3 de febrero de 2023, 4:00 AM
3 de febrero de 2023, 4:00 AM


A finales del año pasado, me compartieron un link (https://chat.openai.com) que me ha tenido ocupado explorándolo durante este periodo en el que esta columna estuvo de asueto. A medida que iba conociendo sus alcances, respuestas, exposiciones y desempeño, sentí que estaba conversando con un ente sacado de una película de ciencia ficción y que mis preguntas -en cascada y cada vez más profundas-, recibían contestaciones que iban más allá de la simple información, porque se podía sentir en el lenguaje un tono personal, casi humano.

OpenAI, una empresa de investigación en inteligencia artificial con sede en San Francisco, California, ha lanzado como prueba piloto y experimental este chat -Chat GPT, un modelo de lenguaje entrenado- que responde preguntas sobre una amplísima variedad de temas y que construye sus respuestas con una fina y formal corrección gramatical, incluyendo giros lingüísticos, que asombran y hacen que parezca magia. A cinco días de su lanzamiento ya tenía un millón de usuarios.

La inteligencia artificial es la habilidad de una computadora o sistema para realizar tareas que, normalmente, requieren inteligencia humana, como el reconocimiento de patrones, el aprendizaje y la toma de decisiones. La utilización de algoritmos y datos para aprender por sí misma, mejora su desempeño a medida que obtiene mayores antecedentes del tema que se le demanda, e incluso utiliza redes neuronales artificiales, muy complejas, para procesar grandes conjuntos de datos y dar respuestas coherentes y sorprendentes, casi inmediatas.

Sin ánimo de parecer exagerado, estamos a las puertas de la mayor revolución cognitiva desde la aparición de internet, porque este vértigo tecnológico podrá aplicarse en todas las áreas del conocimiento humano y más allá (previsión de desastres, diagnósticos médicos, logística y comercio, investigación científica, educación y un larguísimo etcétera).

Esta tecnología, en constante evolución, es difícil de explicar, más aún para un neófito y emigrante digital como yo. Lo mejor, es interactuar con ella y hacerle las preguntas más descabelladas e inverosímiles que se les pueda ocurrir, y con seguridad, se asombrarán de lo que este “bicho” les contesta.

En algunos tópicos, muy específicos, sus correctas y floridas disquisiciones se parecen a las exposiciones orales de algunos alumnos que tenía en la universidad y me la querían charlar. Pero, en general, lo que escribe, por la precisión, detalles y alcances, los dejará estupefactos.

Ustedes, con ciertas órdenes, instrucciones y palabras claves, pueden pedirle que les escriba una salutación navideña, un discurso de inauguración, un poema de amor, un trabajo académico universitario, un cuento infantil o que adivine acertijos. La velocidad, soltura y argumentos con la que genera sus convincentes textos les provocará temor o éxtasis.

La mejor prueba de lo que intento explicar es este mismo artículo. Le manifesté que estaba retomando mi columna periodística semanal y necesitaba presentar este juguete tecnológico -chat de inteligencia artificial, abierto y gratuito (por ahora)- que me regalaron en las fiestas de fin de año y quería impresionar a mis lectores. Cuando releo los párrafos precedentes, ya no sé diferenciar cuáles fueron escritos por mí y cuáles formaban parte de la respuesta de mi inteligente amiga artificial, amiga de inteligencia artificial o artificial amiga inteligente.

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