Permiso para salir. La adolescencia es una etapa difícil de manejar, los hijos crecen y demandan mayor autonomía y menos control de los padres. Quieren socializar más con sus grupos y eso genera cierto temor en los progenitores. Especialistas brindan algunos consejos sobre cómo afrontar las primeras salidas

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17 de marzo de 2019, 4:00 AM
17 de marzo de 2019, 4:00 AM

Hace unas semanas, Marcela se pegó el susto de su vida con su hijo de 14 años. Fue a una ‘confra’ de su colegio y en dos horas el chico tenía intoxicación alcohólica y acabó en un hospital.

Este, según la sicopedagoga Debbie Cronenbold, es uno de los principales problemas que preocupa a los padres de familia a la hora de dejar salir a sus hijos adolescentes.

En criterio de la sicopedagoga Cynthia Rivero, las ‘confra’ son fiestas a las que padres no deben permitir ir a sus hijos, porque son lugares donde los adultos han descuidado tremendamente a los chicos, que beben a muy temprana edad, aun a sabiendas de sus progenitores, sin analizar las consecuencias del alcoholismo en la adolescencia.

Para Debbie, la adolescencia se convierte en una etapa difícil de manejar para los padres, los hijos han crecido y ya no se los puede tratar como niños, demandan mayor autonomía y menos control, están probando habilidades sociales en sus grupos y es muy importante la retroalimentación que reciben de los pares.

Algo muy importante para la orientadora familiar Dalia Muñoz es que cuando los adolescentes se sienten mayores y ansían más libertad desean que sus padres confíen en ellos y buscan ser dueños de sus propios actos, pero todavía no son lo suficientemente maduros para enfrentar responsabilidades. Por ello, los progenitores deben ser prudentes, pide no dejarlos hacer todo lo que piden, sino evaluar qué son realmente capaces de afrontar.

“Cada edad debe tener sus privilegios y, por supuesto, sus obligaciones y responsabilidades. Podrán empezar a salir a pasear dependiendo de con quién, dónde y hasta qué hora. Si demuestran que son responsables respecto al horario de regreso a casa y en su comportamiento con los amigos, podrán ir obteniendo mayor libertad. No deben tener miedo a decir ocasionalmente ‘no’ a algo que les parezca no mal, sino inadecuado para su edad, ni tampoco ceder a sus deseos por temor a provocar una situación tensa o desagradable en la relación de padres e hijos”, argumenta.

 

Proteger y educar

Cynthia afirma que el tema de las salidas de los hijos adolescentes tiene varias aristas a tomar en cuenta, primero la formación y contención emocional que tienen los chicos en casa y entre sus amigos más cercanos; segundo, en los espacios de comunicación entre ellos y sus padres que, cuando están vacíos, tienden a rellenarse con cualquier cosa. La prudencia y el instinto que avisa a los padres de posibles peligros. Hay que dejar claro, asegura, que los padres nunca serán amigos de sus hijos, vienen de otra etapa de vida en la que hay mayor sabiduría, conocimiento y vivencia. Ellos tienen autoridad y están para proteger, educar y mostrar los valores de la familia a la nueva generación.

La sicóloga Claudia Tórrez señala que desde la preadolescencia, las familias comienzan a tener conflictos asociados a los permisos a los hijos, pues en esta etapa ellos empiezan a tener mayor vida social, nuevas actividades y buscan, por tanto, mayor libertad e independencia.

Dalia afirma que la primera condición para dar o no un permiso, es que ambos padres tengan una postura de coherencia en sus límites de negociación y, además, deben expresar libremente sus preocupaciones, peticiones, sus deseos y lo que ambos esperan de su comportamiento. Asimismo, deben dejar claras sus normas, reglas y límites, especialmente con la conducta y con la hora de regreso a casa.

Claudia acota que no sirve que uno de los adultos responsables diga que no y el otro diga que sí, como tampoco es útil que el padre, por ejemplo, al ser consultado por un permiso, no responda e indique a su hijo que le pregunte a su madre. Ambas situaciones confunden, hacen que los padres pierdan credibilidad o llevan a los hijos a aprender a manipularlos para lograr lo que quieren.

Indica que sirve de mucho tener algunos acuerdos establecidos con anterioridad entre ellos y los padres, así resulta más fácil que el adolescente se conforme o entienda cuando no se le da un permiso. Luego irán surgiendo nuevos acuerdos en la medida que se vayan dando nuevas situaciones.

¿A qué edad deben salir?

Es muy difícil decir una edad en concreto, dado que dependerá de la ciudad donde viven, de las características sicológicas del adolescente, del tipo de crianza en la familia y de los objetivos de vida que tiene el muchacho.

Cynthia añade que también depende de la madurez del chico y del camino que viene recorriendo. “No hay desarrollos personales ‘generales’, son así: personales, individuales y fuertemente vinculados al contexto familiar y social del chico”, detalla.

Como sugerencia, dice Debbie, los padres deben permitir socializar a los chicos desde temprana edad para ir viendo cómo se comporta su hijo en los grupos, para ir pensando cómo serán sus salidas de adolescentes.

En Santa Cruz, expresa, como una norma social se estableció que los 15 años es el momento de inicio de la vida social del adolescente, es en ese momento cuando tiene invitaciones a fiestas. No obstante, se ha visto que chicos de 13 años ya están formando comparsas y hacen fiestas del tenor de los adultos, apañados por los padres.

Claudia manifiesta que los permisos deben darse de forma progresiva, en la medida que los hijos demuestren que cumplen con las exigencias y responsabilidades que se les asigna. Tienen que estar conscientes de que deben cumplir horarios, que a veces pueden ser flexibles.

¿Qué deben hacer los padres?

En primer lugar, Cynthia señala que tienen que hablar entre los padres, escuchar las experiencias de otros papás, ver el entorno de sus amigos cercanos y conocerlos, dialogar con los hijos y establecer límites, derechos y responsabilidades.

Tienen que encarar las salidas con cuidado, desde el respeto y desde la educación para la vida. Es fundamental, prosigue, enseñar a los hijos que nuestras acciones tienen consecuencias y que en ocasiones esas consecuencias pueden ser tremendamente constructivas o no.

En criterio de Debbie, las salidas deben afrontarse con mucha calma. Sugiere a los padres que se acuerden de cuando eran adolescentes. Es preferible apoyar desde una postura amigable y fraterna a tener una actitud de amenazas y restricciones. “Ser muy permisivo o autoritario es perjudicial para el adolescente y para el buen relacionamiento con los padres”, concluye.

2. Socialización. Las fiestas en las que participen deben ser con chicos de su edad y de su mismo círculo social.
3. Control. Aunque no guste a los hijos, los papás deben saber todos los pormenores de sus salidas.
4. Diálogo. Deben saber que los aman y estarán pendientes de que vuelvan sanos y salvos. Deben hablarles de los límites y lo que esperan de ellos.
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