En esta casa de 1920 funciona el Archivo Histórico, una hemeroteca, una biblioteca, un museo, un centro de investigaciones y una sala de teatro. La zona trasera se cae

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24 de marzo de 2019, 4:02 AM
24 de marzo de 2019, 4:02 AM

El estilo art nouveau aún resplandece en su fachada y en el primer patio. La belleza de esta casona, que se inauguró en 1920 después de cinco años de construcción, está ajada. Tenía depósitos subterráneos para colectar el agua de lluvia y bombas para distribuirla por toda la casa. En esa época, Santa Cruz solo tenía ocho grifos públicos.

La familia Gutiérrez-Jiménez la vendió al Estado en los años sesenta. Su condición ruinosa ya llamó la atención a mediados de los años 80, cuando los académicos Manuel Jesús Angulo y Mario Gabriel Hollweg se entregaron a la tarea de recuperar el edificio.

En el lugar funcionó la Unidad Sanitaria hasta que se logró, tras varias presiones, transferir el inmueble a la Universidad Gabriel René Moreno. El sueño de contar con un Museo Regional empezó a concretarse en 1986, cuando se transfirió la casona; desde 1996 funciona en el lugar el Museo de Historia.

Cada año, más de 35.000 personas visitan el lugar. En realidad, solo la parte delantera, donde está la colección de cuadros de Armando Jordán, el pintor costumbrista más representativo de Santa Cruz, que antes estuvo en la desaparecida Cordecruz; ahí se puede ver una muestra permanente de la cultura chiquitana; es posible consultar el Archivo Histórico Departamental, que tiene documentos desde 1614; están las didácticas pinturas de Carlos Cirbián, que son admiradas cotidianamente por estudiantes y turistas, que escuchan cómo Santos Frías explica apasionadamente detalles acerca de la Guerra de la independencia, del Puerto de Cuatro Ojos, de la batalla del Pari, de las luchas cívicas cruceñas y de otros hechos históricos plasmados por Cirbián.

La hemeroteca, que tiene periódicos publicados desde que llegó la imprenta a Santa Cruz en 1864, es muy consultada por los investigadores.

Tiempo y burocracia

A todo esto se suman las actividades académicas, que ya han reunido a investigadores de Australia, Argentina, Brasil, Bolivia y otros países. La actividad editorial es intensa. Hay monografías de las 15 provincias cruceñas y estudios recientes en varias disciplinas. Coloquios, encuentros, conferencias y presentación de libros son parte de la actividad frecuente del lugar, además de las obras teatrales que Casateatro presenta. En la casa se filmaron películas y se reunieron 170 investigadores en el primer Congreso Sudamericano de Historia. Con tanta actividad, ¿por qué entonces está el edificio tan descuidado? Porque los tiempos de la burocracia son lentos.

Se hicieron trabajos en la estructura y en el tejado a principios de los 90. El trabajo fue pagado por Cordecruz. En 2008 se empezó a elaborar un proyecto para restaurar toda la casona. Se emplearían fondos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos. El municipio aprobó este anteproyecto que permitiría elaborar el proyecto a diseño final, según explica la directora del museo, Paula Peña.

Durante la elaboración de este anteproyecto se anotaron todos los requerimientos: instalación de luces y datos, climatización, restauración completa, construcción de un teatro o auditorio subterráneo en los aljibes donde se acopiaba agua y colocación de dos cúpulas de vidrio.

Esas dos cúpulas cubrirán, cada una, los dos patios de la edificación. Así se evitarán los problemas que causa la lluvia. El lugar, según dice Peña, cambiará de ser una casa donde hay un museo a un museo con un recorrido que permita disfrutar de las colecciones al visitante.

La instancia responsable de ejecutar las obras es la Dirección de Infraestructura de la Universidad Gabriel René Moreno. Fernando Aguilar está al frente de esta dirección. Explica que se hicieron dos licitaciones para contratar especialistas en restauración y puesta en valor del edificio histórico. Ambas licitaciones se declararon desiertas; una porque nadie se presentó y otra porque los proponentes no cumplían ninguno de los requisitos.

Si todo va bien, el proyecto, elaborado por el arquitecto José Antonio Arenas, podría ser aprobado en julio de este año por el municipio. Si la respuesta llega en septiembre, se puede licitar en noviembre las obras civliles. Hasta diciembre se adjudica y en enero de 2020 se puede arrancar con las obras de restauración.

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