Marcelo Araúz señala el futuro. Quiere un museo de ciencia y tecnología para Santa Cruz. Exige carreras como Historia y Arqueología. Y más actividad en las bibliotecas.

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21 de septiembre de 2019, 7:00 AM
21 de septiembre de 2019, 7:00 AM

Su palabra fácil y llana está cargada de experiencia. A sus 84 años, el país ya lo ha reconocido bastante -aunque nunca lo suficiente- con premios como el Cóndor de los Andes por su labor cultural. Hace poco, una frase suya en la que apuntaba a la Casa de la Cultura, de la que fue director antes de su municipalización en 1994, se volvió viral. Recuerda los años en los que formaron una Casa con un directorio en la que participaba la Federación de Empresarios, pero también la Central Obrera. Fue la época en la que, con el Festival Sombrero ‘e Saó, se revitalizó la música local. Hay mucha historia y presente en Araúz. Habla de lo que ha pasado, pero como es visionario, señala claves para el futuro.

_¿Por qué se municipalizó la Casa de la Cultura?

Esa es la gran incógnita. Pienso que fueron celos. A Percy (Fernández, alcalde de la época) se le metió, cuando fue alcalde, fortalecer la alcaldía. Lo que a ellos más les interesaba era CRE, Cotas y Saguapac. Querían municipalizar esos servicios, pero eran y siguen siendo fuertes. Los más débiles eran la Casa de la Cultura y el Plan Regulador.

_También era autónomo...

También. Fui miembro del directorio del Plan Regulador. Era un directorio ad honorem, como era el de la Casa de la Cultura. Si había el caso alguien que estaba abusando al construir, iba al directorio. Se controlaba bastante. Había una parte técnica sometida al directorio con Fernando Prado, Jorge Romero Pittari y otros. Definía los usos de suelo. En los barrios había áreas para deportes, centros de salud. No había nada para un centro cultural. Fui y dije ¡carajo, por qué no has puesto eso! Martha Elcuaz, que entendía la cosa, dijo que había que buscar sitio en terrenos municipales, pero nosotros los construimos buscando recursos. Ella nos colaboró siempre. Quitaba alguno de algún complejo y salvamos muchas cosas. Por ejemplo, en Lazareto se vendían cosas robadas. Tomaron todo lo que hoy es un centro de salud y un mercado. Peleamos para trasladarlos a otro lugar, por Alto San Pedro. Gracias a nosotros ya hubo un centro de salud. Fuimos la primera institución en llegar con un centro cultural y de salud. A veces estaban diseñados, pero no había nada construido. Fuimos los primeros en tomar posesión de esas áreas.

_¿Había una norma que permitía hacer todo esto?

El modelo de casas de la cultura nació en Francia en los años 60. Fue muy rápido que aquí nacieran. El primero que copió el modelo fue Ecuador. Tenía su base en Quito; conocí el lugar. La filosofía de las casas de cultura de Francia consistía en que el Estado subvencionaba a estas instituciones, pero las manejaba la gente de la cultura.

_¿Eran autónomas?

Tenían autonomía de gestión. El Gobierno no se inmiscuía para nombrar a la secretaria, al mensajero o al director de cine. Creo que nosotros lo hicimos mejor que ellos. Cuando visité en Francia la Casa de la Cultura, había predominancia de los teatreros. El director de la Casa era un tipo de teatro, y eso iba en desmedro de la literatura, de la música. Conmigo, la suerte fue que me gustaba todo. Cualquier iniciativa que surgía estaba bien apoyada. No eran ideas mías, pero las apoyaba. El Festival Sombrero ‘e Sao fue una de las cosas grandes que se hizo.

_Hace poco dijo que la Casa de la Cultura está como cuando éramos pocos habitantes.

Debería haber un archivo histórico aparte y lo han metido por falta de locales, pero eso debería ser solo biblioteca. Debe crecer más y tener más actividades. En La Paz, mi lugar para hacer amistades, fue la biblioteca municipal. Había muchas conferencias. Aquí ¿cuándo hay una conferencia? ¿Cuándo hay un encuentro en la biblioteca? ¿Cuándo hay un encuentro de escritores? No tiene otras actividades que no sea atender al público.

_Hay algunas actividades de fomento a la lectura.

