Su segundo disco, El mal querer, fue nomimado a cinco premios Grammy Latinos y el diario New York Times lo eligió el sexto mejor álbum del año. Aquí las razones para oír su propuesta musical

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8 de diciembre de 2018, 4:00 AM
8 de diciembre de 2018, 4:00 AM

Hay que escuchar a Rosalía. Para creer otra vez en el pop, para recordar que el arte se trata de originalidad y vanguardia, para reivindicar al álbum como objeto de valor. Hay que escucharla porque es producto de nuestros tiempos, porque es sonido de 2018, porque es honesto. Hay que escucharla porque ayer una chica de 20 años, tras limpiarse las lágrimas de su rostro, me dijo: “El mal querer cambió mi vida”. No es que me encante. Para nada. No es mi estilo, no es rock.

Pienso que su voz es sorprendente y que tiene una producción impecable. Pienso que encontró una fórmula y le sacó provecho. Pienso, también, que esa fórmula no es nueva; y que el mensaje lo es aún menos. Sí, lo sé…este hilo de ideas me conduce hacia el odioso ‘todo ya se ha hecho’; hacia el ‘bajo el sol no hay nada nuevo’. Pero es que sí lo hay… y no es poca cosa. Hay que escuchar El mal querer, de Rosalía. Hay que darle play a MalaMente y descubrir el inicio de la historia.

Hay que ver los videos. Verla bailar, cantar, actuar. Verla conquistar a los Estados Unidos de América. Hay que visitar su canal de Youtube y verla interactuar con sus seguidores; escucharla hablar durante más de una hora acerca del proceso de producción y creación del álbum; acerca del concepto detrás de él. Hay que maravillarse con sus cejas rojas. Hay que saber entender que Rosalía es una mujer de 25 años, nacida en Barcelona, criada en la zona de los polígonos industriales (entre autopistas, estacionamientos, almacenes, camiones), que inició su carrera a los 15 años, que grabó su verdad, tocaron a Midas.

Más allá de los premios y las lisonjas (siempre dudosas), hay que escuchar a Rosalía; porque ella representa el ahora. La fusión de estilos y géneros; el uso de la tecnología en favor del talento; la idea fugaz hecha realidad con maestría e ingenio. El mal querer no es solo un compendio musical; es una mirada hacia el esqueleto mental de nuestros tiempos, hacia este menjunje contemporáneo tan difícil de explicar. Sí; hay que escucharla y entenderla; por el bien del arte; por la reivindicación de la originalidad; por la juventud actual…por la veinteañera que ayer lloró, a solas y tirada de espaldas sobre el sofá de la sala, mientras cantaba Voy a tatuarme en la piel tu inicial, porque es la mía. Pa’ acordarme para siemp

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