Negocio. Afirma que tierras en áreas urbanas y rurales son el activo más preciado del Grupo Gutiérrez. Además del ingenio La Bélgica, tienen inversiones en ganadería y alistan construcción de su edificio empresarial en el Urubó

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26 de marzo de 2019, 4:00 AM
26 de marzo de 2019, 4:00 AM

Es el tercero de cuatro hermanos y desde hace 19 años es el Business Management del Ingenio Azucarero La Bélgica y del Grupo Gutiérrez. Asegura que la rentabilidad del negocio azucarero no es fabulosa, pero tampoco se pierde dinero. Da cuenta de que invierten $us 47 millones en obras de ampliación en la factoría y en el proyecto de ampliación de la frontera agrícola cultivada.

—¿Cuántos años de operación en el mercado cruceño lleva el ingenio azucarero La Bélgica y qué logros ha alcanzado?

Empezó hace 67 años. Es el ingenio más antiguo en operación de Bolivia. Tuvo dos etapas: la primera, a cargo de la familia Gasser, que empezó el negocio. La segunda, desde 1986, involucra a la familia Gutiérrez, propietarios actuales. Fuimos el primer ingenio que exportó azúcar a EEUU -cuota americana- y el pionero en desarrollar una población para crear fuentes de trabajo en La Bélgica, hoy municipio Colpa Bélgica. La sostenibilidad del negocio es lo más importante.

—La Bélgica denota mayor visibilidad en la región y en el país ¿a qué se debe ese cambio?

Siempre fuimos una empresa de perfil bajo, pero incursionamos en el etanol para mezclar con la gasolina y hemos cobrado notoriedad por las construcciones e instalaciones de una línea nueva de trapiche y otra de molienda para duplicar la capacidad de producción de La Bélgica. Estos proyectos se gestan con capital propio. Hace cuatro años ampliamos la fábrica de azúcar con la compra del ingenio Victoria en Misiones (Argentina) y ahora estamos en pleno montaje de la destilería Grizzo que compramos en Brasil. Vamos a triplicar la capacidad de destilación de alcohol y duplicar la de molienda de azúcar. Hemos adquirido tierra para duplicar el área cultivada de caña. Hay nuevos actores en la industria y para competir con los ingenios ‘grandes’ hay que innovar e invertir en tecnología y en lo humano.

—¿Cuál es el principal nicho de mercado de La Bélgica?

Nuestro principal mercado es Cochabamba. Ese es el motivo de nuestro logo del niño con chulo en nuestra bolsa de azúcar. Cochabamba absorbe hasta el 70% del azúcar que producimos, un 20% se va a La Paz y un 10% se consume en Santa Cruz.

—¿Cuánto es el volumen producido de azúcar y de alcohol?

En promedio producimos 1,3 millones de quintales de azúcar y destilado 12 millones de litros de alcohol. En ambos casos se proyecta duplicar la cantidad.

—¿Cuáles son los mercados de exportación del ingenio?

Después de nueve años de que el Gobierno prohibiera la exportación por la escasez de azúcar que hubo en 2010, estamos sacando el primer lote de las 1.200 toneladas de la cuota a EEUU que le toca al ingenio. La mitad del alcohol que producimos se queda en el país y el resto se exporta a Chile y a Perú.

— Hay una tendencia de adopción de nuevas tecnologías para optimizar y alcanzar eficiencia en los procesos productivos, ¿ustedes están en esa dinámica?

Estamos apostando e invirtiendo tiempo y recursos en tecnología en todas las áreas de la factoría. Hay un proyecto en curso de automatización total del ingenio. La nueva línea de trapiche, la destilería, el sistema de tratamiento de caldo y las calderas entrarán en operación, en los próximos dos meses. En una segunda etapa se prevé automatizar la fábrica de azúcar. Hemos invertido unos $us 47 millones -$us 17 millones en la fábrica de azúcar y $us 30 millones en el campo-. Teníamos 6.000 hectáreas de cañaverales y compramos otras 8.000 en Santa Rosa de Sara y Loma Alta para ampliar el área cultivada. En el futuro, en sociedad con amigos que han comprado tierras pensamos desarrollar un proyecto a escala. También hemos invertido en maquinaria.

—¿Qué proyectos están en desarrollo o perfilan ejecutar?

Hemos invertido montos fuertes en el otro negocio familiar, la ganadería. Hace tres años adquirimos otra estancia en Beni, tenemos dos, donde concentramos nuestro hato ganadero. Tenemos un ‘lindo’ número de ganado en producción que lo traemos a Santa Cruz, al confinamiento familiar, para que reciban el bagazo hidrolizado, melaza y levadura que se produce en el ingenio. Hemos invertido en genética -transferencia de embriones e inseminación artificial- para mejorar la calidad del hato ganadero y hemos importado tecnología de EEUU.

—¿Tienen planes para generar electricidad para el Sistema Interconectado Nacional (SIN)?

Sí. En Brasil hemos adquirido un nuevo turbogenerador de 10 megavatios. Vamos a instalarlo para el 2020 y la idea es vender energía, en ese periodo, al SIN.

—¿En qué otro sector está presente el Grupo Gutiérrez?

Estamos incursionando en la construcción. Estamos analizando un proyecto, en sociedad, para construir un edificio de ocho plantas, de los que el Grupo Gutiérrez se quedará con dos y el resto se pondrá a la venta. Estimamos invertir $us 8 millones en el proyecto que se levantará en el Urubó, camino a Porongo. El mayor activo y capital del Grupo Gutiérrez son nuestras tierras, no así el ingenio. Tenemos mucha tierra urbana que, en sociedad, vamos a empezar a urbanizar de forma agresiva.

— ¿Es la agroindustria azucarera un negocio rentable?

Estoy en la industria hace 19 años y nunca vi decaer el negocio. No hay rentabilidad fabulosa, pero tampoco se pierde dinero. Se produce un artículo básico de la canasta familiar que tiene mercado y se vende solo. Es un negocio donde el secreto es el volumen, por eso, estamos invirtiendo en ampliaciones de la factoría para competir y tener una economía de escala.

—¿El etanol está salvando el negocio de la industria azucarera?

Sí, por los precios bajos derivados de la sobreproducción por la limitación de exportar con cupo, el etanol es la salida a la mala situación que afrontan los agricultores cañeros. El etanol es la esperanza de mejores días para la industria azucarera, la región y el país.

—¿Cómo ve la relación del Gobierno con los empresarios cruceños?

Ha mejorado y notamos que esa tendencia rígida de otros tiempos, se ha flexibilizado. Ahora se puede conversar, nos escuchan y nos entienden. El Gobierno y los privados quieren el bienestar del país.

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