En la mitad de la calle y perdidos. En este periodo ocurre de todo: se van los hijos, envejecen los padres y se siente que la juventud se va. Surge la angustia por las metas no cumplidas y por la rutina diaria. Hay una reevaluación de la vida. Estas son formas de encarar una etapa inevitable

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13 de mayo de 2018, 4:00 AM
13 de mayo de 2018, 4:00 AM

Chistecito: “La crisis de la mediana edad se supera cuando por fin sentamos cabeza, pero entonces es nuestro cuerpo el que empieza a desparramarse”. 

Test rápido para saber si hay que estar alerta. Más de tres ‘sí’ deberían encender una luz amarilla: ¿Pasa más tiempo buscándose canas? ¿Le seduce la idea de hacer bungee o cualquier otra actividad arriesgada?¿Se está cepillando los dientes con más esmero?¿Gasta más en vitaminas y suplementos? ¿Está pensando en un tatuaje?¿Quiere comprarse una moto?¿De pronto cree que podría verse bien con tacones y minifalda?

Alrededor de los 40 años y más allá de los 55, se mira hacia atrás y se toma conciencia de que ya ha transcurrido la mitad de la vida. La juventud no está lejos, pero la vejez se vislumbra con más claridad. Se evalúan los logros, se pesan los fracasos, se remueven los viejos sueños.  Hay dolor, a veces desesperación y un sentimiento de que algo se ha perdido. Algunos se dan cuenta de que el trabajo no les gusta, o de que la pareja no es la adecuada. Los hijos han empezado a irse. 

El concepto de ‘crisis de la mediana edad’ surgió por primera vez en 1965, forjado por el sicoanalista canadiense Elliot Jaques. Sin embargo, los antiguos mayas sabían ya de una crisis que ocurre con más frecuencia entre los 48 y los 52 años. Los mayas hablan de una época de gestación, en la que suele haber crisis matrimonial y algunos problemas de salud, como recuerda la sicóloga Susanne Hansen. “La vida se impone y si la persona no estuvo sensibilizada para escuchar a la vida, esta le habla con un megáfono a gritos. Por eso está obligada a generar un cambio”. 

La terapeuta Patricia López Zúñiga anota que durante esta transición nuestro cuerpo alcanza la plenitud del desarrollo sicológico y biológico. Cambia la manera de pensar y hablar. “Nuestros cuerpos no responden con la velocidad ni la fuerza de antes. Eso nos hace frenar la marcha y controlar nuestros impulsos”.
 
En ellos 

En nuestro medio, el hombre –continúa López Zúñiga- encarna el discurso o mandato de ser la cabeza del hogar, el pilar que no tiene permitido perder, equivocarse ni fallar. “Eso puede incrementar su malestar y desesperación, empujándolo a situaciones ingratas para él y su entorno sociofamiliar; otros optarán  por eludir compromisos como protesta y negativa de la etapa adulta, refugiándose en etapas regresivas e inmaduras”

El varón se percata que su potencia va en decadencia. Eso aflige y origina algunas veces dificultades en sus relaciones de pareja, aunque, como matiza la terapeuta, eso depende de la comunicación, paciencia, afecto y comprensión entre ambos. 
Añade la sicóloga Liliana Zabala: “Los hombres se preocupan de funcionar muy bien en la cama y también de ingerir fármacos sin prescripción médica para paliar posibles disfunciones. También se preocupan por su aspecto físico”. 

Patricia López señala que existe un déficit de las hormonas masculinas (asoma la andropausia),  por lo tanto, aparece la angustia de perder el vigor en todos los aspectos. “Decae el tono muscular y el varón, que requiere seguridad, apoyo y afecto, pero  a veces no lo admite y cae en deterioro interpersonal e intrapersonal.  Buscan sentirse jóvenes, asumiendo algunas veces conductas audaces y carentes de madurez, como centrarse en expresar su virilidad”. Ahí aparece la clásica imagen del hombre que busca un segundo aire: si tiene dinero compra un convertible, o una moto, o se vuelve activo en las redes sociales para aparecer ‘conectado’ y actualizado. 

En ellas 

Las mujeres se preocupan más que el varón por el proceso de envejecimiento, dice Zabala. Están atentas a las arrugas en la piel y en todo el cuerpo.  “Recurren a los tratamientos estéticos y después de los 40, son proclives a la depresión cuando aparecen señales de que se está entrando en la etapa más adulta. El ritual empieza en la preocupación por los surcos de la piel hasta recurrir a la cirugia estética por el temor a envejecer”.

 López Zúñiga recalca que los cambios físicos (la menopausia es casi un hecho) pueden alterar el estado de ánimo. También buscan más comprensión y afecto. “En esta etapa la mujer incrementa su firmeza en las decisiones. Aumenta su apetito sexual. Disfruta plenamente”. 

La mujer valora los placeres de la vida, entre ellos la serenidad  y la armonía personal. “Existe un enamoramiento de sí misma y se concentra más en su cuidado personal de manera integral”. Puede señalarse como una ventaja que en ellas, esta etapa se manifiesta gradualmente. Eso les permite encararla con mayor serenidad y optimismo. Tanto hombres como mujeres buscan la serenidad, el contacto familiar y con personas específicas. 

Qué hacer 

Zabala evita hablar de ‘soluciones’ porque considera que el proceso de envejecimiento es una etapa más de la vida. Es inevitable. Advierte que si la persona que está experimentando este proceso no asume lo que sucede, puede entrar en la depresión, la ansiedad o la angustia. 
Patricia López sugiere explorar y disfrutar de las novedades y ventajas de esta etapa, explorar otras aptitudes y desarrollarlas placenteramente.

Busquemos apoyo sicológico para construir o rescatar pensamientos que nos permitan avanzar con entusiasmo y optimismo inteligente”, plantea. Recuerda la terapeuta que las crisis que se mantienen sin resolver están dadas no por el cambio físico “sino por las concepciones o construcciones de pensamientos que nos deterioran o nos sumen en un agujero negro”. Hay que pensar en prepararse para los cambios, aprovechar el tiempo de ocio, estimar a la pareja y dar cabida a la relajación. Bajar el ritmo de vez en cuando puede ser provechoso.

Momentos clave

Madurez de los hijos. En algunas personas, la crisis de la mediana edad empieza cuando los hijos alcanzan la edad madura y comienzan a marcharse del hogar. 

La edad de los padres. Cuando los padres envejecen o mueren se activa otro momento que impulsa esta crisis. La persona comienza a ser más consciente de su mortalidad. 

Monotonía. Es frecuente que, por las mañanas, se sienta pavor, arrepentimiento o sensación de estar vacío. La idea de que la vida es monótona es bastante común.

Desorientación. Se quiere un cambio, pero no se sabe en qué sentido. Por eso a veces se cambia el guardarropa, se compran objetos y se inician viajes para ‘recuperar tiempo’.

CIFRA

1965 
Se habla de esta crisis

Fue el sicólogo Elliot Jaques. Fue el creador del término ‘crisis de la mediana edad’  

37-59
El rango de edades 

Es la mínima y la máxima en la que puede ocurrir la crisis, según los investigadores. 

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