En el mar de sal Casa del Inca
La Isla Incahuasi. Parece un mundo mágico formado por un impresionante bosque de cactus. El paisaje a veces se asemeja al oeste americano y otras, a las imágenes conocidas del planeta Marte. Hay cavernas, túneles naturales y grutas coralinas
En pleno corazón del Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo, se encuentra la Isla de Incahuasi, que en quechua significa ‘la casa del inca’. Una pequeña ínsula que a varios kilómetros de distancia se deja ver como un oasis en medio del mar, al estar rodeado completamente por la inmensa extensión de sal.
La isla recibe dicho nombre por los restos antiguos que se encuentran en el lugar, entre ellos diferentes sitios arqueológicos de tipo tiwanacota, ruinas incas, cavernas y túneles naturales.
Lo más impresionante son los cientos de cactus milenarios gigantes y de un grosor impresionante (Echinopsis atacamensis) que pueden llegar a medir más de 12 metros de altura, pero que cada año apenas crecen dos milímetros, por lo que se hace fácil deducir la antigüedad que tienen. Según explican los guías turísticos, estas plantas tardan unos 1.000 años en crecer metro y se caracterizan por tener espinas en lugar de hojas y flores blancas que aparecen una vez por año.
La isla apenas mide 800 metros de largo y 450 de ancho, pero su punto más alto está a 3.822 metros sobre el nivel del mar (msnm), por lo que subirla, no es una tarea muy fácil, tomando en cuenta su altitud.
No obstante, la verdadera aventura está en recorrer el lugar, subir cuesta arriba para llegar a la cima desde donde se puede apreciar el Salar a 360 grados, en todo su esplendor, además de las singulares ‘playas’ de la isla y, sobre todo, observar a lo lejos el volcán Tunupa y la Isla del Pescado, la más grande de las 27 islas que hay en el Salar, pero que no son muy visitadas porque no cuentan con infraestructura adecuada para el turista.
Un paisaje impresionante
El recorrido cuenta con senderos bien señalizados y cuidados que facilitan el ascenso y descenso y, por muy increíble que parezca, el visitante puede encontrarse con túneles y grutas ¡que están formadas no por rocas, sino por corales y conchas marinas petrificadas, a más de 3.800 msnm!
La diversidad de los cactus, desde los más pequeños hasta los más grandes son una de las principales atracciones, dado que son multiformes debido a su tallo columnar, cladodio o globoso. Solo hay que tener cuidado de no pincharse porque están revestidos de espinas.
Una de las recomendaciones que hace la operadora de turismo, Scarlet Illanes, es subir y bajar pausadamente. No hay que olvidarse de que la isla está situada a casi 4.000 msnm, y si la persona no está acostumbrada a la altura, la presión en el pecho, la falta de oxígeno y los calambres musculares, le pueden jugar una mala pasada. Otra sugerencia es usar bloqueador solar y calzar zapatos adecuados.
Al finalizar el recorrido y retomar el trayecto, no deja de impresionar la secuencia infinita de hexágonos que marcan el terreno del majestuoso Salar, que dejan ver un paisaje casi surrealista, ese que atrajo a los creadores de la Guerra de las Galaxias.
Un lugar solo de paso
Al llegar a la isla, se encuentra el centro de recepción a los turistas que pertenece a la mancomunidad de municipios de Llica y Tahua, en cuyo territorio está el islote. El costo de la entrada solo es Bs 30 para que los visitantes puedan recorrer la isla y disfrutar de las vistas sobre el salar, el cielo azul cobalto y la flora y fauna.
No hay la opción de pernoctar en la isla. El lugar solo cuenta con un centro de comidas y bebidas propias de los Andes y la casita donde viven los guardaparques. Sin embargo, la mayoría de los turistas optan por almorzar en el primer hotel de sal que ahora funge como restaurante o bien en las mesas hechas con bloques de sal, situadas al borde de la isla, con el menú que llevan los guías.