX.

Forma. Comenzaron a hacerlos redondos después de 1940 en EEUU, a partir de una escultura del artista Peter Ganine.

Material. Pese a su nombre, los patitos de goma están hechos de plástico.

Manía. La colección más grande certificada es la de Charlotte Lee, en EEUU, con 5.631 patos diferentes.

Tamaño. En 2007, el artista holandés Florentjin Hofman creó un pato inflable de 19 metros de altura y 600 kilos de peso, que ha sido llevado a diferentes eventos en una decena de países.

Oceanografía. En 1992, tres containers cargados con 29.000 patos de goma cayeron de un carguero en el Pacífico. La llegada de patos a las costas de varios países ayudó a estudiar las corrientes marinas.