Murales. El fotógrafo estadounidense Thomas Laird presentó un libro enorme con el que cumple un cometido que se trazó 30 años atrás, cuando vio por primera vez una pintura en una capilla de meditación en Lhasa

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22 de abril de 2018, 4:00 AM
22 de abril de 2018, 4:00 AM

Cuando el periodista y fotógrafo Thomas Laird llegó en 1986 al Templo de Lukhang y vio los murales que adornaban esa pequeña capilla de meditación en Lhasa pensó de inmediato que tenía que mostrar este tesoro del arte tibetano al mundo. Tuvieron que pasar 30 años para que su sueño se hiciera realidad. 

Ya entonces realizó algunas fotografías, pero no tenían mucha calidad. “Eran solo detalles de los murales, era imposible sacar uno entero en una sola toma, eran demasiado grandes y no había distancia para las fotos”, recuerda.

Tuvo que esperar a que llegara la fotografía digital para poder usar el sistema de captura múltiple mediante panorámicas planas o esféricas, es decir, muchas fotografías tomadas desde exactamente la misma distancia para luego componer en el ordenador la imagen completa de cada mural.

Una hora de trabajo in situ para el más pequeño y hasta una semana en los de mayor tamaño. Son 200 los murales que Laird fotografió en cinco expediciones diferentes y que luego “pegó” en el ordenador en largas jornadas hasta lograr la calidad necesaria para unas espectaculares imágenes que se pueden ver en un enorme volumen publicado por Taschen.

Un trabajo enorme
Enorme por tamaño -70x50 cm y 23 kilos de peso- y por concepto. Casi 500 páginas con 6 desplegables que se puede contemplar en toda su belleza sobre un atril diseñado específicamente para este libro por Shigeru Ban, Premio Pritzker de Arquitectura 2014.

Siete años de trabajo concentrados en un volumen de tirada limitada: 998 ejemplares de coleccionista firmados cada uno por el dalai lama y en dos versiones.

La más sencilla, el enorme libro con las preciosas imágenes tomadas por Laird, con el atril y una 'pequeña' guía explicativa en inglés de 528 páginas. Son 918 ejemplares a $us 12.380, a la venta desde finales de marzo. Si se añade una lámina impresa en yeso y pan de oro con marco hecho a mano de madera maciza, los 80 compradores se puede llevar a casa una joya bibliográfica por $us 30.950.

Pero más allá de la cuidadísima edición de Taschen -cada lámina se imprimió cinco veces hasta dar con la máxima calidad-, el objeto de Laird cuando consiguió que Benedikt Taschen aceptase el reto de llevar a cabo este proyecto era, por encima de todo, dar a conocer estos murales.

Arte milenario 

Mil años de historia artística del Tibet repartidos en cientos de templos de ese territorio y que hasta hace 60 años apenas habían sido contemplados por los dalai lamas y maestros de meditación que estudiaban el budismo.

De difícil acceso en muchos casos y casi imposible en otros (algunos están a nueve metros de altura), los coloridos murales son un recorrido detallado por la historia y la filosofía budista, que durante siglos permanecieron ocultos a los ojos de los profanos. Dorados, rojos y verdes dominan los dibujos simples en apariencia pero profusos en detalles que hacen interminable su contemplación. Es el caso de los de los templos de Jokhang, Lukhang o Gyantse.

Laird estaba tan obsesionado con mostrar estos murales que no fue consciente del desafío en el que se metía cuando en 2009 empezó a usar fotografía digital para poder reproducirlos en papel.

“Cuando el dalai lama me habló de la importancia de los murales para su cultura, pensé: ‘tengo que hacerlo’ (...) y cuando los talibanes destruyeron los Budas de Bamiyán (Afganistán) supe que no podíamos retrasar más el proyecto”, recuerda Laird. Era 2001. 

El libro aún tardaría unos años. En el camino se unieron el profesor Robert A.F. Thurman, que escribe sobre el significado espiritual de los murales y especialistas como Heather Stoddard y Jakob Winkler, que analizan la técnica de cada imagen.

Un libro con el que el fotógrafo espera lograr su objetivo, que es mostrar al mundo un arte y una cultura mucho más cercana de lo que occidente pueda pensar.

Joyas que no todos ven

Algunos murales en los monasterios tibetanos fueron pintados hace 1.300 años y desde sus inicios, que coinciden con la llegada del budismo a la región por cuenta de la dinastía Tang, tuvieron motivaciones religiosas.

La mayoría de las obras retrata aspectos del budismo y muestran una deidad central rodeada por una cantidad de detalles ornamentales.
También hay murales de tipo histórico dedicados a reyes tibetanos y uno dedicado al quinto dalai lama, que destacó por sus intentos de amistar al Tibet con el gobierno central chino. Los murales sociales retratan oficios y artes del pueblo tibetano.