Poquísimo. Debería haber más. Tantos poetas que ahora hay. Allá debería ser su casa. Ellos deben liderar eso. En la biblioteca de La Paz uno se hacía amigos, porque había conferencias, o en el paraninfo. Muchas charlas de cualquier tema. Por ejemplo, Roberto Prudencio habló sobre Fouché, el libro de Stefan Zweig. Hablaba tan bien que me fui comprar el libro y me lo devoré. Te incentivaba. Eso es la cultura: incentivar al otro, guiarlo en sus lecturas. Había en el paraninfo obritas de teatro. La Universidad Autónoma Gabriel René Moreno no tiene un teatro.

_Y hay mucho talento en la universidad.

El mismo Roger Quiroz (hombre de teatro), que es decano, está ahí, pero posiblemente los rectores y compañía no ven esa necesidad. Una universidad tiene que ser un centro de cultura. Los chicos tienen que tener una base cultural. Eso les abre la mente. Nunca hay nada de filosofía. Las carreras que deberían haber, arqueología, etnología, antropología, no hay.

_O de historia. Lleva el nombre de un historiador.

No hay nada. Es una vergüenza. Estamos atrasados en humanidades. Si lo hicieran muy bien en investigación científica y tecnológica… pero tampoco. Todo eso es parte de la gran cultura. Hay que pensar en todo.

_Hay un capítulo de la Academia de Ciencias cobijado en una universidad.

Alguito hay, pero no en la proporción del mundo actual. La ciencia y la tecnología avanzan. Si hay prioridades en Santa Cruz, es un museo de ciencia y tecnología. Más que otros inclusive. En otras partes son interactivos y los chiquitos ven cómo se hace un dron, hacen preguntas mientras se divierten. En Estados Unidos, en Francia, los museos más bellos son los de ciencia y tecnología. Se ven los últimos descubrimientos, cómo funcionan los cohetes y te explican bien. Eso falta para una Santa Cruz que quiere crecer. Tenemos que comenzar con esas cosas y complementar con carreras y con el amor a la investigación.

_Parece que ni el achachairú, por nombrar una de nuestras frutas, se ha investigado completamente.

Con tanto producto, hay que descubrir qué bondades tiene. Hay cosas únicas aquí. Hay un sobrinito que trajo cincuenta pelotitas preparadas para la reforestación. Era moringa. Se la tira y listo, nace la planta porque tiene todos los nutrientes. Son ideas de los jóvenes. Aquí todo el mundo estaba emocionado, les gustó el proyecto. Todo el mundo espera esas cosas.

_Contó usted que museos como el de San Pablo surgieron por donaciones y el compromiso de los empresarios. Aquí, nuestros empresarios ¿están comprometidos con la cultura?

Nada, nada. Es que los veo viajar a Punta Cana, a las playas. Ni a ver Toc Toc van, que está buenísima. El Museo de Arte de San Pablo tiene donaciones de los ricachones de Brasil. Es una ciudad emergente, pero aquí falta el compromiso de los empresarios... no sé si de los sindicatos. 

_¿Convertirse en crisol de cultura es una fortaleza o una amenaza?

Hay prejuicios aquí. El cruceño aparentemente se las da de conservador y ven en los intelectuales algo raro, un poco comunistas. Educan a sus hijos de forma parecida, entonces esos chicos cuando van afuera no disfrutan de ir a una obra que haga pensar o muestren otras realidades. El teatro es un espejo de la realidad. Tiene que mostrar la diversidad que hay, los planteamientos y problemas que hay en una sociedad. Para mí es importante que las universidades cumplan con la función educativa.

Cuando fui a Estados Unidos, fui a Arkansas, que es lo que era Santa Cruz, el far west. Ellos son cow boys, pero en un taxi, el tipo iba con música clásica. Me llamó la atención. Me dijo que escuchaba porque era una radio pública. Quise conocer y fui a la radio. Funcionaba por cuotitas de muchos ciudadanos. Ni siquiera lo hacía el Estado.

_Arkansas...

Parece que los metodistas son dominantes y una chica que quería hacer ballet tenía muchos anticuerpos. Pero tuvo la idea de traer a Baryshnikov. A partir de ahí la sociedad de Arkansas se dividió entre los que fueron y los que no fueron a la cena, que costaba $us 100. Si no fuiste, eras un pobre diablo. Ponían mil excusas los que no fueron. Cambió. “Vieras cómo cambió la sociedad”, me dijo la chica. Hay estrategias así para cambiar a una sociedad conservadora.