Tuma es uno de los empresarios más exitosos en Bolivia. Trabajó a 'puro pulmón' desde muy joven. Tiene dos hijos y dice estar comprometido con el desarrollo de la región y el país

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10 de junio de 2018, 4:10 AM
10 de junio de 2018, 4:10 AM

Desde hace 20 años camina cada mañana seis kilómetros por una céntrica avenida. Su jornada comienza con esa rutina de ejercicio a las 6:00. Su desayuno es sustancioso y contiene una taza de café, frutas y huevos fritos. En la mesa del restaurante La Terraza del hotel Los Tajibos casi repite el menú cotidiano, con una pequeña variante: una porción de jamón y algunas masitas. Fernando Tuma Gamez, presidente de la Compañía de Cemento Camba (Coceca), es ahora el invitado de Un Desayuno con...

“Mi compromiso es que nunca más en mi pueblo se tenga que dormir en la calle en una cola para comprar cemento”, afirma este cruceño, hijo de libanés, que con su primera fábrica en Puerto Quijarro y con la segunda y más grande de Yacuses ha contribuido a que la voraz demanda cementera de Santa Cruz esté abastecida. No le cuesta recordar las cifras de su negocio. Entre las dos plantas producirá este año 900.000 toneladas. Bolivia consume poco más de tres millones y Santa Cruz al menos la mitad. Cuando alcance su máxima capacidad de producción, la de Yacuses procesará 1.200.000 toneladas.

De los mosaicos a otros grandes negocios
Cuando empezó a trabajar a los 16 años era uno de los 12 empleados de la fábrica de mosaicos Colorinche, fundada en 1952 por su progenitor en la calle Rafael Peña. “Mi padre llegó del Líbano en 1948 a Potosí atraído por la minería. Al comienzo de la planta en Santa Cruz hizo un convenio con el padre Carlitos de la catedral. Le donó el mosaico y lo colocaron con la limosna. El acuerdo era que el sacerdote les dijera a los feligreses dónde se fabricó el piso. Fue su primer encargado de marketing”, bromea el empresario, que estudió en el colegio nocturno Santa Cruz.



Su primer oficio fue de contador de la producción para pagar la planilla. Enseguida empezó sus viajes a Argentina a comprar cemento blanco. Como la industria de ese país quedó desactualizada, cambió su destino a Brasil. “Primero traía los famosos azulejos blancos 15 por 15 de Argentina. Luego empezaron los grandes proyectos. Fuimos los que pusimos el piso de Viru Viru. Importábamos sanitarios y grifería. En 1978 hicimos la sociedad con la familia Parejas. Tumpar se dedicó a las importaciones y Tuma a la fabricación de materiales de construcción”.


En 1980 conoció en Brasil a Antônio Ermírio de Moraes, líder del grupo Votorantim, dueño de 22 fábricas de cemento y de producción de acero y aluminio. Empezó entonces con el grupo Parejas a importar cemento, acero y porcelanato. Apoyados por Votorantim, con maquinaria y crédito, instalaron la fábrica de Quijarro, cien por cien de los Tuma y Parejas. “Cinco años después, nos propusieron entrar en sociedad. Antonio de Moragas me dijo que ingresarían al país con nosotros o sin nosotros. Le respondí que yo prefería ser cola de león que cabeza de ratón y que negociemos, pero respetando nuestras condiciones. En 1987 mandaron un equipo a Bolivia y empezamos a diseñar la nueva planta. Ahí nació la sociedad Itacamba. Votorantim trajo a Molin de España y casi 20 años después la fábrica empezó a funcionar, con 33 por ciento de las acciones para nosotros”.

