Aniversario número 34. El 6 de marzo, la ciudad que hace honor a su nombre por tener la mayor altura a nivel nacional, celebra más de tres décadas de creación. Referente político por historia y lucha, tiene como asignatura pendiente una mayor promoción como destino comunitario para disfrutar

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6 de marzo de 2019, 6:00 AM
6 de marzo de 2019, 6:00 AM

No me jodas, no te jodo, titula el libro de Alexis Argüello, un alteño orgulloso de su cuna. Esa frase, tan contundente, tiene la capacidad de ser automáticamente relacionada con El Alto, una joven ciudad, de bravura conocida y con gran impacto político.

Posiblemente ese protagonismo de las agallas alteñas dejó en segundo plano una faceta más amigable y menos huraña, la de urbe turística, que se vuelve tarea pendiente, tanto que cuando se pide información sobre el lugar, al Ministerio de Culturas y a la Alcaldía, no siempre hay respuesta. La iniciativa está, pero la difusión tropieza.

Aniversario

Este 6 de marzo, El Alto cumplirá 34 años de creación con actos conmemorativos que incluirán ofrenda floral, desfile y sesión de honor.

El Alto ya tiene su propia universidad, la Upea, su orquesta sinfónica, museos y esfuerzos arquitectónicos y artísticos que suben la paleta cromática de la que fuera una ciudad montañosa y marrón.

La lista de cosas por hacer se beneficia bastante con el teleférico que conecta la zona con La Paz, conformando el área metropolitana paceña, la más grande de Bolivia.

A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar (msnm) se yerguen los cholets, un estilo arquitectónico patrimonial de los Andes, que consiste en edificios entre tres y siete pisos con interiores lujosos que superan el millón de dólares, y en algunos de los cuales se desarrollan fiestas con grandes inversiones.

Una parada interesante es el condominio Wipala, donde pueden apreciarse los murales más grandes de Bolivia, pintados en las fachadas de las viviendas. En cada bloque hay dos iconografías de la cultura aymara pintadas por Mamani Mamani, con sus inconfundibles trazos y encendidas combinaciones.

Ecoturismo y tradición

En los últimos tiempos, la empresa privada ha potenciado el turismo comunitario que rescata las costumbres y los paisajes andinos más allá de los límites de El Alto.

La Ruta de Qhutaña es una de las más buscadas, con caminatas por hermosos escenarios montañosos, a la que se agrega un circuito esotérico por lugares sagrados, más conocidos como wacas, donde se llevan a cabo ceremonias ancestrales. Esta ruta fue desarrollada por el Gobierno Municipal con la Empresa Estatal Boliviana de Turismo (Boltur), y ya hay paquetes de accesibles precios a disponibilidad del público amante del turismo comunitario, que encuentra en esta zona un potencial increíble.

Y como parte de esta ruta, para recargarse con la ya conocida y cotizada energía de Los Andes, están Alaxpacha y Achachila Huayna Potosí, lagunas verde y roja originadas por el deshiele del nevado Huayna Potosí.

La guía
El periodista alteño Julio Ríos redactó una guía sobre los lugares de interés turístico de El Alto, con el respaldo de la Alcaldía y de la
Fundación Samuel Doria Medina.

El documento reunió información para diversos gustos, que enumeran desde los lugares esotéricos y ceremoniales hasta los ejemplares de la fauna altiplánica, entre la que se cuentan leque leque, wallatas, gaviotas, zorro andino, vizcachas, etc. También menciona las más de 70 iglesias construidas por un icónico sacerdote en El Alto, el padre Sebastián Obermaier, ya extinto.

De ‘shopping’

En la feria más grande del país, la 16 de Julio, en la que a modo de broma (con mucho apego a la realidad) se dice que se encuentra desde un tornillo hasta un tractor, se mueven cada semana más de 160 millones de bolivianos, según estimaciones.

Desde la Multifuncional hasta la plaza Ballivián, es el reinado de la ropa usada barata, de los productos chinos y de los precios más bajos, posiblemente a escala nacional.

Lo que comenzó los domingos, ahora reúne casi de forma permanente a varias asociaciones de comerciantes, pero también vendedores ilegales que exponen de todo. La feria 16 de Julio es uno de los mayores empleadores de la ciudad, bajo la figura de la informalidad. Pero para los compradores a bajísimo precios, es un sitio ineludible.

Las cholitas

La pollera no les estorba cuando se trata de ganarse la vida. Caen una y otra vez en el cuadrilátero, mientras ofrecen un peculiar show de lucha femenina, en el que está prohibido que estorben la ropa típica y las largas trenzas en el cabello.

Hay desde las más jóvenes hasta las veteranas que alcanzan el medio siglo de vida, son mujeres de origen aymara que desde hace varios años encontraron una fuente de ingresos económicos en la simulación de la pelea cuerpo a cuerpo con otras damas.

Este deporte, más agresivo que los tradicionales, pero también con dosis de sobreactuación, tiene escuelas de formación en El Alto. Inició hace dos décadas, e incluso ha cruzado fronteras, llegando a España, Argentina y Estados Unidos. Tuvo que deambular por bastante tiempo como entretenimiento de barrios, hasta encontrar espacio en el ámbito turístico.

Para dedicarse a la lucha libre o catchascán (de la expresión inglesa “catch-as-catch-can”, que se refiere a “atrapa como puedas”), las cholitas entrenan en gimnasios, pero también ejercitan sus dotes actorales, aunque alguno que otro golpe termina siendo real en medio de tanta voltereta.

De mayor crecimiento

Consagrada está la fama de El Alto de que es la ciudad con mayor índice de crecimiento demográfico del país. En sus 34 años de existencia, en ella se asentaron inmigrantes de otras localidades del país, sobre todo provenientes de la relocalización minera y de áreas rurales del país, desde los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca, y en menor medida también de Santa Cruz y Beni, pero también con extranjeros, siendo Perú el que más aporta.

El fortalecido tejido social de El Alto, con presencia de numerosas organizaciones, le ha dado un protagonismo político de impacto, mientras que la llegada de Mi Teleférico, que evade el inquebrantable tráfico La Paz - El Alto y las dificultades topográficas, ha sido clave para facilitar el flujo de los habitantes y del turismo.

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