Experiencia. La comunicadora Leticia Jordán, expatriada hace seis años en ese país, narra impresiones sobre su encuentro con esta y otras culturas, además de las ventajas y las desventajas de vivir en uno de los países más ricos del mundo y que da envidiables condiciones a sus locales

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28 de octubre de 2018, 12:45 PM
28 de octubre de 2018, 12:45 PM

Todas las mujeres nuevas en Qatar pasamos por diferentes etapas emocionales. Por ejemplo a la llegada sentimos enormes dosis de entusiasmo, renovación, de aventura, de creer que ampliamos nuestros horizontes, de curiosidad por conocer cosas nuevas y diferentes, todas enmarcadas en un país con una amplia gama de multiculturalismo como el que implica Qatar.

Bajo estas sensaciones, inquietudes y expectativas, los primeros días transcurren con la novedad de entrar en contacto con este nuevo mundo y sus costumbres, que de lejos son muy diferentes a los de la cultura occidental. Es un periodo con mucho aprendizaje y shock, es una fase de adaptación y asimilación a las nuevas reglas de vida por estas tierras. Si bien la mayoría venimos con alguna información básica sobre las tradiciones, las reglas respecto a la religión, la conducta reservada de las mujeres, los códigos de vestimenta, el verano inhóspito y la gran cantidad de mezquitas repartidas por toda la ciudad, vivirlo en carne propia está en otro inexplicable nivel. 

Incluso después de años de vivir acá, Qatar sigue siendo una caja de sorpresas. El cambio acarrea un periodo de estrés, a veces de desorientación, de encantos y desencantos, en el que necesitamos hacer muchos trámites en diferentes oficinas y en algunas solo pueden entrar mujeres. A nadie le interesa quién es el ser humano, ni de dónde viene, es un número más en la fila de trámites. Es una fase en la que tenemos que construir un espacio propio, establecer nuevas relaciones, buscar colegios si tenemos hijos en edad escolar, separarse de ellos si ya son grandes o están estudiando en el extranjero, es una fase de renuncias y ganancias, cuando entra en crisis la paciencia, para que poco a poco nuestra vida tome ritmo y fluya en el nuevo país.

En cada viaje a Bolivia en vacaciones, muchos amigos me preguntan ¿cómo es vivir en Qatar? Tal vez algunos piensan que vivir en el país más rico del mundo, ya que según los últimos informes Qatar continúa en ese pedestal debido a sus elevadas reservas de petróleo y gas natural, que conlleva una vida de lujo y ensueño. Sin embargo, la vida en Qatar no es fácil, tampoco es mala, pero es exponencialmente diferente. La ciudad no tiene una vida real y natural, todos los días parecen iguales, es fácil caer en la rutina, respirar arena y ver color arena en todos lados, por eso es muy importante tener buena actitud, concentrarse en lo positivo del paso por Qatar y poner color a los días.

Una amiga decía “la depresión en las mujeres es muy común en Qatar, hay jornadas en que uno no quiere ni levantarse de la cama…”, y continuaba “yo creo que la depresión es como un cuarto vacío, en el que uno se encierra, del que no quiere salir, ahora depende de uno qué hacer en ese cuarto, uno tiene que aprender a canalizar esa depresión de manera correcta, haciendo algo que nos guste y nos llene”… es poner de nuestra parte, es levantarse y darse ánimos, tarea que no siempre es fácil. El sentimiento de soledad tiene una presencia muy fuerte en este país.

Entre las cosas que son raras en Doha (capital de Qatar) y que no dejan de incomodar a la mujer, es que donde sea que uno va, está rodeada de miradas masculinas, es que hay tanto trabajador varón, que a veces da la sensación de estar siendo observada por un estadio lleno de hombres. Es que el 75% del total de la población es masculina. Toda mujer en Qatar se siente intimidada por las miradas y no miradas, ya que los trabajadores que son obreros, que son la mayoría, miran y no miran. Miran y desvían la mirada asustados o nerviosos, considerando que las reglas del islamismo de protección de la intimidad de la mujer son bastantes duras, tanto así que si una mujer casada denuncia que es observada maliciosamente por un hombre, puede hacer que este sea expulsado del trabajo y del país.

