Los artistas cruceños manifestaron su preocupación por la llegada de cantantes internacionales que, según estimaciones, deja sin contrato a 80% de ellos en este Carnaval. Los productores de espectáculos también tienen su versión

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22 de febrero de 2019, 4:00 AM
22 de febrero de 2019, 4:00 AM

Mientras unos demandan que se regule el porcentaje de las presentaciones musicales foráneas y las bolivianas, otros consideran que se trata de un negocio cuya dinámica está regida por la demanda del público.

Los músicos de la Federación de Artistas Unidos de Santa Cruz de la Sierra (Fedaucruz), a través de su representante, Guillermo Calabi, lamentaron nuevamente el nulo apoyo de las autoridades llamadas a regular los espectáculos de la ciudad.

La molestia se basa en que, según Calabi, el 80% de los músicos locales se quedó sin contrato para este Carnaval. Sin embargo, los productores tienen su propia mirada del escenario artístico.

Carlos Paba es uno de ellos, reconoce que en Bolivia se consume más el producto de otras partes, por encima de lo local, y tiene su teoría al respecto: “El país no tiene artistas que se dediquen a hacer música nueva, que le inviertan dinero, tiempo, trabajo, con la proyección de salir afuera. Lo que el músico boliviano quiere es el día a día, cada fin de semana, muchos cantan temas ajenos. En cuestión de mercados, el boliviano consume mucha moda, esta moda es lo que genera, es el mismo público boliviano que da esa cabida a la música internacional”, sostiene y pone de ejemplo a las comparsas, que le pidieron a artistas específicos para este Carnaval. Tendrá a Vilma Palma en el parqueo de Tradición Carnavalera y a Lenny Tavárez en los de Furor y Rumba Carnavalera.

Sobre las melodías típicas, Paba considera que la población más joven busca nuevas cosas y que Bolivia debe hacer lo que hacen otros lugares. Pone de ejemplo el caso de Colombia, donde el vallenato se fusionó con el reguetón. “Si no te reinventas no vas a evolucionar y no te van a contratar. Aparte, las orquestas de acá cantan música de otros, eso hace que la gente no pague para verlos”, opina.

En cuanto a una regulación, Jean Paul Monasterio dice que son eventos privados los que organizan y que esta intervención debe darse cuando se trata de eventos de alcaldías o gobernaciones, “tienen que incentivar”, dice. Monasterio cree que ellos hacen su parte, por lo menos personalmente, ya que en cada concierto internacional siempre incluyen a un destacado artista boliviano. “En todas nuestras producciones siempre hay un local. Le dicen telonero, pero es parte del show. Si nosotros ponemos al internacional primero, y a lo último el nacional, la gente se va, sería más bien una falta de respeto ponerlos al final”, argumenta.

Jean Paul cree que el apoyo a lo folclórico, específicamente, debe ser un trabajo bien planificado, con años de anticipación para que el joven tome en cuenta esa música. “Los de 15 y 18 años no saben lo que es chobena o taquirari, por eso llegan a cierta edad y saben cuál es su género preferido, están más acostumbrados al género urbano”, arguye.

Carlos Tarupayo, otro de los productores, reitera que la elección de un artista internacional tiene que ver con la aceptación en el público masivo, “va a llevar mucha más gente que un local, pero eso no depende de los productores de espectáculos en sí, sino del gusto musical del público”, confiesa. A pesar de esa preferencia por lo foráneo, Tarupayo asegura que con su trabajo da espacio a los artistas locales para que muestren su música. “Con el fin de que puedan poner un poco más de empeño al trabajo que vienen realizando, y los consideramos buenos, por eso los subimos el escenario con los de afuera”, dice quien ha trabajado con los Kjarkas, Guachambé, Ch’ila Jatun, Aguanile, entre otros grupos bolivianos.

Ellos coinciden en que en un lugar como Santa Cruz siempre hay trabajo musical.

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