Los analistas consideran que la política cambiaria que lleva adelante el BCB es causante de este escenario de bajos precios que afecta al aparato productivo

El Deber logo
14 de enero de 2019, 14:48 PM
14 de enero de 2019, 14:48 PM

El país en 2018, después de nueve años, cerró con una de las inflaciones más bajas, pues según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el Índice de Precios al Consumidor (IPC) anual fue un 1,51%, muy por debajo del proyectado por el Gobierno que era de un 4,49%. Este comportamiento según los analistas consultados tiene que ver con el tipo de cambio fijo vigente en el país, entre otros factores, a tiempo de descartar que se de un proceso de deflación.

El porcentaje de 2018 es el más bajo después del 0,26% de 2009 y por ello encendió la alarma de que este escenario de bajos precios nos lleve a la deflación.

En este sentido, Julio Linares, analista económico, sostuvo que se debe recordar que la inflación es un promedio de la variación de precios de una canasta representativa de bienes que es medida por el INE, es decir, que hay precios que suben y otros que bajan. En este sentido Linares precisó que cuando la tasa de inflación está cerca de cero, no precisamente significa que no haya variaciones en los precios, sino que en promedio los precios varían poco, lo que compensa y deriva en tasas bajas de inflación.

Sobre la situación boliviana, Linares subrayó que la teoría dicta que la deflación es una caída de los precios en el conjunto de la economía y que además, se prolonga durante varias gestiones (al menos dos años) y es el fenómeno contrario a la inflación.

“Por lo tanto, caídas de precios en sectores concretos o en productos específicos como sucede en el caso boliviano, aún no deriva en una deflación”, dijo Linares, que subrayó que los estándares económicos internacionales señalan que la inflación no debe bajar más del 2%, debido a que esto crearía un serio riesgo de que la economía caiga en una deflación; lo que significa problemas de desempleo y aflojamiento de la actividad económica.

Para el economista Jaime Dunn, conceptualmente por deflación se entiende a la bajada generalizada y prolongada del nivel de precios de bienes y servicios de una economía y toma como referencia al FMI que indica que esta reducción de precios como mínimo debe darse durante dos semestres y que la principal causa de este fenómeno corresponde a la caída en la demanda que lleva a las empresas a reducir precios y bajar costos y conservar flujo de caja, principalmente disminuyendo la inversión y despidiendo empleados. Eso se refleja en una reducción del crecimiento de la economía y aumento del desempleo.

Dunn hace notar que este no es el caso de Bolivia, pues la economía está creciendo, el desempleo es bajo y la reducción de precios es marcado principalmente en ciertos alimentos y en otros como salud y educación, más bien se ha incrementado.

También precisó que las deflaciones pueden también crearse por exceso de oferta y no falta de demanda. “Aunque no hay deflación en Bolivia técnicamente hablando, sí hay un exceso de oferta. En Bolivia ese exceso de oferta se da porque con el tipo de cambio fijo, el mundo es nuestro supermercado. Es decir la oferta a bienes del exterior se ha facilitado con un tipo de cambio real fuerte”, detalló Dunn.

José Alberti, expresidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz, sostuvo que se debe descartar algún síntoma de deflación, a tiempo de hacer notar que la evolución del IPC en 2018 y el descenso de la inflación es consistente con las expectativas inflacionarias y el estado de situación de los sectores económicos que presentaron una contracción en 2018.

“Para que la economía vuelva a crecer y la inflación sea consistente con la evolución de la actividad económica se requieren políticas creativas de reactivación productiva a la par de desmontar regulaciones y burocracias regresivas poniendo el foco en el mejoramiento de la productividad y competitividad que son las que asegura un desarrollo económico social de largo plazo”, dijo Alberti.

Cabe recordar que el presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Pablo Ramos, remarcó que el Gobierno mantendrá la estabilidad cambiaria del dólar estadounidense frente a la moneda nacional porque no se siente un impacto decisivo en Bolivia de los países de la región en crisis. La autoridad subrayó que la política cambiaria se mantendrá porque las devaluaciones siempre impactan de manera negativa a la población.

¿Por qué una inflación tan baja?

Para Alberti, la inflación acumulada en 2018 que fue modesta y alcanzó un 1,51%, se debe principalmente a tres a tres elementos básicos: El primero es que Bolivia registra un tipo de cambio real apreciado de aproximadamente un 45% (2011 y 2018) con respecto a sus principales socios comerciales esto permite a criterio del analista importar alimentos más baratos y a la vez exacerba el contrabando dada la falta de control y políticas públicas que limiten esta actividad ilegal siendo que se campea en los diferentes mercados populares a escala nacional

El segundo aspecto tienen que ver con la contracción de la demanda interna, reflejada en la inflación subyacente, por menores ingresos de los agentes económicos y finalmente este porcentaje del IPC anual se explica por la caída de los precios internacionales de las materias primas del sector alimenticio (cayó la presión de la inflación importada).

Parar Linares, la baja inflación, va de la mano de un tipo de cambio fijo y una política fiscal expansiva que está provocando déficit consecutivos del sector público y un freno de la economía del sector privado, a lo que se debe sumar que el Gobierno no está invirtiendo en sus sectores productivos.

De acuerdo con el analista se debe agregar que la mayoría de los países que rodean al nuestro han depreciado sus monedas abaratando las exportaciones que llegan a Bolivia, inundando así los mercados de productos extranjeros, principalmente los de alto consumo provocando una baja inflación.

“El hecho es que esta situación, deriva en que las empresas nacionales no puedan subir sus precios y además disminuye su poder de mercado y no por efecto de una menor demanda, sino por la competencia dispar con los productos importados. Es decir, que bajo este marco económico, estas bajas tasas de inflación o una próxima deflación, las industrias nacionales son las más perjudicadas porque deben bajar sus costos de producción, y como consecuencia, tienen que tomar medidas como el despido de sus trabajadores o por último, cerrando las empresas”, precisó Linares.

En su análisis, para Dunn la clave de la política monetaria boliviana se basa en un tipo de cambio nominal fijo, justamente como mecanismo de estabilidad monetaria cuidando las presiones inflacionarias.

En cuanto a las importaciones, Dunn hizo notar que el tipo de cambio nominal fijo, permite que los pocos productores bolivianos adquieran materia prima, maquinaria e insumos más baratos de afuera (porque no se producen en Bolivia), eso les permite mantener sus precios bajos.

El economista precisó que si es que se apreciaría el tipo de cambio devaluando la moneda nacional (como equivocadamente piden algunos exportadores) el efecto sería el contrario. Justamente las importaciones de materias primas e insumos se encarecerían e importaríamos inflación.

“Por eso el Gobierno no tocará el tipo de cambio, consciente que una devaluación generará inflación afectando los ahorros de los bolivianos, especialmente a las clases más pobres”, dijo Dunn.

Tags