Bolivia, potencia.  Tres jugadores de racquet y uno de pelota vasca muestran por qué el país debe apoyarlos

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24 de junio de 2018, 4:00 AM
24 de junio de 2018, 4:00 AM

Fórmula diaria para ser campeón mundial de racquet: a las seis de la mañana, aeróbicos leves.  Conrado Moscoso ya está despierto y trotando en la plazuela 2 de Agosto, en el barrio sucrense de Alto San Juanillo. A las 7:00, crossfit. El crossfit es una serie de ejercicios de potencia, elasticidad y fuerza, pero sobre todo de elasticidad y velocidad. Conrado Moscoso ejecuta estos ejercicios a las 8:30. 

Completa su desayuno y descansa, a las 10:00 ya está en el complejo Patria, donde están las canchas de racquet. Ahí, hasta las 12:30, afina los golpes mortíferos que han desconcertado a sus rivales de varios países. 

Después del almuerzo, el descanso vespertino concluye a las 16:00, cuando empieza un trabajo físico y técnico hasta las 18:30. Esto se repite todos los días, incluso los domingos, bajo la supervisión de su papá, que también se llama Conrado Moscoso. “Es la única manera de estar entre los competidores top”, dice. 

Moscoso papá entrena a la selección boliviana de racquet desde 2012. Es uno de los factores que ha contribuido a que en este momento, el racquet esté viviendo una etapa dorada, y sea además el deporte que más satisfacciones le ha dado al país. 

 Conrado papá se ha capacitado en Guatemala y Colombia. Ha tenido oportunidad de aprender en un curso en Ecuador del histórico estadounidense Sudsy Monchik, dueño del mejor revés que ha visto el mundo del racquet y varias veces campeón mundial. Conrado papá es uno de los tres bolivianos que tiene certificación nivel 3 –el máximo posible- como entrenador. 

Conrado hijo no pensaba en el racquet. Su sueño era ser jugador de fútbol, y su mamá lo apoyaba. Pero Conrado papá no era muy bueno en el fútbol, así que, contra los deseos de la mamá, lo llevó prácticamente de una oreja a las canchas de racquet. “Dejá que haga lo que a él le guste”, argumentaba la mamá. “Mi hijo va a hacer lo que me guste”, respondía el papá. “Casi me divorcio”, cuenta hoy. La mamá, Ana Karina Ortiz, es sicóloga y brinda apoyo especial a su hijo. 

1. Equipos. Además del trabajo con equipos, Conrado realiza diariamente una rutina de crossfit dirigida a aumentar su velocidad. 

2. Del alma. El grito de victoria que lanzó en los Juegos Sudamericanos de Cochabamba fue escuchado en todo el país. En Sucre lo recibieron como a un héroe. 

Dos años para decidir 

Dos años después de ir a los partidos de racquet con su papá, Conrado hijo decidió darle una oportunidad a ese deporte. Poco a poco, el joven Conrado se fue dando cuenta de que podía aspirar a algo más grande. El entrenamiento y la constantancia dio un primer gran fruto cuando obtuvo el título de campeón mundial juvenil cuando solo tenía diez años de edad. 

Ese título despertó los sueños de Conrado hijo. “Cuando salí campeón mundial junior fue una proyección, un sueño alcanzado. Lo soñaba muchísimo. Empecé a soñar mucho más en grande, me sentí más ambicioso. No me conformaba con eso. Quería un poquito más de títulos en lo profesional”. Los logros fueron llegando. En 2012 fue campeón Panamericano, y en el Open, de Canadá, fue el primer juvenil en subir al podio de la categoría mayores. Tenía 18 años. 

Hoy, a sus 22 años y ya consagrado con las recientes medallas que obtuvo en los Juegos Sudamericanos, el entrenamiento de Conrado Moscoso no cesa. Los premios monetarios asignados por el Gobierno para los ganadores de medallas de oro serán utilizados para seguir mejorando su nivel competitivo. 

3. Roland. Hizo pareja con Moscoso. Nadie pudo con ellos en Cochabamba. 

4. Trabajo. Roland, en su trabajo. Coordina actividades en la Villa Olímpica. 
6. Carlos. Keller obtuvo el Campeonato Panamericano de Racquet que se disputó en Chile. También compitió en Cochabamba. 

Más competencias

Conrado debe pasar un mes en Estados Unidos ante de asistir al Abierto que se realizará en ese país. Las competencias previas ayudarán a pulir detalles técnicos para llegar a punto al torneo, fijado para principios de octubre en la ciudad de Minneapolis. 

También está listo para retomar el desafío de los Juegos Panamericanos, que tienen como sede Lima y se disputarán entre julio y agosto de 2019. Todos estos compromisos serán cumplidos sin que Conrado Moscoso descuide por completo la universidad. Está estudiando Ingeniería Comercial. 

