La poeta y traductora estadounidense que participó de la VI Semana Internacional de la Poesía describe el proceso de traducción de la obra de Paura Rodríguez

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20 de abril de 2019, 10:00 AM
20 de abril de 2019, 10:00 AM

Imágenes rápidamente forjadas y una mirada tan intensa como para alcanzar ser casi íntimas, estas son las fuerzas que impulsan las Pequeñas mudanzas de Paura Rodríguez Leytón. Al traducir estos poemas, encontré que tuve que inclinar la mirada hacia atrás, vale decir, hacia adentro de ese paisaje en-soñado, cuando dice: “esta sed se cuadricula en la canícula (días de perros, días bochornosos)” y sus “sueños de lirios”.

Teorizamos e historizamos el trabajo de la traducción, considerando su política, y su participación en la realización e interpretación de prácticas discursivas. Sin embargo, gran parte del trabajo del traductor, es decir el tiempo que pasamos en el escritorio, se reduce o equivale a la elección particular de “esta palabra sobre esa palabra”, la caza o búsqueda de lo que significa “algo” (alguna cosa) que no es la igualdad sino la equivalencia, y lo hace - tan - éticamente atendiendo a la voz del poeta, las implicaciones culturales de la dicción y sus hegemonías. La traducción del trabajo de Rodríguez me ha hecho comprender en profundidad cómo estas elecciones aparentemente localizadas constituyen de hecho la construcción de un mundo.

Las notas del traductor son un lugar común para discutir las opciones particularmente difíciles que el traductor confrontó. De hecho, las notas de los traductores pueden ser enloquecedoras. La traducción del trabajo de Paura me ha hecho pensar no solo más allá de la selección de palabras, sino que a través de ellas, en la construcción de un mundo, donde las formas en que un léxico constituye ese mundo, y que a la vez está constituido por él.

Cada vez más pienso en el desafío de la traducción como reconstruir ese mundo en inglés, construir un mundo lo suficientemente intacto como para que un lector pueda ingresar a él por completo. Sin embargo, aun cuando quiero que ese mundo enseñe a los lectores cómo ingresar en él, quiero que se des-familiarice continuamente, para que su entrada nunca sea tan transparente o invisible. Imagina soñar con una casa de tu infancia - y sí es así - entonces en el sueño, conoces la casa. Pero las imá- genes y los gestos del mismo sueño construyen la casa para ese mundo de sueños. Al fin y al cabo, eso es lo que hace la poesía de todos modos: hacer que el lenguaje cotidiano no sea familiar para que podamos escucharlo, verlo, y experimentarlo como algo nuevo, algo extraño, y vívido. (Traducción: Juan Murillo)