Ayer, el autor paceño habría cumplido 60 años. Sus escritos se alimentaban del alcohol y la calle, donde vivió desde su niñez. Viscarra falleció en 2006, de cirrosis

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3 de enero de 2018, 4:00 AM
3 de enero de 2018, 4:00 AM

Una noche de agosto de 2005 Víctor Hugo Viscarra decía en una entrevista a EL DEBER: “Nunca me van a aceptar estos intelectuales que tienen bienes, platas, títulos y que no entienden que una basura como yo sea mejor que ellos. Amo a los perros vagabundos porque somos iguales, andamos entre los basureros buscando las sobras para poder comer”. Estaba por publicar su quinto libro y llevaba más de 30 años viviendo en la calle, donde forjó toda su literatura, desde Coba: lenguaje secreto del hampa boliviano, publicado en 1981, hasta ese último texto de 2005, Avisos necrológicos (luego se editaría el póstumo Ch’aqui fulero, en 2007).

Ayer, Viscarra habría cumplido 60 años. Nació un 2 de enero de 1958 y desde pequeño supo del rechazo y la infelicidad que le proporcionó su familia, lo que lo obligó a buscar refugio en la calle y, sobre todo, en la literatura.  

Sus libros testimoniales fueron ganando público rápidamente. Incluso uno de sus cuentos, Anoche en un putero, fue adaptado al teatro con la actuación de Jorge Ortiz. Viscarra tuvo en el escritor Manuel Vargas, director de la editorial Correveidile, a uno de sus grandes amigos, aunque también era apreciado por René Bascopé y la crítica Vicky Ayllón. Su escritura era sucia, directa, despojada de adornos, donde hacía una crónica del nocturno paceño, de lo que él mismo vivía en las calles frías. La intelectualidad paceña llegó a reconocer su obra, aunque también tuvo -y tiene- grandes detractores. “Su obra, valiosa pero que no marca escuela, nace de una necesidad de darle voz a los sin voz (...).

Pero en sus libros, más allá de ciertos giros y recurrencias afortunadas, no se ve un trabajo especial con el lenguaje”, señaló el autor Sebastián Antezana, en un artículo por los 10 años de la muerte de Viscarra, ocurrida en mayo de 2006.

Legado
“Nací viejo”, dice Viscarra en el inicio de uno de sus libros más celebrados, Borracho estaba pero me acuerdo, de 2002. El autor chaqueño David Acebey llegó a conocerlo cuando colaboraba con el semanario Aquí, de La Paz, que entonces era dirigido por René Bascopé. “En una ocasión no tenía dónde dormir y le pidió a René quedarse en el semanario, y parece que tenía ganas de tomarse un trago y no tenía plata; entonces, fue y la empeñó la máquina de escribir del semanario. Querían denunciarlo para meterlo a la cárcel, pero otras personas nos opusimos, porque esa era la naturaleza de Viscarra, no podían hacerle eso. Era medio de la hampa y era escritor”, recordó entre risas Acebey y agregó que la vida de Viscarra estaba entre el dolor y la alegría.

Viscarra, escritor

Borracho estaba, pero me acuerdo (Fragmento)
Nací viejo. Mi vida ha sido un tránsito brusco de la niñez a la vejez, sin términos medios. No tuve tiempo para ser niño. Hay una pelota nuevita, guardada en algún rincón de mis recuerdos. Lo más lógico ha de ser que yo sea un verdadero niño cuando me llegue la vejez. Para ella, es cierto, uno tiene tiempo de sobra. Presumo que ha de ser a los cuarenta y nueve años, pues si llego a los cincuenta me suicido. Nacionalizo una pistola y me pego un tiro. Hablar de mi niñez, si vamos a llamarla así, es muy fregado. Quiero olvidar ese período, pero es imposible. No tengo nada grato que recordar y los hombres que recuerdan        con tristeza su infancia.