En Puerto Suárez y en Puerto Quijarro dudan del anuncio estatal. Hay financiamiento por $us 396 millones. El Gobierno dice que se generan más de 4.500 empleos directos e indirectos

El Deber logo
4 de febrero de 2018, 7:21 AM
4 de febrero de 2018, 7:21 AM

Si alguien habla sobre el cerro Mutún, Antonio Castedo viaja en el tiempo.  Su mente lo lleva al 18 de julio de 2007, cuando los habitantes de Puerto Suárez, él incluido, bailaron y celebraron. El presidente Evo Morales firmaba un contrato con la empresa india Jindal para desarrollar el yacimiento. Pero los festejos se transformaron en frustraciones. En 2012 el pacto se rompió.  En la actualidad, el Estado tiene un nuevo contrato y financiamiento. Sin embargo, la noticia no detiene el éxodo en Puerto Suárez y Puerto Quijarro, municipios aledaños al gigante dormido. Letreros que dicen: “Casa en venta”, se propagan por las calles de los dos distritos; su gente no cree en las promesas. 

“Reventé cohetes y mi hija, que fue miss Puerto Suárez, bailó con el presidente Evo. Escuché decir al Gobierno que el Mutún arranca. Pero yo, ya no creo”, afirma Castedo. Luego el hombre agrega: “La gente se está yendo porque no hay trabajo”.

Castedo vive hace más de 20 años en Puerto Suárez; tiene un snack: vende masas típicas y café. Su negocio, ubicado en pleno centro de la ciudad fronteriza con Brasil, es el único que queda en pie.  Sus vecinos cerraron, vendieron todo y se fueron decepcionados.

Cuando la Jindal firmó el contrato con el Estado, los negocios florecieron, en especial los de servicios: restaurantes y comercio en general. Se abrieron por la fiebre del Mutún y las promesas de inversiones en la región. Al frustrarse el acuerdo, todo se fue a pique.

“Dios es grande conmigo, me va bien. Pero no sé hasta cuándo”, dijo preocupado.

El proyecto siderúrgico del Mutún no es nuevo, es un anhelo de más de 40 años.  Adolfo Rau, presidente del Comité Cívico de Puerto Suárez, dijo que en este tiempo siete fueron los intentos para concretar el sueño.

“Primero fue el Banco Minero, luego vino la  Comibol, Sidersa, Emedo, EBX, la Jindal y ahora está la ESM, que parece que sí lo concretará”, afirmó esperanzado.

A diferencia de otros porteños, Raú está seguro de que el nuevo plan, que lleva adelante la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM), se hará realidad.

Pero Marcelo Santander, otro habitante de la región, no  cree en los anuncios estatales. “Mientras no lo vea, yo no creo. Mis padres y abuelos se han muerto con esas charlas; no soy pesimista, soy realista”, afirmó.
Contrario a esta opinión, Raú aseguró que ya llegó la hora de que el proyecto se encamine y que el Gobierno dio señales más concretas que los frustrados intentos del pasado. “Hay un decreto, un contrato firmado, y  se ha asegurado el financiamiento, esto no lo para nadie”, exclamó.

Para el dirigente cívico, es importante que el proyecto arranque para frenar el éxodo de las personas del lugar.

“Puerto Suárez está muerto, hay muchos letreros de casa en venta. Mucha gente se fue porque hay pobreza. Pero esto  (Mutún) es nuestra esperanza. Es el arranque del polo de desarrollo del sudeste cruceño”, afirmó.

En Puerto Quijarro,  la situación es parecida. Marcelo Moreira, presidente del Comité Cívico de la región, señaló que más de 200 casas están a la venta.

No solo son viviendas las que se venden. El DEBER recorrió Puerto Quijarro y observó varios comercios con  letreros con el mismo mensaje: “Se vende”. 

Al ingreso de la frontera aún el comercio fluye, pero ya no como antes,  aseveraron comerciantes consultados.

Por eso, el líder cívico espera que el proyecto se concrete, pero aún se mantiene escéptico.
“Esperamos que el proyecto salga a flote porque hablando de fuentes de trabajo nuestra provincia está muerta”,  apuntó.

Pasadas las 18:00, Antonio Castedo cierra su negocio. A partir de esa hora, el sol se esconde convirtiendo a Puerto Suárez en un pueblo casi fantasma. El único movimiento lo generan los mosquitos y uno que otro vehículo que llega de Puerto Quijarro trayendo pasajeros. 

Mutún creará 5.000 empleos

Para Jesús Lara, presidente de la  ESM, vendrán días mejores. Él también vivió en carne propia la frustración que generó la postergación del proyecto. 

“Estuvimos 11 meses sin sueldo, porque no había recursos”, recordó el ejecutivo.
En 2015, la ESM cerró, pero luego fue reactivada gracias a un fideicomiso de Bs 2,7 millones.

Tras su reapertura firmó, a fines de marzo de 2016, un contrato con la empresa china Sinosteel para instalar una planta siderúrgica.

El proyecto generará 194.000 toneladas de acero laminado por año. Se estima que los empleos directos  llegarán a 1.500 y  a 3.000 de forma indirecta.

En el ámbito legal ya se aprobó el Decreto Supremo 3468 que da paso al financiamiento del Eximbank de China por $us 396 millones para esta iniciativa.  

La planta siderúrgica es más pequeña, admite el ejecutivo, pero afirmó que es la más viable que se ha presentado a la fecha.

Hace poco, técnicos de Sinosteel hicieron estudios de suelo y tomaron muestra del mineral que se extrae del Mutún.

Incluso se definió el lugar donde se instalará la industria, que tendrá una extensión de 40 hectáreas. También se realizó un trazo para la construcción de un ducto y un poliducto para que la industria se provea de gas y agua, ese último elemento se obtendrá del río Paraguay, a través de una  tubería de más de 100 kilómetros.

Por el momento, la ESM espera que su equipo técnico dé el visto bueno del proyecto a diseño final de la empresa china.

En síntesis, todo el papeleo legal está hecho. Lara estimó que hasta abril se tendrán todos los trámites al día para arrancar con la construcción.

La obra se levantará en dos años y medio, es decir que si todo sale bien, a mitad de 2020 el gigante por fin despertará de su letargo y frenará el éxodo que afecta a la región.