 

En la “escuela de la vida”
No fue a la universidad, pero dice que aprendió negocios en la “escuela de la vida”. Viajaba desde los 18 años a Brasil en un tren a leña que demoraba hasta siete días en llegar a San Pablo. “Crecimos gradualmente con Santa Cruz y aprendí mucho de Brasil. No necesitamos descubrir la pólvora. Si Bolivia quiere ser un país grande, debe apegarse a una potencia como esta y copiar su modelo. Debe dedicarse a los agronegocios y a la exportación de energía. Los brasileños son los mayores productores de carne, de arroz, de pollo, de soya”. 
Define como claves para tener éxito en la vida la constancia y la fe. “Hay que poner pasión. La fe mueve montañas. Esperamos 20 años para que nos aprueben la provisión de gas para nuestra planta de Yacuses. Ahora estamos impulsando la ruta Motacusito-Puerto Busch, que es la salida natural del oriente boliviano al Atlántico”.

En hotelería y otros sectores
Fernando Tuma recomienda diversificar los negocios. Por eso tiene también inversiones en la hotelería, pecuaria e hidrocarburos. “Cuando hubo crisis en la construcción nos salvó el gasoducto Bolivia-Brasil. Perdíamos plata en cemento, pero salimos adelante con ese proyecto. No teníamos todos los huevos en la misma canasta”.

Su socio en el hotel Pantanal es Enrique Menacho, de Bolinter, que estudió en una ciudad fronteriza de México y EEUU. “Él vio cómo un pueblo insignificante se apegó a EEUU y se volvió una potencia. Por eso, hemos acercado nuestras inversiones a Brasil”.

 



Para su estilo de gerencia, el equipo es lo más fundamental. “El capital humano es lo más importante. Itacamba tiene la maquinaria más moderna, pero si no contara con el equipo profesional que tiene, no hubiéramos sobrevivido en un país con un mercado de tan dura competencia”.

 

Hay que enfocarse en las reservas
La economía boliviana este año tendrá un desempeño parecido al de 2017, según Tuma. Por segundo año consecutivo el consumo de cemento ha caído un 10 por ciento, afirma. “El Gobierno ha hecho buenas inversiones, pero también equivocadas. Debe enfocarse en el buen manejo de las reservas, para que Bolivia sea sujeto de crédito”.

A los emprendedores les aconseja invertir ahora en la construcción y cree que una compañía no debe tener reparos en endeudarse. Un ejemplo es Itacamba, que recurrió a la banca privada para financiar la fábrica y que en 2019 hará el primer aporte de capital.

“El gran nicho de mercado son los proyectos estatales. Rositas es de vida o muerte.  También está Viru Viru Hub. San José-San Ignacio y Motacusito-Puerto Busch son los proyectos que viabilizarán las exportaciones. Se requieren 600 millones de dólares para ferrocarril, puerto y carretera”.

 



Su compañía cementera ya exportó el año pasado 80.000 toneladas de clinker a Paraguay y 4.000 de cemento a Argentina. Además, ejecuta un proyecto piloto de venta de granito negro chiquitano, de las canteras de San Miguel, a China. “Bolivia es atractiva pero hay que crear un ambiente más acogedor para el inversionista. A Santa Cruz ya no la para nadie. Aquí se construyen un millón y medio de metros cuadrados por año”.

 

Prefiere estar con su familia
Como cada día trabaja desde las 8:30 hasta las 22 horas y los almuerzos los dedica mayormente a los negocios, el fin de semana se enfoca en la familia. Su hijo mayor Fernando estudió Administración de Empresas en Argentina e hizo su maestría en EEUU. El menor Andrés está por terminar Administración Hotelera en la UPSA y  se podría ocupar del hotel Pantanal.

Tiene dos hermanas con las que comparte sus negocios y un hermano dedicado a sus propios emprendimientos. “Leo muchos temas económicos, sobre todo en EL DEBER. Reviso cinco periódicos por día, entre ellos O Estado de San Pablo, para ver en qué se  invierte”, concluye. Las pocas vacaciones que se toma las pasa sobre todo en Brasil y descansa en su propiedad de Samaipata.