IBCE resalta recuperación del comercio exterior, pero pide un ‘golpe de timón’ en la política pública de apoyo a este sector

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19 de diciembre de 2018, 4:00 AM
19 de diciembre de 2018, 4:00 AM

El sector oleaginoso de Santa Cruz cierra la presente gestión con un balance agridulce en cuanto a desempeño en la producción de granos (soya, maíz, trigo, girasol y sorgo). El recuento global, en volumen, refleja una producción de 4.495.000 toneladas, un 4% más que en 2017.

Este último dato, en el histórico, representa una merma del 10% con respecto a la producción en 2014. Justamente, este antecedente, a decir del presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Richard Paz, expone el estancamiento, sin poder de recuperación, del sector productivo.

El dirigente atribuyó el freno a la pérdida de cultivos por condiciones climáticas adversas y a la falta de políticas del Gobierno para solucionar los problemas estructurales que dificultan la ampliación de la frontera agrícola.

Además, lamentó la falta de avances importantes en la agenda productiva establecida con el Gobierno. Entre otros problemas estructurales, sin solución, citó la falta de avance en el acceso al uso de semilla genéticamente mejorada, la liberación plena de las exportaciones de soya, la construcción de Puerto Busch y la asignación de un precio justo de la urea para los productores que desarrollan actividades agrícolas en el territorio nacional.

En el recuento comparativo por ciclo productivo, el informe de Anapo da cuenta de que en la campaña de verano 2017-2018, se produjeron 2.547.000 toneladas de soya, maíz y sorgo- un 9% más con relación al periodo anterior. En el invierno 1.947.000 toneladas de granos, un 2% menos con relación a la gestión pasada.

En el caso de este último ciclo productivo, Paz aclaró que la caída se debió a condiciones climáticas adversas -prolongada sequía- que afectaron la escala de productividad, principalmente, en cultivos de maíz, sorgo y trigo.

Exportaciones se recuperan

El balance de gestión, en términos de comercio exterior, denota una recuperación. Así, según el presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Reinaldo Díaz, las importaciones alcanzaron una menor dinámica de crecimiento (6%) frente a las exportaciones, que crecieron (13%). “El mejor desempeño de las ventas externas se debió al beneficio ‘efecto-precio’. La mejora de las cotizaciones demuestra nuestra condición de ‘país tomador de precios’, principalmente en hidrocarburos y minerales, frente a lo cual no queda otra opción que dar un golpe de timón a la política comercial y potenciar las exportaciones no tradicionales, algo que podría impulsar una fuerte inversión en el agro, sector forestal y manufacturero y, con ello, más movimiento económico, empleos e ingresos”, apuntó.

Díaz recomendó gestar políticas públicas dirigidas a mejorar la productividad y la competitividad, frente a un problemático entorno signado por un tipo de cambio fijo desde 2011. Calificó de importante la sinergia público-privada para abrir los mercados de Rusia y Vietnam, pero sobre todo China, para exportar café, castaña, sésamo, quinua, carne bovina y soya y sus derivados. “Urgen políticas públicas inteligentes -uso pleno de la biotecnología- para dar inflexión al crecimiento del país”.

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