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7 de octubre de 2018, 4:00 AM
7 de octubre de 2018, 4:00 AM

Tiene 47 años y gerenta una compañía en la que trabajan 850 personas y que factura más de 300 millones de dólares por año. Llegó a Santa Cruz procedente de su natal Santiago de Chile en 2014, donde antes ocupó cargos ejecutivos en la embotelladora Andina, que tiene a cargo Coca Cola, en Chiletabacos, en la empresa de productos de limpieza Clorox, en supermercados Erbi, en OK Marquet y en la concesionaria de vehículos Derco S.A. Enrique Pagola Langer, gerente general de Imcruz, sostuvo un diálogo en el restaurante La Terraza, del hotel Los Tajibos, en Un Desayuno con…EL DEBER.

Su padre Enrique, de descendencia francesa, trabajó en la fábrica de zapatos creada por su abuelo, que era contador. Su madre Gloria Langer, de descendencia alemana, se desempeñó como maestra. Enrique Pagola hijo es el mayor de tres hermanos, todos ingenieros comerciales. “Estudié un año medicina y me di cuenta que no era mi vocación. Luego me decidí por ingeniería comercial en la Universidad Católica, porque me pareció la mejor alternativa. Siempre me fueron fáciles los números, en el colegio fui buen alumno, pero mis debilidades resultaron las artes. No soy capaz de dibujar ni siquiera un círculo”, bromea. El bachillerato lo obtuvo en el Craighouse School, definido por él como “un colegio inglés a la antigua”.

La mayoría de sus ciclos en las diversas empresas en las que ha trabajado duraron tres años y en la conducción de Imcruz ha rebasado el promedio porque ya completó cuatro y se siente muy cómodo. “Mi primer trabajo fue en la Embotelladora Andina, que se encarga de Coca Cola, en la región metropolitana. Me llamaron al área de planificación para control de gestión y preparación de los estados financieros. Al poco tiempo trabajé con el gerente de finanzas, ofreciéndole los análisis, respuestas a desviaciones, balances, datos de flujos y evaluación de proyectos. Soy un alma inquieta”.

Luego de su primer empleo ingresó a Chiletabacos, donde se desempeñó como brand manager y se enfocó en las funciones de marketing, durante tres años. Enseguida ingresó a Clorox, una empresa de productos de limpieza, donde estuvo inicialmente en ventas y marketing. Ahí mismo pasó a la gerencia de ventas en la unidad para supermercados. Su MBA lo obtuvo en 2006 en la Universidad Católica, una década después de haberse titulado. “A mis 37 años me hice cargo de una gerencia comercial de una especie de minimercados del formato de conveniencia. Viajamos con el CEO a EEUU y a Europa a ver los modelos y armamos el concepto nuevo en Chile, con locales premium. Luego pasé a otro de productos de precios baratos e hicimos un negocio rentable que después vendimos”.

Esta experiencia en la diversidad fue la antesala para que ocupe la gerencia del rubro automotriz de Derco, que también tiene una unidad de maquinarias. “Me encantan los autos y manejar. Fue como si me hubieran dado un dulce. Ahí estuve dos años hasta que decidimos con mi esposa salir afuera. Casi me ofrecí para venir a Bolivia. Aquí había un gerente durante diez años que se tuvo que ir a Lima a la operación de Perú. Me siento un visionario, porque afuera se conoce poco de Bolivia, que es una tierra de oportunidades, de competencia y un mercado muy lindo. Lo único que sabía de Santa Cruz era que hacía calor. No esperaba un mercado tan competitivo, ya que aquí se venden más marcas de autos que en Chile. No esperaba personas tan abiertas, cálidas y con tanto empuje como los bolivianos. Nunca he tenido ningún problema con nadie. Hay muchas oportunidades de innovar, cambiar hacia fuera y dentro de la empresa”.

