Aniversario. Las protestas estudiantiles que sacudieron París y marcaron un antes y un después para la cultura y las sociedades occidentales cumplen 50 años, y el balance no está libre de cuestionamientos

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29 de abril de 2018, 4:00 AM
29 de abril de 2018, 4:00 AM

Corre camarada, deja el viejo mundo atrás”, escribían en 1968 los manifestantes en los muros de la Universidad de la Sorbona en París. Cincuenta años después, esa época sigue estando asociada a un importante cambio cultural y social, a veces cuestionado.

“Mayo del 68 fue un gran avance democrático y liberal -en el sentido político y cultural de la palabra: se atacó la discriminación en todas sus formas”, explica Henri Weber, un exmanifestante y exlíder de la Liga comunista, que años después se convirtió en senador y diputado europeo en las filas socialistas.

“Fue también un gran empuje hedonista, contra el puritanismo y la moral rigorista”, añade Weber. “Se refutaron todas las formas de ejercicio autoritario del poder, no la autoridad sino el autoritarismo”, apunta.

Porque en la Francia del general De Gaulle, a pesar de la ola yeyé entre los jóvenes ‘baby boomers’ (los nacidos durante la explosión de natalidad que siguió a la II guerra mundial), la sociedad sigue siendo “tradicionalista, rigorista y represiva”.  “En el 68, la juventud se libera de esa camisa de fuerza”, dice Weber.

El movimiento abarcó varios países alrededor del planeta y tuvo uno de sus episodios más violentos en la masacre de estudiantes en la plaza mexicana de Tlatelolco, con un saldo de al menos 200 muertos por disparos de la policía. Sin embargo, todo había comenzado en Estados Unidos a principios de la década de 1960 y se habíacristalizado como un movimiento pacifista con la oposición a la Guerra de Vietnam.

La convulsión alcanzó a  Europa del Este con el ingreso de tanques del ejército soviético a la capital polaca, Praga, que en 1968 vivió una breve “primavera”.

El auge del feminismo

Pero en Francia, Mayo del 68 tuvo una importancia particular, con entre 7 y 10 millones de huelguistas de todos los gremios de trabajadores, violentas represión a las manifestaciones estudiantiles y barricadas cortando el corazón de París.

Y la onda expansiva de ese movimiento se sintió en los años posteriores: “En los diez años que siguieron se pasó de una ‘izquierda generalista’ a ‘izquierdas especializadas’: feminista, homosexual, ecologista, regionalista, anticonsumista, etc.”, explicó recientemente al semanario L'Express el historiador Pascal Ory.  

La socióloga Julie Pagis, que escribió un libro sobre la actualidad de 170 familias que estuvieron ligadas a las movilizaciones estudiantiles de esa época, subraya los avances en los derechos de las mujeres. “A partir de la década de los 70, como herencia de los eventos de Mayo del 68, hubo un auge de los movimientos feministas (...) Estas movilizaciones cambiaron radicalmente los derechos de las mujeres, sobre todo con la ley” de 1975 que legalizó el aborto, señala.

En las protestas de Mayo del 68, “se escuchaba ‘nosotras las mujeres tenemos derecho a hacer el amor’”, explica Joëlle Brunerie-Kauffman, ginecóloga y feminista. Era una nueva forma de pensar y plantear las cosas incluso desde la relación de pareja, y fue una “toma de conciencia” para las mujeres que “comenzaron a cuestionar las relaciones de dominación” con respecto a los hombres y en la sociedad. Esa ola de pensamiento se extendió al mundo décadas después.  

Otro “avance”, añade Julie Pagis, fue en el ámbito de los “derechos de los trabajadores”. A finales de mayo se firmaron acuerdos entre el gobierno y los sindicatos que ratificaron la llegada de estos últimos a las empresas, además de un aumento del salario mínimo del 35%.

¿Una deconstrucción de Mayo del 68?

El cuestionamiento del orden establecido provocó también cambios en la educación, que era “reproductora de desigualdades”. “Gracias a Mayo del 68 hubo una importante evolución del sistema universitario y pedagógico en Francia. Antes, en las universidades las clases se impartían en grandes anfiteatros y solo el profesor tenía la palabra, después se introdujeron clases más pequeñas donde los estudiantes podían participar. Fue un logro extremadamente fuerte que se pensaba que nadie cuestionaría en el futuro”, afirma Pagis.

Pero no fue así. En 2007, el expresidente conservador Nicolas Sarkozy criticó la herencia de Mayo del 68, al acusar al movimiento de haber “liquidado la escuela del mérito y del respeto” y “sentado las bases del capitalismo sin escrúpulos ni ética”.

El filósofo Luc Ferry opina también que el 68 preparó el terreno al capitalismo. “El movimiento no estaba en contra de la sociedad de consumo, si no a favor de ésta”, estima, citando algunos de los eslóganes de la época: ‘Disfrutar sin obstáculos’, ‘Bajo los adoquines, la playa’. “Había que destruir los valores tradicionales para que el capitalismo globalizado floreciera”, señala.

Esas voces buscan atribuir “todos los males de la sociedad” a Mayo del 68, refuta Pagis.

“Lo que ha sucedido en muchas de nuestras sociedades desde entonces se produjo en contra de Mayo del 68”, estima Weber. “El individualismo democrático de izquierda, que de ninguna manera se oponía a lo colectivo, se volvió conservador-liberal después del colapso de la utopía comunista (...) Cuando se desvanece la representación de una sociedad alternativa, te repliegas sobre ti mismo”.  El fracaso de Mayo del 68 es que hoy “ya no hay utopías”, concluye.

La liberación sexual detrás de un reclamo

Los estudiantes tenían dos reivindicaciones: el fin de la Guerra de Vietnam y el permiso de recibir visitas del sexo opuesto en residencias universitarias. Este texto es parte del reportaje Revuelta en la casa de EEUU en la Ciudad Universitaria de la agencia AFP (del 13 de mayo de 1968) sobre ese reclamo al parecer menor, pero que prefigura la liberación sexual posterior.  

“Los estudiantes de la casa de EEUU en la Ciudad Universitaria de París se rebelaron contra el reglamento “puritano” e “inaceptable” del pabellón.  Siguiendo el ejemplo de otras residencias universitarias, 500 chicos y chicas decidieron circular libremente en su edificio.  

La casa está formada por dos alas, una de chicas y otra de chicos, sin que comunicación entre sí, excepto por el vestíbulo de entrada, donde un conserje vigila.  

La casa alberga a 500 estudiantes, repartidos al 50% entre franceses y estadounidenses y entre hombres y mujeres. Los estudiantes consideran que la disciplina es más rigurosa en su pabellón, lo que, aseguran, es injustificado teniendo en cuenta que la mayoría es mayor de edad. Durante el día, se extendió entre los estudiantes la idea de una abrogación del reglamento. Por la noche, tras haberse reunido en el vestíbulo, empezaron a cruzar de forma masiva las puertas que tenían vetadas.  

Las chicas no tuvieron dificultad en entrar al ala de los chicos pero, en el ala femenina, el intendente se interpuso durante un rato.  

Sin embargo, los estudiantes lograron abrir una puerta en la quinta planta, y pudieron entrar en la parte reservada a las chicas. Poco después, el intendente renunció a su guardia y dejó libre la circulación.  

La manifestación fue tranquila y simbólica, pero continuará si los estudiantes no logran un acuerdo con el director”.