Según la CAO, el agro tiene un nivel endeudamiento parcial acumulado de capital operativo de más de $us 400 millones con proveedoras de insumos agrícolas y la agroindustria

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9 de junio de 2019, 6:00 AM
9 de junio de 2019, 6:00 AM

Los coletazos de los ataques y contraataques vía aranceles entre EEUU y China, en el contexto internacional, y variables internas, entre otras, restricción de la libre exportación, pérdida de mercado por el abaratamiento de la importación y el contrabando, el incremento de costos en la producción nacional y la falta de acceso a la biotecnología, ponen al borde de la bancarrota al aparato productivo cruceño, principalmente soyero, azucarero, maicero y arrocero, que ven comprometido su accionar por el bajo precio de su producción en el contexto nacional.

A decir del gerente general de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Edilberto Osinaga, la caída de precios de la soya, el maíz, el arroz y la azúcar, a escala global, ha socavado la economía de los cultivadores de estos productos.

A su criterio, los bajos rendimientos y el ingreso masivo de productos foráneos, caso del arroz, hace que el mercado interno se sature y los precios caigan. “Esa competencia y saturación hace que los precios tiendan a bajar y bajar, lo que desmotiva y condiciona la renovación y modernización de maquinaria, además de la tecnificación, porque no hay incentivo”, puntualizó.

Con respecto a la soya, cree que la restricción de exportación es un tema que frena la planificación y limita la apuesta de los agricultores de inversión en tecnificación para elevar la productividad en campo. Aparte de la dependencia mundial de precios, Osinaga piensa que de no mantenerse vigente la libertad para exportar, los productores seguirán teniendo pérdidas porque el mercado interno es ‘chico’ y los precios seguirán bajos como ocurre hoy.

El tipo de cambio fijo en el país y la devaluación de la moneda en Argentina y Brasil es, a su juicio, otro factor que compite de forma desigual y reduce los valores de la producción boliviana. El rezago tecnológico en cuanto a biotecnología en cultivos de soya, algodón, caña y maíz es otro punto crítico. “De no introducirse esa tecnología y otras, como el riego, los rendimientos de esos alimentos estratégicos pueden acarrear un faltante”, puntualizó.

El nivel de endeudamiento también inquieta al agro. La mayor parte del endeudamiento de capital operativo que hay en el sector agropecuario no está en la banca, sino en las casas proveedoras de insumo y las agroindustrias. El problema data de 2016 -hubo sequía y los precios alcanzaron valores de regular a bajo- en casi la mayoría de los productos. Estamos hablando de un endeudamiento parcial de capital operativo de más de $us 400 millones, sin cuantificar otros proveedores y la banca. Mientras no se resuelva el problema de la mora, las inversiones y el patrimonio de los agricultores están embargados”, dijo Osinaga.

Soyeros con deudas

Para el gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Jaime Hernández, la caída del precio del ‘grano de oro’ en el contexto mundial y nacional afecta de forma considerable porque hay una diferencia de $us 80 por tonelada, por pérdida de precio, con relación al valor que podía pagarse al inicio de la cosecha, lo que ha ocasionado que los agricultores no puedan ni cubrir los costos de producción.

En términos económicos, calcula que las pérdidas por la sequía y los bajos precios ofertados por las agroindustrias locales rondan los $us 300 millones. A ello, se suma la deuda en mora que arrastran los productores con proveedores de insumos y maquinaria por un valor que supera $us 400 millones.

Hernández alertó que de no recibir, los cultivadores, una compensación económica justa por su producción la siembra de las más de 300.000 hectáreas de soya previstas para la campaña de invierno -debe iniciarse a mediados de este mes- está comprometida.

El sector oleaginoso plantea al Gobierno tener abierta la liberación irrestricta para exportar grano de soya, esto con el propósito de tener mayores compradores que permitan transparentar la formación de un precio de mercado, acorde a la cotización del escenario internacional.

Cabe recordar que el Gobierno promulgó el Decreto Supremo 3920 que autoriza la exportación del 60% de las 1,9 millones de toneladas de grano producidas en la campaña de verano 2018/2019.

