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23 de septiembre de 2018, 7:46 AM
23 de septiembre de 2018, 7:46 AM

Es nieto de un español que llegó a Santa Cruz a sus 16 años. Su bisabuelo era un libanés de apellido El Hage. Su padre Cristóbal nació en Warnes y formó familia con doña Gladys Vaca. Del matrimonio nacieron seis hijos. “Pily“ es el segundo y el mayor de los varones. Sus tres hermanos y sus dos hermanas son profesionales en ingeniería civil, arquitectura y administración. Todos ejercen en las empresas del Grupo Industrial Roda, presidido por Cristóbal Roda Vaca, el ingeniero civil de 62 años que se formó en Brasil, y que es el invitado de Un Desayuno con…EL DEBER, en el restaurante del hotel Marriot.

¿Por qué le dicen Pily? “Las familias antiguas teníamos la costumbre de poner apodos”, refiere. “Yo tendría solo seis meses de nacido y mi padre me llevó con su amigo Javier Sauto a Samaipata. Vieron un pato pelado, pilicunca, y a mi madre le gustó Pily”.

Hizo el kínder en el Alemán y luego estudió hasta el bachillerato en el Americano, que era de los hijos de la Gulf, antes de la nacionalización. “Tras su primer viaje a Europa, mis padres se dieron cuenta que el inglés era el idioma universal y me pusieron al Americano. Ahora hablo español, portugués, inglés y burreras”, bromea.

 

Estudió ingeniería civil, con énfasis en cálculos, porque en el colegio era fuerte en matemáticas. Aunque ha ejercido más como administrador que como ingeniero, dice que su carrera le ayudó con los números. “Mi padre se formó como arquitecto en Argentina, y yo lo veía todos los días en obras. Era un profesional muy exitoso en la mitad del siglo pasado, con muchas empresas. Debo mencionar que el que más me motivó a estudiar mi profesión fue Percy Fernández, que era socio de mi padre en la constructora Concibol y mi referente. Ahí nació mi interés por las obras y los puentes. Ahora quiero construir un puente, pero no me dejan”.

Cuando volvió a Santa Cruz en 1980 de estudiar en Brasil, su padre tenía ya grandes empresas y Bolivia pasaba por una hiperinflación. “Mi aspiración era hacer una maestría y elegí una en EEUU. Mi padre me propuso un trato que era hacer el posgrado con él. Fue mi mejor decisión. Tuve la oportunidad de estar a su lado durante 20 años”.

Alquilaba revistas y vendía frutas

Su primer trabajo no fue en el grupo industrial que ahora preside. “A mis 9 o 10 años de edad, los papás de mi prima Carmiña tenían la librería Ribera y hermanos, con las mejores revistas. Ella me las prestaba y las alquilábamos en la calle. Nos daba para ir al cine. En las vacaciones trabajaba en las empresas de mi padre y también salíamos a vender naranjas y frutas en una camioneta en el mercado Los Pozos. Con eso pagábamos nuestras cuotas de carnaval. Cuando volví de estudiar en Brasil, no hubo un gran cambio, porque fue como seguir una vacación larga. En ese entonces mi primer trabajo oficial fue en la producción de la planta de Cimal, donde estuve cinco años, en la parte de proceso. Llegábamos con los trabajadores a las 6:30. El gerente era el ingeniero Edgar Coronado, un experto en costos de producción que me enseñó mucho y que también estuvo en Guabirá. Cuando él asume la gerencia del grupo, yo lo reemplazo en Cimal”.

Cristóbal Roda con Tuffí Aré, director periodístico de EL DEBER

Una de las claves del éxito empresarial de su padre fue la diversificación. “Entramos a la madera, a la cerámica, a la construcción, a la agricultura. La primera empresa de mi padre fue una heladería. Luego un criadero de pollos, una carpintería, un aserradero y la empresa Concibol, que hizo la laguna de El Arenal y otras obras. De ahí nació Margla, con su amigo y socio Carlos Aponte Pinto. Entró al ladrillo y a la teja pensando en industrializar los materiales de construcción. Luego vino Cimal, la industrializadora de madera para exportar con valor agregado. También fundó el Banco Unión y nació Gladymar. Entramos al área cañera con La Bélgica y como accionistas en Guabirá. El falleció cuando yo tenía 40 años y tuve que asumir como hijo mayor la dirección del Grupo Roda. Gracias a Dios, con mis cinco hermanos hemos fortalecido la empresa y entrado a nuevos rubros. Por ejemplo, creamos la primera empresa de televisión por cable, Multivisión, que vendimos a Tigo. Nuestro último emprendimiento importante es el ingenio Aguaí, en sociedad con otros empresarios. También estamos en el sector inmobiliario”.

5.000 empleos en su grupo Solo en las empresas propias del Grupo Industrial Roda trabajan unas 5.000 personas. En las asociadas, que son los ingenios Guabirá y Aguaí, la cifra se puede multiplicar por cuatro. “Tenemos sociedades de hasta 25 años. Somos personas muy abiertas y ligadas a nuestro pueblo. Somos transparentes y participativos. Lo que sentimos lo decimos. Hemos tenido muchas bendiciones en nuestros proyectos. Hemos sufrido crisis, pero salimos airosos. En algunos negocios perdimos, pero siempre terminamos con una buena lección y con entusiasmo. Los fracasos los tomamos como aprendizajes”.

 

 

¿Es bueno el endeudamiento? “No hay otra”, responde. “Santa Cruz era antes una ciudad estancada, no existían familias ricas y había poco capital. La única forma de crecer era asumiendo riesgos y endeudándose. El endeudamiento es algo importante en el crecimiento de las personas. Cuando se debe plata, uno está obligado a levantarse temprano y trabajar”.

En su estilo de liderazgo ha adoptado la premisa de su padre de que se debe entregar plenamente la confianza a los ejecutivos de la empresa para que respondan. “Cuando uno nombra un ejecutivo, o confía, o sino sáquelo. Si confía dele responsabilidad para que responda. En el grupo estamos rodeados de buenos profesionales y ahora viene la tercera generación, que es el desafío. Hemos sido una de las primeras empresas que establecimos un protocolo familiar. Tenemos 27 nietos, de los que 20 son profesionales y trabajan en diversas funciones del grupo”.

Sobre el momento económico de Bolivia, hace notar que en los últimos 15 años hubo un aumento de la clase media que ha derivado en un crecimiento económico de un 4 y hasta un 6 por ciento. “Hemos gozado de buenos precios de los recursos naturales y del petró- leo. El Gobierno tuvo una coyuntura favorable. Estamos gozando del excedente monetario, pero al caer los precios de las materias primas hay desaceleración, pero seguimos creciendo arriba del 3,5 por ciento. Continuamos en la franja verde y seguiremos en los próximos años. Hay estabilidad pero nos sentimos afectados por la devaluación del real y del peso argentino. La tasa fija de la moneda hace que perdamos competitividad”.

Está casado con Vivian Roden y tiene cuatro hijos. Dos son mujeres, una arquitecta y otra administradora. Ellas le dieron ya cuatro nietos en sus matrimonios. Sus otros dos hijos varones son solteros y administradores. Uno trabaja en Gladymar y otro en Aguaí.

Le gustaría en unos cinco años bajar el ritmo y que la tercera generación asuma el liderazgo. Para fin de año alista un nuevo emprendimiento en la construcción. Es hincha de Destroyers y le gusta descansar en el campo. Integra Los Tauras y otras comparsas.

Cristóbal 'Pily' Roda