Dos bolivianos, el artista plástico Marcelo Callaú y el escritor Juan de Recacochea, ambos fallecidos, fueron testigos de esa época convulsa 

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12 de mayo de 2018, 4:00 AM
12 de mayo de 2018, 4:00 AM

Marcelo Callaú tenía 21 años cuando llegó en septiembre de 1967 a París e ingresó a la Escuela de Bellas Artes para estudiar escultura. Por esos días, ni siquiera imaginaba que, ocho meses después, vería una ciudad convulsionada con miles de estudiantes arrancando adoquines de las calles en una lucha desigual con la Policía, ni que las paredes de La Sorbona y las casas cercanas al teatro Odeón se llenarían de grafitis que rezaban “la imaginación al  poder” o “la poesía está en la calle”. 

En una sociedad y en una época en las que parecía que el orden establecido había delimitado definitivamente las fronteras de lo permisible, grupos de jóvenes rebeldes se apoderaron de la ciudad para expresar su inconformismo y para ponerle el dedo en la llaga a un sistema que sentían que los absorbía y los convertía en simples engranajes de una gran maquinaria autoritaria. Era mayo, en Francia, con una primavera que marcaría a Europa y que sintetizaría el espíritu de una generación  llena de ideales, utopías y propuestas que, bien o mal, influyeron en la cultura y las ideas del mundo occidental.

Una batalla contra el sistema
“Queríamos cambiar el mundo”, comentó el director italiano Bernardo Bertolucci, cuando estrenó Los soñadores, el filme en el que recrea el Mayo Francés y las contradicciones de aquellos tiempos. "Pero también a muchos nos cambió  la vida", diría Callaú en una entrevista a la revista Extra de EL DEBER pocos días antes de su deceso en 2004 y recordando esa época, en la que junto a otros compatriotas estudiaban en el Viejo Continente. Los  sucesos de París tuvieron su origen en una manifestación estudiantil contra la Guerra de Vietnam que concluyó con seis estudiantes universitarios presos. En represalia, otro grupo de jóvenes decidió tomar la Facultad de Nanterre. Entonces, las autoridades decidieron expulsar a ocho muchachos que participaron de la toma. Lejos de calmar los ánimos, avivó la  llama y seis mil estudiantes marcharon desde Nanterre hasta La Sorbona, donde fueron reprimidos por la Policía. Los manifestantes tomaron La Sorbona y las diversas facciones políticas crearon un solo movimiento.

Por orden del decano, la Policía ocupó la universidad y arrestó a los estudiantes. La noticia de la represión policial se expandió por París y miles de jóvenes salieron a las calles del Barrio Latino e hicieron frente a los uniformados. Se extendieron las barricadas y aumentaron los  enfrentamientos. La brutalidad policial conmovió a toda Francia. El 13 de mayo, casi un millón de personas atravesó la Ciudad Luz y comenzaron las huelgas obreras. Las luchas de los estudiantes que, en un principio, eran académicas, pronto se convirtieron en una batalla contra el sistema, como así lo declararía uno de los líderes de la revuelta, el estudiante alemán Daniel Cohn Bendit. Para el 20 de mayo, Francia se encontraba paralizada, mientras que el Gobierno y los partidos tradicionales quedaron desprestigiados. Cinco días después los sindicatos y los políticos firmaron un acuerdo. El presidente de la República convocó elecciones. 

"En esa época parecía que todo ya estaba establecido y no había nada más que hacer", recordaba Callaú y acotaba: "Sin embargo, surgió este movimiento, que no solo estaba orientado a cuestionar al Gobierno, sino también a la sociedad postindustrial, la educación, la familia y hasta la siquiatría. Además, se dio apoyo al inmigrante extranjero, se preocuparon por lo que pasaba en América Latina. El Che se convirtió en un nexo. Esto dio paso a una creatividad impresionante y uno lo podía contrastar en las artes, en la música, que aún hoy se sigue escuchando, y en los grafitis, que adquirieron niveles poéticos. Fue una gran escuela que me ayudó a reflexionar y a empezar a hacer otras cosas mirando mis propias raíces", reflexionaba Callaú, que se vio obligado a proseguir sus estudios en Bruselas tras el cierre de su facultad.

Revolución intelectual 
"Fue como un diluvio que se lleva una flor. Todo era muy espontáneo y sacudió Europa", contaba hace 14 años el desaparecido escritor y periodista Juan de Recacochea, que vivió en París desde 1956 y que durante esos días de la revuelta se encontraba en Holanda. Poco después de los sucesos, Recacochea retornó a París y vio las secuelas de toda esa ‘revolución intelectual’, como el autor de American visa prefería definirla.