 

Un liderazgo de puertas abiertas

Son diez los gerentes que están a su cargo en Imcruz y asegura que su marca personal en la gestión es empoderar a sus colaboradores. “No me cuesta ceder la toma de decisiones. Tengo muy marcado empoderar. Me he equivocado varias veces, pero eso genera un desarrollo cuántico de las personas. Soy muy franco, respetuoso y hecho a la antigua. Creo en los valores de la educación, respeto, esfuerzo y honestidad. Hay que respetar el conocimiento y permitir equivocarse, meter la pata. Hay que enseñar y guiar en un ambiente de transparencia”.

Se comunica con su directorio una vez al mes con teleconferencias y una vez al año va a Santiago a la presentación del presupuesto. “En la empresa tengo dos fórmulas. Es raro que encuentren la puerta de mi oficina cerrada, pero también tengo reuniones dedicadas exclusiva y absolutamente a una sola persona para ver sus necesidades y proyectos. El negocio es sumamente dinámico y todos los días hay problemas y desafíos, on demand”.

Imcruz fue fundada hace 34 años por el boliviano Marcelo Raña, que también es uno de los principales accionistas. Las prioridades de la empresa ahora son la innovación, el dinamismo y estar enfocada profundamente al cliente. “Tenemos a toda la compañía embarcada en un cambio de mentalidad. Queremos que la experiencia de hacer negocios con nosotros sea la mejor. Hemos diseñado indicadores para mejorar la satisfacción del cliente. De lejos somos la empresa del sector más grande del país, con 49 puntos de venta en las ciudades principales y en las medianas. Tenemos seis marcas de autos, dos de camiones, una de maquinaria pesada, somos representantes exclusivos de lubricantes Shell, de una marca de neumáticos y de varias en el segmento de correas y bujías. Suzuki es la marca más vendida y la número uno en Bolivia. Si bien es un mercado más pequeño que el de Chile, Perú y Colombia, es más entretenido porque crecerá”.

 

 

No están en un momento malo

Aunque las ventas se han reducido este año en el sector automotriz, considera que no se vive un mal momento. “Venimos de un momento muy bueno, en el que las tasas eran muy lindas. El mercado está más restringido, pero no es un mal año. Si uno ve la tasa de penetración del automóvil por habitante, hay un mercado con un potencial inmenso. Hay que saber navegar en las olas del crecimiento, apretarse el cinturón cuando hay que apretarse y estar listos para crecer cuando se puede”.

Desde su punto de vista, no existe una razón estructural para afirmar que Bolivia no tiene buenas perspectivas y el tamaño de su economía hace que se pueda crecer más.

Insiste en que el foco de su empresa seguirá siendo el cliente y que el reto es el desarrollo de la plataforma digital y la tecnología. “Tenemos que capacitar a nuestra gente para que se suba a la nueva empresa, hacerla exitosa y crecer. En este momento, el 40 por ciento de las ventas está en Santa Cruz, el 30 por ciento en La Paz y el 20 por ciento en Cochabamba”.

Está casado con la diseñadora de vestuario Moira Elgueta Edwards, con quien tiene cinco hijos, de 18, 16, 12, 9 y 6 años de edad. Dos de ellas son damas y tres varones. La mayor estudia economía en España. Su esposa ha emprendido dos negocios. Tiene uno de muebles, de una franquicia francesa, y una joyería, de franquicia española.

Su rutina comienza a las 6:30 y lleva cada día a sus hijos al colegio. Al mediodía generalmente tiene almuerzos de negocios y se acuesta alrededor de las 22:30, después de una hora de correr por las calles en las tardes, leer y ver televisión. Ahora realiza un curso de inteligencia artificial en forma virtual, porque uno de los desafíos de los profesionales es la actualización constante en un mundo cambiante. Los fines de semana lleva a sus hijos a jugar fútbol o cumplir compromisos sociales. Cocina asado y le gusta vacacionar en la playa. Este año estuvo de descanso en España y también disfruta de esquiar en Chile en familia. Es hincha de Colo Colo. 

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