Sus cuadros se pueden apreciar en Manzana 1, como parte de Contrastes & Colores, una exposición que comparte junto con piezas de Jorge Padilla y Juan Mayta

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15 de junio de 2019, 4:00 AM
15 de junio de 2019, 4:00 AM

Si el corazón se cansa de querer, ¿para qué sirve?, se pregunta Magenta Murillo, a la vez que le da título a uno de sus cuadros. Así nos comunica la emoción que le provoca su oficio de pintora.

Sus cuadros representan sueños y ensueños, son reflejo del camino de una artista, de haber puesto a prueba su capacidad de amalgamar colores, formas y sensaciones, como una manera de contarnos su vida. Esta muestra se convierte en un buceo profundo en su mundo interno creativo, en el cual descubre lo fantástico, donde los personajes se asemejan, pero no son iguales a lo real.

“Hay un mundo paralelo que yo debo habitar, en el que aparecen seres mágicos, situaciones inesperadas. Cada obra tiene su propia coexistencia, puedes encontrar ahí una situación y crear imaginariamente otra alrededor”, indica la artista.

Los personajes de Magenta no se repiten; se parecen y establecen vínculos entre ellos “Tal vez, dar vida a todos estos personajes, a estas situaciones, a estos colores, hace que yo me reinvente día a día. Y me despierto como si fuera a parir un hijo, cada vez que hago un cuadro es como que doy a luz algo nuevo”, comenta Murillo. Luego explica que cada pieza tiene su tiempo y forma parte de un proceso no siempre pensado en una totalidad, es decir, en una serie definida de imágenes.

Para la artista es muy importante el material, en este caso el vino y el café se convierten en sustancias elementales de una obra que se apoya en el papel como soporte principal.

“Desde niña me ha gustado mucho manifestarme en un soporte y parece que desde entonces ya podía captar lo que se venía. Me gustan los pinceles, me gusta el color, el pigmento, ese es mi mundo. A mí hazme feliz con esos materiales. Eso significa que el trabajo manual, de una u otra manera, me va a llevar por diversos lugares, uno de ellos es el papel, al que vuelvo recurren temente. Así empecé a trabajar con un papel japonés que me regalaron.

Luego me di cuenta de que soy una persona nocturna, que a medianoche se sirve una taza de café mientras se pone a pintar. Y el vino ha estado presente como un elemento que también contribuye a enriquecer mi obra”, expresa. Porque para Magenta el café es el despertar, un pretexto para comunicarse, para ingresar a un lugar y mirar lo que pasa alrededor. Y el vino tiene un simbolismo bíblico, que la artista lo toma como una oportunidad para resucitar.

“Encontrar tu alma y tu corazón con un buen vino de por medio es totalmente significativo. Por eso no creo que existan otras dos bebidas que estén más asociadas a mi trabajo pictórico como el vino y el café. No son pigmentos, tienen una historia humana. Yo trato de jugar con lo que nos hace humanos, históricos”, continúa. La producción de Magenta ha sido bastante dinámica y generosa en este último tiempo. Este año, su arte se ha expuesto en Los Tajibos, en Manzana 1 y en la galería de Alfredo Müller, con una propuesta que juega con el erotismo.

“El ejercicio hace al maestro, el que no produce constantemente nunca llegará a saber cuánto puede dar. La capacidad de cada artista se mide en función de cuanto produce.

Este es el segundo año que hacemos Erótico, con Alfredo Müller y Carolina Sanjinés. Y, de repente, me pregunto cómo me saco el chip de una muestra que propone un arte abiertamente provocativo y destapado, para ponerme luego el de esta otra, que tiene mucho de ternura y ensueño”, complementa. Magenta Murillo ha pasado por etapas difíciles. Sintió dolor de diversas maneras. Usó su propia sangre para pintar.

Encontró la oscuridad y la luz. Después volvió a nacer, regresó a su estudio, a las salas, a la producción artística. Y está satisfecha con los resultados. Reconoce que actualmente en el arte boliviano hay creadores fantásticos, que están haciendo cosas grandes. Ella asegura, sin falsas modestias, que su trabajo vale la pena. “Mi modo de expresar el arte es este. No me preocupo por hacer cosas lindas, sino lo que me sale del alma. De pronto esto es lo que amo. Finalmente, soy la más interesada en dar a conocer lo que siento. Por eso primero me escondo del mundo, me meto en mi estudio y luego vuelvo”, finaliza