Ayer celebró sus 80 años, de los cuales 55 los ha dedicado a hacer teatro y escribir humor. Anoche, luego del Show de Mier, el Concejo Municipal y algunas otras instituciones reconocieron su gran aporte cultural

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17 de agosto de 2019, 4:00 AM
17 de agosto de 2019, 4:00 AM

Adolfo Mier Rivas cumplió ayer 80 años, de los cuales 55 ha dedicado a hacer reír al público no solo cruceño, sino también boliviano, y qué mejor celebración de sus ocho décadas que recibiendo un reconocimiento del Concejo Municipal por su trayectoria.

Tantos años haciendo humor, ¿qué ha cambiado?

Hay muchas aristas del teatro que cambiaron, pero su espíritu es el mismo; tiene campos definidos, el drama y la comedia. He escrito en los dos, pero es el humor el carro al que me subí para amargar menos la vida a la gente y recordarles que el humor que activa la risa es, o tiene que ser, el pan nuestro de cada día.

¿Cómo ve el teatro hoy?
Antes hacer teatro estaba destinado a quijotes o bohemios. Hoy hemos dado algunos pasos, no los necesarios, para incluirnos en la vida diaria de nuestro pueblo. Estamos en el afán de convencer a la gente que consuma teatro. Necesitamos más público para que haya más teatro y a la inversa. El logro se está dando en pequeñas dosis pese a que cada vez se forman más elencos buscando espacios donde manifestarse.

¿En qué se inspira?
Soy periodista y he trasladado mis inquietudes al teatro para reflejar la realidad del país. La cotidianidad es mi fuente básica de inspiración. Trato de que la actualidad se refleje en mis escenarios. Pero en otros tonos más amables, caricaturizando a los protagonistas y los hechos censurables que nos dañan, nos afectan y nos preocupan como sociedad.

¿Qué temas le gusta abordar en sus obras?
Uso el teatro para limitarme a retratar a mi gente convertida en personajes que se aman, se pelean, se casan, tienen hijos y terminan en un velorio. No tengo una perspectiva política ni filosófica, menos religiosa. Sin embargo, sin tomar banderas partidarias, no puedo dejar de hacer humor crítico que humaniza la política salvaje que estamos viviendo.

¿Cómo ve el humor en esta etapa preelectoral?
Con mucho material. Es una competencia tan disputada que, en la desesperación, sus protagonistas dicen y hacen disparates. No hay mucho que crear, es cuestión de copiar e interpretar.

Es el estilete que utilizamos tratando de punzar a los actores políticos que usan en las campañas la agresión verbal a sus contrincantes a falta de postulados creíbles y concretos. La guerra sucia suple el debate serio y responsable, y el choque de opiniones sirve para descalificar al rival.

Me molestan los que hacen sus primeras armas, y están siguiendo los pasos de los ‘mañudos’ de siempre, los que manejan la calumnia y el insulto para cosechar votos.

¿Cómo ve a los políticos?
Hay pocos políticos formados. La política es una ciencia y para ejercerla hay que estudiar. Hoy es gente improvisada, doctrinaria, dogmática y éticamente pobre. Manejamos mal las reglas democráticas, por eso no hay nuevos valores.

¿Se censura el humor político?
El humor político siempre ha sido subversivo e irreverente, dirigido a los poderes hegemónicos, porque se burla de los empleados del pueblo, que creen que su condición de autoridad les va a durar toda la vida.

Les duele ser tocados. ‘No hay que desnudar a los dioses’, ese ‘pecado’ se castiga con la censura. Saben que en democracia no pueden, pero no son tan ingenuos para ir de frente; tienen el arte del cinismo para amedrentar.

Quiero subrayar que la risa tiene conexión con la libertad. No se la puede censurar porque sin ella difícilmente podría existir un puente a la libertad. Alguien dijo: “La risa es una victoria sobre el miedo”.

¿Qué temas están limitados para abordar con humor?
Como todo derecho, hay límites. Puedes hacer humor de muchas cosas que están mal, pero no puedes burlarte del dolor ajeno ni tampoco usar el humor con el propósito de discriminar a la gente por su raza, origen, género o religión.

¿Le pidieron que deje de hacer humor con ciertos personajes?
En la época de las dictaduras sí. Desde ya, nos autocensuramos en algunos casos porque te molían a palos, pero en la actualidad nunca. Es más, no han faltado personajes de la política que han insinuado que sean tomados en cuenta en nuestros sketchs. No lo hacen por demócratas, sino porque comprenden que eso los favorece. Un político del que nadie habla, es un piojo tuerto.

Machismo o feminismo...
Cuando hago show para mujeres, aflora el feminismo con fuerza, pero no para agredir a la otra vereda, sino como forma didáctica para entender y acariciar la igualdad de oportunidades. Hemos sido machistas. Está en nuestros genes, pero nos estamos despercudiendo para disculparnos de las mujeres, que merecen respeto en todos los campos.

¿Cumplió todos sus sueños?
Hoy disfruto plenamente porque el sueño de Show de Mier ha sobrepasado todas las expectativas tejidas, gracias al apoyo de mi familia y de un elenco ejemplar que nació con la inquietud modesta que dio a luz con un pan bajo el brazo.

¿Fue su sueño ser dramaturgo?
Cuando tenía 11 años, mi profesor de música me seleccionó entre los chicos de mi curso para que haga el papel de un director de una murga infantil. Yo entraba con mi batuta y dirigía a los otros niños, en un juguete cómico. Me gustó hacerlo. Ha pasado mucho tiempo y ahora creo que ahí me picó el gusanito.