El autor paceño presentó anoche en Santa Cruz su segunda novela, Sombras de Hiroshima, publicada con la Editorial 3600. Fue en la librería Trapezio

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18 de noviembre de 2017, 6:00 AM
18 de noviembre de 2017, 6:00 AM

El nuevo trabajo de Mauricio Murillo es un viaje a la mente oscura de su protagonista, un guionista de una serie de televisión cansado de todo lo que ocurre a su alrededor. Esta es la segunda novela de Murillo, después de Los abismos posibles (2011).

¿Cuál es el origen de esta novela? ¿Qué te interesaba abordar en ella?
El origen de esta novela no lo recuerdo, han pasado varios años. La terminé hace cuatro años. Si no me equivoco, me tomó unos meses escribirla. Luego vino la etapa de corrección, que fue intensa este año. Pese a que no recuerdo el origen del libro, sí sé que se generó de mucha rabia, de mucha decepción con todo, de un pesimismo que no me abandona. Quería hablar de lo decepcionante que es el ser humano. Quise abordar la violencia que se ejerce sobre los cuerpos, ahora y antes. Si no recuerdo mal, tenía que ser un libro más corto –me cuesta mucho escribir– pero escribí más de lo que estaba planeado. Quise escribir sobre un tipo que está aburrido y hastiado de todo y que con esa actitud se enfrenta a lo asqueroso de la sociedad. Todo esto interpolado con recuerdos de su infancia y de su abuelo.

 Sombras de Hiroshima parece ser un homenaje a las series televisivas, como True Detective o Twin Peaks, aunque también al trabajo de Hitchcock, con un personaje que de hecho es guionista de una serie titulada Ballenas ¿Cómo resultó para vos escribir desde esas referencias?
No sé si sea un homenaje como tal. Lo que sí es que esta novela está influenciada por varias series, como lo notas. Para mí la televisión es central, es algo fundamental en mi vida. Veo mucha tele, programas muy malos –que trato de evitar cada vez más– pero sobre todo series de ficción.

Encuentro algo en las series que me interesa explotar desde la literatura, algo con lo narrativo. Para esta novela no utilicé como referencias a series tan actuales, pero sí a otras que ya son clásicos. A Hitchcock lo tuve en la cabeza pero no fue algo directo; más bien sí lo estoy revisando ahora que estoy escribiendo otra novela. Lo mismo las series más actuales. Pero acompañando la influencia de las series es importante la de los videojuegos. Ya para otras cosas que escribí estaban presentes, pero para esta novela su presencia se hizo muy importante. Si bien las referencias literarias son las centrales, para mí el cine y, ahora, las series de televisión y los videojuegos, así como el cómic, se mezclan para generar una suerte de bebedero de historias, imágenes y personajes.

El personaje principal, el narrador, vive en una constante tensión entre varios hechos que van sucediendo y algunos recuerdos que tiene ¿Cómo lo construiste?
Me interesaba construir un personaje que estuviera cansado de todo, también de sí mismo. Pero que también percibiera todo desde arriba, que se asumiera como alguien mejor que los demás. Un narrador que odie, pero que no quiera entender eso que odia. Y ahí está su pasado. Un pasado extraño, sin padres, solo con un abuelo que se obsesiona por distintas historias. Pero no quería que el narrador fuera plano, que no fuera complejo, que solo asuma el mundo en una dirección. Tiene dos relaciones significativas, con su abuelo y con su perro. También busqué no entender todo de este personaje que narra la novela. Hay cosas que no me expliqué porque así somos todos, si supiera todo de mi personaje no me interesaría, tampoco creo que le interesaría a los lectores si fuera un personaje transparente y totalmente comprensible.

La ciudad de La Paz también está bien presente en la novela ¿Cuán importante era para vos que el territorio por donde deambula el personaje se note de esta manera? 
No me interesa escribir sobre mi entorno directo. Más bien: no me interesa que se reconozcan los espacios de los que hablo, la referencia de lo que aparece en la escritura nunca es lo real. La Paz de Saenz es tan ficcional como la Santa María de Onetti. Hasta ahora en lo que he escrito no pongo referencias geográficas claras. Pero frente a esto, yo escribo desde un lenguaje específico y desde un lugar que cargo, por lo tanto, pese a que en mi novela no hay referencias directas a La Paz, esta ciudad está bien presente. Mi lenguaje es paceño, mi mirada del mundo lo es, miro el mundo desde La Paz, no puedo evitarlo, ni tampoco quiero hacerlo. El territorito de mi personaje es importante porque se arma desde un lenguaje, no tanto desde una geografía. O podríamos decir que la geografía es el lenguaje.