Ha rechazado ofertas de apoyo y becas de varios países para competir bajo sus banderas. “Rechacé todo eso porque tengo aquí a mi familia. Si no me voy es porque amo mi patria y mi familia está presente. Ha sido el factor principal para que me quede. Les debo más a mi familia y a mi patria. Les agradezco a ellos”. 

El agradecimiento ha llegado en forma de medallas y reconocimientos (el Gobierno le impuso la medalla Túpac Katari y el municipio sucrense la Orden Gran Mariscal de Ayacucho José Antonio de Sucre, la máxima que otorga) y también como premios monetarios por sus victorias. 

El dinero que invirtió la familia Moscoso para apoyar a su retoño ha sido considerable. Parte de los sueños familiares pasan por él, pero otros tuvieron que ser postergados porque las competiciones son exigentes. Y también están sus hermanos, Carlos Andrés y Carla Andrea. 

El hermano menor también compite y hasta llegó a vencer a su hermano en un campeonato departamental. Rompió así una racha de cinco años de triunfos consecutivos de su hermano. 

Ambos son rápidos y precisos en el juego. Carlos Andrés, además, se ha certificado como entrenador y coopera con el papá en los entrenamientos. 

Los Keller

Roland Keller es compañero de juego de Conrado Moscoso. La dupla Keller-Moscoso fue imbatible en los recientes Juegos Sudamericanos en Cochabamba. Obtuvieron la medalla de oro en Cochabamba. Roland es disciplinado y sus golpes con la raqueta son difíciles de responder por los adversarios. Conoció este deporte gracias a sus primos. 

María José Vargas, que ahora compite por Argentina, es prima suya. Al ver su interés, sus padres le regalaron una membresía en el Club Urbarí.
Desde entonces, de lunes a sábado, entrena. También utiliza las técnicas combinadas del crossfit. Carreras pedestres, bicimontaña y bicicleta de ruta son otros deportes que practica. Trabaja en el Servicio Departamental de Deportes. Coordina las actividades en la Villa Olímpica. 

La principal influencia de los hermanos, Roland y Carlos, fue su madre. Ella marcó su rumbo. Carolina Vargas era una atleta que integró las selecciones bolivianas de básquet y volibol y su padre, que también se llama Roland, jugaba fútbol y cuando estaba por subir a la primera categoría en Oriente, tuvo que viajar a Brasil para iniciar sus estudios. 

Inicialmente, Carlos jugaba solamente tenis. Tiempo después, como en el Club Urbarí se practicaba el racquet con mayor frecuencia, y acudían al lugar muchos jugadores excelentes, empezó a dedicarle tiempo al deporte. Practicaba frecuentemente en las canchas hasta que hubo un campeonato nacional en el club y participó. Ahí decidió cambiar de deporte. 

Desde muy pequeño le gustó el fútbol, pero lo jugó por diversión. En algún momento hizo dupla con su hermano, Roland, que ahora juega con Conrado. 

Carlos es campeón del Open Panamericano disputado en Chile este año y en los Juegos Bolivarianos de 2013 obtuvo el primer puesto en singles. 

Los tres jugadores, Rolando, Conrado y Carlos, comparten el gusto por las películas, los paseos y las salidas a comer. Ambas familias han compartido varios momentos juntos antes, durante y después de las competiciones, especialmente antes de la muerte de la mamá de los Keller. 

El equipo boliviano está listo, motivado y en forma para seguir conquistando medallas. 

Conduce un minibús en Cochabamba imbatible en pelota vasca

Milton Cayoja 
Tenía alrededor de nueve años cuando fue campeón nacional sub 15 en La Paz. Empezó a aprender cuando su padre atendía un frontón en Cochabamba. 

El papá de Milton Cayoja dice que tiene dos hijos orureños y dos ‘cochalos’. Gustavo y Jonathan jugaron un nacional representando a Oruro. Cristian y Milton compitieron por Cochabamba. 

Todos viven juntos en Quillacollo desde hace más de 20 años. Por entonces, Emigdio, papá de los competidores, llegó de su natal Oruro a Cochabamba, y su primer trabajo consistió en atender un frontón. 

El premio de 30.000 dólares por medalla de oro que entregó el Gobierno será dedicado a sus entrenamientos, porque la pelota vasca o k’ajcha, como le dicen los jugadores, no tiene casi ningún tipo de apoyo. 

Los gastos siempre han sido solventados por la familia Cayoja y por el mismo trabajo de Milton, que todos los días conduce un minibús entre Cochabamba y Quillacollo, en la línea 207. “Hemos ido a La Paz y en Santa Cruz fue campeón nacional”, cuenta. 

Milton trabaja con el minibús hasta las tres de la tarde y entrena hasta las seis. Luego sigue trabajando hasta las diez de la noche. Lo entrena Leonardo Bolívar. Compitió en Ecuador, México y Francia. Practica varios deportes. 

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