Para la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob) esto agravará el déficit existente de 2,5 millones de toneladas de materia prima para las industrias. “Exportar granos cuando hay déficit, es contraproducente para la economía del Estado y no asumir la decisión de adoptar medidas integrales y compensatorias llevará al deterioro de la economía nacional y de la producción industrial oleaginosa, con consecuencias no previstas para el país”, refieren, a tiempo de pedir la desregulación de precios y cupos de los subproductos en el mercado interno.

Azucareros no planificaron

La problemática económica actual del cañero, a decir de fuentes de este sector, es la consecuencia de no haber planificado la producción y el mercado de los excedentes de azúcar generados por dos zafras consecutivas cuya lectura de esa realidad no fue tomada en cuenta por parte de los ministerios del área productiva, a pesar de tener los datos de producción, ventas, saldos de inventario y precios del azúcar que son reportados periódicamente. “No se atendió el pedido permanente del sector cañero e industrial para exportar los excedentes de azúcar en su debido momento y no cuando el precio está deprimido en el contexto nacional y el sector en desgracia financiera”, dieron cuenta.

El deterioro de precio atribuido a la gran cantidad de azúcar que falta por vender todavía impidió una liquidación de la zafra 2018, lo que puso en riesgo la molienda de este año. Se conoció que las factorías capitalizaron a los cañeros para no afectar la molienda.

Una disputa comercial, entre los jugadores del sector azucarero nacional, por abarcar mayor participación en ventas también impacta en el desplome del precio del azúcar en el mercado interno.

Contrabando golpea al arroz

En el caso de la producción del cereal, de acuerdo con los productores y acopiadores, la importación legal y el contrabando está quitando mercado a la producción nacional y deteriorando la salud financiera del sector debido a la caída del precio. El valor de la fanega de arroz en chala (dos quintales y medio) decreció de $us 60 a $us 35.

En 2018, el valor promedio anual fue de $us 48 la fanega, $us 5 menos que el registrado un año antes.

Soberanía alimentaria

Para el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, Gary Rodríguez, el desarrollo de Santa Cruz no se entiende sin la agropecuaria y la agroindustria y, a su interior, con subsectores, así como la producción bovina, avícola y porcina que con sus derivados explican gran parte de la soberanía alimentaria país. Sin embargo, cada cierto tiempo la baja de precios desnuda una debilidad estructural en cuanto a productividad y competitividad, cuya solución no depende de los productores, sino de las políticas públicas.

“La falta de acceso a la biotecnología, el control de precios en el mercado interno, la restricción de la libre exportación, la pérdida de mercado por el abaratamiento de la importación y el contrabando y el incremento de costos en la producción nacional, afectan. Son temas a resolver con urgencia, a fin de que el modelo productivo cruceño aporte más al país”, dijo.

Gobierno atiende demandas

En medios televisivos locales, el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, César Cocarico, señaló que el Gobierno está atendiendo las demandas sectoriales, caso del soyero, que espera la reglamentación del decreto que da luz verde a la exportación del 60% de la producción de grano de soya. La autoridad lamentó que sean los pequeños productores los que carguen con la crisis del precio.

PUNTO DE VISTA 

Eduardo Wills, economista agrícola: Sostenibilidad para mitigar la caída de valor

Es evidente la caída de los precios en el mercado mundial de algunos productos agrícolas, esas son las reglas de la economía globalizada, donde las grandes potencias pueden aumentar su producción o dar señales de perspectivas positivas en los rendimientos agrícolas, “buena cosecha”, y los mercados no responder en la misma proporción por diferentes motivos, como el cambio en las políticas de comercio exterior de estos mismos actores o lo que se ha denominado “guerra comercial” entre EEUU y China o cualquier otro bloque de países.

En lo interno, el discurso de aumentar la producción debe ir acompañado de herramientas o instrumentos para incrementar la productividad, para hacer sostenible la actividad agropecuaria y de esta manera mitigar el impacto del mercado global. Hemos crecido escuchando que las reformas fracasan porque no se le da condiciones a los productores para generar competitividad, como infraestructura productiva, investigación aplicada, servicios técnicos que brindan soporte a la producción, como los sistemas de validación y transferencias de tecnología, mecanismos de información de mercados, estadísticas, agilidad en la certificación en sanidad agropecuaria y seguridad jurídica. Adicionalmente, aplicar políticas sociales, que generen certidumbre, para el trabajador y para el empleador.