Hito. Más allá de ser vitrina de moda y tendencias, el festival californiano es un negocio redondo. Este es el menú de lujos del segundo evento de música más importante del planeta

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22 de abril de 2018, 14:00 PM
22 de abril de 2018, 14:00 PM

La gastronomía, el arte y todo tipo de placeres ‘hipster’ y experiencias VIP tienen un marco ideal en el Festival de Coachella (California), un evento musical con cifras de negocio descomunales en el que los conciertos son el ingrediente principal, pero no el único.

Beyoncé, The Weeknd y Eminem encabezan la edición de este año, que se celebra en dos fines de semana consecutivos y finaliza este domingo en Indio, y aspira a superar las cuentas del festival de 2017 cuando Lady Gaga, Radiohead y Kendrick Lamar fueron las máximas estrellas.

Según Billboard, Coachella logró ingresos de $us 114,6 millones en 2017, lo que hace de este festival el segundo más lucrativo en la historia de los eventos musicales, solo detrás del Desert Trip que en 2016 reunió nada menos que a Bob Dylan, The Rolling Stones, Neil Young, Paul McCartney, The Who y Roger Waters. Detrás de Desert Trip y de Coachella está la misma promotora musical, la poderosa Goldenvoice.

Las entradas para esta edición de Coachella, cuyo precio para el acceso a los tres días era de $us 429, se agotaron en cuanto se pusieron a la venta el pasado enero.

En la víspera del comienzo de los conciertos, los pases para los tres días superaban los $us 900 en portales de reventa.

Ocio de alto precio

Pero Coachella no es un festival solo para jóvenes alternativos dispuestos a acampar bajo el sol del desierto: su hedonismo californiano remite más al lujo y el ‘glamour’ de Malibú que al hippiesmo surgido en San Francisco.

El abono VIP para el Coachella costaba $us 999, con acceso al recinto del Empire Polo Club. La exclusividad de la experiencia de cada invitado depende de los ceros de su cuenta que estén dispuestos a sacrificar. Alojarse en la lujosa zona de Lake Eldorado cuesta $us 2.458 por un “tipi” para dos personas o 3.316 por una tienda para cuatro huéspedes.

Y aunque la gastronomía en el recinto es un atractivo aparte, con puestos como Trejo's Tacos (del actor Danny Trejo) o helados veganos, la apacible área ajardinada de Rose Gardens ofrece cenas “gourmet” a $us 225 el cubierto.

El transporte también te distingue: el parqueo VIP se contrata al margen de la entrada por $us 150 y hay compañías de helicópteros que te llevan desde Los Ángeles.

Pese a que decenas de miles de personas entran cada día al festival, el ambiente es relajado.

Entre concierto y concierto el público busca cerveza artesanal en una terraza alejada de los escenarios, compra música en una tienda de vinilos, o personaliza sus vestimentas en tiendas de ropa.

El arte también es protagonista. En el primer día de Coachella triunfaron en Instagram las enormes instalaciones y esculturas con forma de supernova o torre multicolor firmadas por artistas y colectivos como Edoardo Tresoldi, Randy Polumbo, Simón Vega o Newsubstante.
Tampoco las grandes compañías son ajenas a las posibilidades que abre Coachella y no faltaron tiendas de empresas como Google, HP, Sephora o Marriott.

Cuatro fans llegados desde Tijuana (México) comentaron qué tiene de especial Coachella: desde Sonia, que se estrenaba en el festival, a Maritza, que vino por decimoquinta vez.

La veterana del Coachella destacó “el ambiente y la vibra” que permiten “desconectar del mundo” y que hacen que sea un festival “muy padre”.
“Llegué para vivir la experiencia Coachella: la música, la comida, ver a la gente, cómo se visten, el arte...”, consideró Sonia. Por su parte, Carlos fue más allá: “Venir a Coachella, más allá de quién toque, es la experiencia de estar en el desierto, el calorcito que pega: te transporta a un lugar que es como mágico”.

 

Más allá de los lujos, Coachella dicta moda y tendencias a partir de lo que se ve y se viste durante los días del festival
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