Los padres deben inculcar la virtud de la generosidad desde pequeños a sus hijos. En esta nota, hay dos ejemplos de personas que comparten lo que tienen con los demás

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11 de diciembre de 2017, 7:09 AM
11 de diciembre de 2017, 7:09 AM

Navidad es una de las épocas del año más felices de los niños, pues reciben regalos de los padres, de los abuelos, de los padrinos y de otros parientes, pero también es una excelente excusa para sembrar en ellos la solidaridad con los niños, cuyas familias no tienen la posibilidad económica para proveerles regalos, para comprarles ropa o para compartir una cena.

“Los adultos debemos inculcar la generosidad en los pequeños en las diferentes etapas de sus vidas. Empero, las fiestas de fin de año son propicias para practicar el desapego de las cosas materiales en los niños y profundizar el sentimiento de dar algo a los desfavorecidos sin esperar nada a cambio”, manifestó la sicopedagoga Nadia Rocabado.

Hay muchas maneras de hacerlo. Se puede empezar por estrechar lazos con vecinos, con los cuales los hijos pueden empezar a desprenderse de sus juguetes antiguos (en buen estado) o compartir alimentos con las personas necesitadas, añadió Rocabado.

Los actos solidarios son muy comunes en Santa Cruz de parte de empresas que hacen llegar sus donaciones a hogares de niños y a otras instituciones benéficas, pero también hay iniciativas particulares dignas de contar, como las de Marioly Chávez, que ayuda a menores desvalidos, y como la de una familia urbana que en Navidad se traslada a un pueblo y arranca sonrisas y muestras de aprecio a decenas de niños en una jornada de regalos y de cánticos para cerrar con el disfrute de una taza de chocolate, sándwiches y una rebanada de torta.

La hija siguió sus pasos
Hace 15 años Marioly Chávez empezó obsequiando juguetes a niños de las Aldeas Padre Alfredo; cuando ingresó a trabajar a la empresa Digital TV cable acentuó su labor solidaria logrando que muchos de sus compañeros de trabajo dieran dinero para llevar a las Aldeas 100 regalos y, en los últimos años, 150.

En ese afán se encariñó mucho con Maricruz, una niña huérfana de las Aldeas, a la que atiende con preferencia todos los años, sin descuidar a otros chicos. “Intenté adoptar a Maricruz (7), pero finalmente decliné por un sinfín de requisitos legales que me exigieron”, dijo Marioly, cuyo ejemplo inspiró a su hija, Kenia Carvajal Chávez (18), quien siguió la ruta solidaria de su madre y ahora apoya a niños del Hospital Oncológico y a jovencitas víctimas de violencia.

“Una vez llevé ropa y alimentos al centro de adolescentes ultrajadas. Me recibieron con cariño. Yo era de la misma edad que ellas, de 15 años, y me expresaban que ellas hubieran querido disfrutar como yo de nuestra etapa adolescente. A los niños del Oncológico les gustan los regalos, pero lo que más necesitan es compañía. Mi madre me inculcó la importancia de la solidaridad”, contó Kenia Carvajal.

Asimismo, una numerosa familia con 13 nietos menores, que pidió el anonimato, tiene la costumbre altruista de llevar regalos a niños de los pueblos. Empezó en la provincia Guarayos, continuó en la localidad de Limoncito y actualmente, por tercer año consecutivo, irá a Asubí, zona norte del departamento a alegrar muchos corazones infantiles.

“Tenemos la suerte de dar, llevar el mensaje de Navidad y ver a los niños felices. Asimismo, enseñamos a nuestros  hijos que siempre es bueno dar por más que no te den nada a cambio. Este 17 de diciembre iremos otra vez con mi esposo, mis hermanas, mi padre y los niños”, manifestó una integrante de la familia solidaria.