La bóveda de cemento ubicada en un archipiélago helado del Ártico es una reserva de los cultivos de todo el planeta

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11 de marzo de 2018, 8:00 AM
11 de marzo de 2018, 8:00 AM

Algo tan cotidiano como el fallo de un refrigerador puede hacer que se pierda una colección de semillas, que puede ser el respaldo para cultivos de la siguiente temporada en un país con problemas para cubrir las necesidades alimenticias de su población. Para evitar que en un futuro impensable la extinción de especies cultivables pueda convertirse en un problema para toda la humanidad, fue creada hace diez años la Reserva mundial de semillas de Svalbard, el ‘Arca de Noé vegetal’. Diseñada y construida para ser el resguardo de la diversidad genética de los cultivos del planeta frente a posibles  conflictos globales o impensables catástrofes naturales, la también llamada “Bóveda del fin del mundo” superó a finales de febrero el millón de muestras de granos depositados en su interior. 

El renacimiento de la agricultura a escala global podría depender alguna vez de este dispositivo a prueba de fallas, enterrado bajo piedra y hielo a 1.300 kilómetros del Polo Norte.

En temperaturas polares -su interior está siempre a -18º centígrados-, más de 70.000 nuevas muestras de granos de arroz, trigo, maíz, guisantes y sorgo llegaron al lugar fortificado, ubicado en el interior de una montaña del archipiélago Svalbard, en el Ártico, al norte de Noruega continental.

Con la llegada de las nuevas semillas, la también bóveda, que se halla a una profundidad de más de 120 metros dentro de una mole de piedra arenisca, ha recibido en diez años de existencia un total de 1.059.646 variedades conservadas en cientos de cajas perfectamente alineadas en estanterías en varias salas.

Un mundo de esperanza 
“Estoy muy contento de anunciar que más de un millón de granos franquearon esta puerta para ser colocados definitivamente en un ambiente de seguridad perenne”, se congratuló el ministro de Agricultura noruego, Jon Georg Dale, durante la solemne ceremonia de depósito del nuevo muestrario.

Esta colección de granos, la más variada del planeta, es una red de seguridad para los alrededor de 1.700 bancos de genes que existen en el planeta frente a los riesgos relacionados con catástrofes naturales, guerras, cambio climático, enfermedades o impericias del ser humano.

El depósito es propiedad del Gobierno de Noruega, que financió tanto su construcción (con $us 45 millones) como su operación, y los granos pertenecen a Estados e instituciones depositarias de todo el planeta, que pueden recuperar las muestras de semillas sin mayor trámite cuando así lo requieran.  

La Reserva mundial de semillas ha sido hasta la fecha requerida por una sola institución, el banco de genes de la ciudad de Alepo, una de las más golpeadas por la prolongada guerra civil en Siria, cuando el Centro internacional de investigación agrícola en las zonas áridas (Icarda) de esa urbe resultó dañado por los combates entre gobierno y rebeldes.

A causa de esta recuperación de semillas, el arca contiene actualmente 967.216 variedades de granos, pero puede recibir alrededor de 4,5 millones.

Cambio climático 

Concebido para resistir a los desastres, el granero del planeta ya ha sentido los efectos del calentamiento climático: el aumento de las temperaturas en el Ártico llevó a un deshielo del pergelisol (superficie de tierra que debería estar permanentemente congelada), lo que provocó una fuga de agua a la entrada del túnel en 2016, sin que ningún grano haya resultado dañado.

El gobierno noruego anunció días atrás el desbloqueo de poco más de 10 millones de dólares este año para realizar trabajos, especialmente la construcción de un nuevo túnel de acceso y la construcción de un muro que alejará las fuentes de calor.