El economista José Gabriel Espinoza dijo que no se sabe el estado de los recursos que quedaron en un fideicomiso de un banco estatal

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26 de abril de 2024, 15:55 PM
26 de abril de 2024, 15:55 PM

El 26 de abril de 2023, la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) intervenía el Banco Fassil, luego de que durante más de un mes cundiera la desesperación de los ahorristas que formaron colas en las agencias de todo el país porque las operaciones en los cajeros automáticos y en línea registraban inconvenientes.

Ese día, en un acto, realizado en Santa Cruz, el director ejecutivo de la ASFI, Reynaldo Yujra, posesionó al interventor de la entidad, Carlos Colodro, quien falleció el 27 de mayo, después de caer del piso 14 de un edificio de la avenida San Martín. A pesar de que el suceso fue esclarecido por la Fiscalía, quedaron muchas dudas sobre el verdadero motivo de su muerte.

Para el experto en finanzas, José Gabriel Espinoza, quedó claro que la regulación fue sobrepasada por un grupo de personas que encontraron una forma de mover recursos de manera fraudulenta y, al mismo, tiempo sostener un crecimiento ficticio. Sin embargo, para el economista, no queda claro aún el estado del 60% de la cartera (créditos de los clientes de Fassil).

“Según las últimas declaraciones de las autoridades, casi el 40% de la cartera de Fassil había sido transferida a otros bancos, pero hay un 60% de la cartera de la cual no conocemos el estado, porque eso ha quedado en un fideicomiso administrado por el Banco Unión”, indicó Espinoza.

Sin embargo, destacó la fortaleza del sistema financiero, ya que la caída del cuarto banco más grande del país, no provocó su deterioro. Eso sí, el cierre del banco frenó los créditos de consumo en Santa Cruz y el sector más perjudicado fue el de la construcción, donde Fassil era un actor importante.

“La otra dimensión del efecto de la caída del banco tiene que ver con el efecto operativo por la salida del banco. Fueron 4.000 familias que han quedado sin empleo y en su mayoría estaban concentrados en Santa Cruz. Todo eso ha tenido un efecto notorio en la dinámica económica de Santa Cruz”, indicó Espinoza.

Por su parte, la presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz, Claudia Pacheco, afirmó que una de las principales lecciones las tienen que tomar las autoridades de ASFI y de la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban), que debieron actuar de forma oportuna para evitar las reacciones desesperadas de los ahorristas.

“La falta de conocimiento y, obviamente que la autoridad no haya salido a tiempo, creó especulación y el morbo, que movieron a ciertos medios de comunicación a continuar en el tema, contribuyendo a la caída del banco”, aseveró Pacheco.

La economista rescató que la devolución del dinero de los ahorristas se está realizando de acuerdo a programación, pero en moneda nacional, incluso las cuentas que estaban en dólares.

Para el economista Darío Monasterio, la intervención del Banco Fassil ofrece varias lecciones en materia de regulación financiera, gestión del riesgo y consecuencias económicas. “Ha generado desconfianza en el sistema bancario, ha afectado la disponibilidad de crédito, principalmente en Santa Cruz, y causado inestabilidad en el sector financiero. Además, ha tenido efectos negativos en la confianza de los inversores y en la percepción de la estabilidad del país”, destacó.

EL DEBER intentó comunicarse con el interventor del extinto Banco Fassil, Luis Gonzalo Araoz, pero no atendió las llamadas realizadas este viernes. Cabe señalar que Banco Fassil no era afiliado a la Asociación de Bancos Privadas de Bolivia (Asoban).

MUERTES TRÁGICAS

Según Darío Monasterio, existe una similitud entre la trágica muerte del interventor del Banco Fassil como del ex gerente de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), Juan Carlos Montenegro, quien fue encontrado muerto el 24 de abril, en La Paz.

“Destaca la enorme carga de responsabilidad que enfrentaban ambas autoridades en relación con recursos de altísimo valor. En el caso del interventor de Fassil, se le confiaba la gestión de los activos y el patrimonio del cuarto banco más grande del país, mientras que el ex gerente de YLB tenía la responsabilidad sobre la empresa que administraba las reservas de litio más grandes del mundo, con proyectos millonarios ya ejecutados, pero con resultados insatisfactorios”, expresó.

Ambos casos -agregó Monasterio- ponen de relieve la presión, el estrés y quizás las amenazas a sus integridades físicas, inherentes a cargos de alto perfil en instituciones financieras y empresas estratégicas para el país. “Esta presión puede ser aún más intensa cuando se enfrentan desafíos significativos, como la gestión de una crisis bancaria o la ejecución de proyectos de gran envergadura con expectativas elevadas”, remarcó.