En lo que respecta a las mujeres, para las que no trabajan muchas veces es más difícil; la vida se resume a despertarse muy temprano, por lo general 6:00; llevar a los hijos al colegio, estresarse con el tráfico vehicular; regresar a la casa; entrar a dormir un rato si se quiere recuperar un poco del cansancio de levantarse temprano; no hacer nada si se tiene empleada y, si no se tiene, pasarse la mañana sin darse cuenta entre la limpiada, la cocinada, la lavadora; salir al supermercado; ir de compras al mall, algunas por necesidad, otras por llenar el vacío de no hacer nada, por pasar el tiempo o por darse un regalo de autoestima; reunirse con amigas, a charlar o compartir un café, algunas tienen reuniones muy seguidas y otras con menor frecuencia; recoger a los niños del colegio; si se tiene hijos pequeños llevarlos al parque, al club house o caminar en el barrio si el clima lo permite; llevar a los hijos a las actividades extras. En consecuencia, sin darse cuenta, entre la correteada, se pasa uno y otro día. Ahora, si son mujeres con hijos mayores, que ya pasaron la fase de dedicación permanente que demandan los pequeños, mientras los maridos trabajan, pueden pasar sus días entre clases de árabe, charlas eventuales sobre la cultura local u otros cursos de su interés, o pertenecer a algún grupo de extranjeras que tienen actividades permanentes a lo largo de todo el año, o participar de actividades de su iglesia. Otro grupo es el de las mujeres que trabajan, es sin duda también un grupo admirable, ellas deben dividir el tiempo entre los hijos, el marido, las cosas de la casa y el trabajo, en un país que no es fácil y sin la ayuda de familiares cercanos. La gran ventaja es que interactúan con otras personas a nivel profesional y se realizan en otros ámbitos, dando un poco de dinamismo y frescura a su paso por Qatar.

En un balance de ser expatriada se puede concluir que se ganan y se pierden cosas. Vivir lejos del país de origen conlleva la separación familiar, de los amigos, perder momentos especiales, importantes y sencillos de la vida de las personas que queremos, como cumpleaños, graduaciones, nacimientos, aniversarios o la oportunidad de estar presentes en situaciones difíciles como problemas personales, cirugías, enfermedades o fallecimientos.

Una de las expatriadas amigas dijo algo pocas veces valorado en la rutina, pero con capacidad de impactar en un corazón alejado de su tierra natal. Contó que cada año que viajaba a su país a visitar a sus papás, veía el proceso de envejecimiento de ellos, la salud apagándose y deteriorándose año tras año; ella vio con tristeza que ellos estaban perdiendo el crecimiento de sus nietos. El paso implacable del tiempo los iba consumiendo en la inminencia de la vejez, y a eso se unía la distancia. Es inevitable pensar cosas que habitualmente la cercanía no permite apreciar. Por ejemplo que las ocupaciones cotidianas alejan de los amigos. El cariño y la amistad siempre están, pero los miles de kilómetros, las actividades propias y la diferencia de siete horas que dificulta una comunicación fluida, cobran una factura cara, el costo es estar ajenos a muchos detalles de la extrañada cotidianidad de los seres queridos. Sin darnos cuenta, en cierta medida nos vamos apartando de sus vidas.

Ventajas de vivir en Qatar

Una de las principales razones para que la mayoría de profesionales llegue a este país es la posibilidad de contar con un trabajo estable, acompañado de un atractivo salario y un buen paquete de beneficios familiares. Otro elemento positivo es la seguridad ciudadana, la vida relativamente tranquila y sin los fantasmas de la criminalidad merodeando el entorno familiar. Las puertas de la casa pueden quedar abiertas en Qatar, el auto encendido o con las llaves puestas, la cartera a la vista, hacer transacciones bancarias sin prevenciones, tener dinero sin miedo a ser asaltado, pararse en un semáforo sin aterrorizarse, olvidar que los borrachos andan por las calles o entre los jóvenes, ya que el consumo de bebidas alcohólicas es muy controlado. Todo esto es muy valioso, sobre todo para los que llegan de países con elevados y estresantes grados de inseguridad.

¿Es Qatar una burbuja?

Si bien la mayoría de los papás sienten felicidad de que sus hijos tengan una niñez y una adolescencia tranquila, con amigos de muchas nacionalidades y con actividades muy sanas, no deja de ser preocupante que, al estar en un ambiente tan sereno, no tengan la malicia y los filtros para cuidarse de los peligros del mundo real, filtros que se desarrollan de manera natural en los entornos donde nacen la mayoría de los expatriados de Qatar.

Otra ventaja es el aprendizaje multicultural y la apertura de barreras mentales hacia horizontes más allá de la cultura propia, que sin duda, es una experiencia invaluable que terminan enriqueciendo y haciendo más flexibles a los seres humanos al cambio y a lo diverso. Vivir en Qatar siendo mujer es un gran desafío.

En todo este tiempo, seis años, conocí a mujeres auténticas, valientes y fuertes que encaran la vida de la mejor manera, siendo honestas, pasando por etapas normales que toda persona tiene, que viven días con luces, matices y sombras, con errores y aciertos, con etapas de alegría, tristeza, desencanto, depresión, nostalgia, paz, gratitud, búsqueda espiritual, soledad, amor, empatía y solidaridad.

He visto arribar y partir a muchas personas. Este no es un país en el que uno puede quedarse a vivir, mientras uno está con trabajo, tiene la residencia asegurada, de lo contrario, el plazo para abandonar el país es corto y estricto y, bajo esta premisa, todos somos aves de paso. Por eso queda la moraleja de esforzarnos para vivir sin complicarnos y especialmente “aprendiendo a coexistir felices en lo que nos tocó vivir”. Entre arena y cientos de nacionalidades. 

POBLACIÓN

85 % Son expatriados De diferentes nacionalidades que viven en este país por cuestiones laborales. Los locales son entre un 10 a 15 por ciento, pero cuentan con mayores beneficios que los extranjeros