El escritor nicaragüense, que el lunes recibirá el Premio Cervantes, cumplió con la tradición de entregar un legado a la Caja de las Letras de la entidad que entrega el galardón

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20 de abril de 2018, 13:54 PM
20 de abril de 2018, 13:54 PM

 Dos cartas manuscritas, una del escritor Rubén Darío y otra del revolucionario Augusto C. Sandino, se guardan desde hoy y hasta 2022 en la cámara acorazada de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes; es el legado que Sergio Ramírez ha depositado pocos días antes de recibir el Premio Cervantes.


Ramírez, acompañado de su mujer, sus tres hijos y sus ocho nietos, cumplió así con la tradición que siguen desde 2007 todos los autores distinguidos con el principal galardón de las Letras españolas al dejar un legado en la antigua caja de seguridad bancaria que acoge en su sótano la sede del Cervantes.


"No podía dejar nada mejor en la Caja de las Letras que la firma, de su puño y letra, de dos nicaragüenses que me legaron un país", recalcó Sergio Ramírez (Masatepe, 1942), que ha dejado su legado en la caja de seguridad número 1475 de la Caja de las Letras, donde permanecerá guardado hasta el 5 de agosto de 2022, fecha en la que escritor y exvicepresidente de Nicaragua cumplirá 80 años.


A cambio recibió, como el resto de las personalidades que han depositado su legado en anteriores ocasiones, la llave de la caja de seguridad y un certificado acreditativo del depósito.


   El Premio Cervantes confesó que pensó en varias opciones al intentar decidir qué dejar en la caja: una pluma o estilográfica no le convencía porque ya no escribe a mano, ni tampoco una máquina de escribir, que ya no usa desde hace 30 años: Así pues se inclinó por algo que trascendiera a él y a su oficio.


Por eso, trajo de su archivo personal dos cartas manuscritas por dos personas que representan para él "la esencia" de Nicaragua "con la palabra y la dignidad".
El escritor Rubén Darío (1867-1916) y el héroe nacional de Nicaragua, Augusto C. Sandino (1895-1934) "nos dieron sentido de nación", recalcó el autor nicaragüense, que recordó cómo ambos "salieron de las entrañas de una tierra pequeña".


El director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, destacó cómo con este legado entra en la Caja de las Letras la historia de un país en el que han estado siempre muy presentes la literatura y la política. Como el propio galardonado que tras dedicarse a la política dijo adiós a esa labor "para concentrarse en el arte de la literatura", recalcó Bonet.


Su paso por la política, dijo el nuevo Premio Cervantes, fue circunstancial: "pasé por ella porque fue una necesidad tras la revolución sandinista". Y es que desde muy joven, la vocación de Ramírez fue la literatura (a los 14 años publicó su primer cuento y su primer artículo), pero se metió en política para luchar contra la dictadura de los Somoza (1937-1979).


En 1975 se integró en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y tras el triunfo de la revolución en julio de 1979 fue nombrado presidente de la denominada junta de gobierno del Frente de Reconstrucción Nacional y luego vicepresidente del Gobierno (1984-1990). Dejó la política en 1996 para dedicarse a tiempo completo a la literatura.


La Caja de las Letras cumplió recientemente su primera década como "cápsula del tiempo" en la que una treintena de escritores, artistas, músicos, científicos, cineastas o actores han dejado bajo llave objetos personales en alguna de las 1.800 cajas de seguridad.