El periodista de EL DEBER aborda el caso Ostreicher en Sean Penn te lleva a casa. Con un $us 27 millones en juego, un actor que cambia la historia y una red de funcionarios que extorsionaban, el caso golpeó la imagen de Bolivia hace 7 años

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11 de mayo de 2019, 8:00 AM
11 de mayo de 2019, 8:00 AM

¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te propusieron escribir una crónica sobre la corrupción en Bolivia?

Algo de angustia. Este tipo de encargos son una especie de regalo griego, a simple vista irrechazable, pero intuís que llevan algo potencialmente maligno en su interior. Eso sí, me fascinaba la idea de que me editen Fonseca y Caparrós y lo mucho que iba a aprender en el proceso. Estuve a punto de sugerirles que llamen a Álex Ayala. Por suerte no lo hice.

¿Qué particularidad tiene el caso que te ocupó?

La particularidad de este hecho fueron dos: presencia de Hollywood, que le daba un interés narrativo, y que los hechos de corrupción estaban ligados a la reproducción del poder político. De cierta forma, los acusados de formar parte de la red de extorsión terminan chantajeando políticamente al Gobierno en sus audiencias, amenazando al Gobierno con desvelar el trabajo político que les encargaron. Eso lo hacía distinto, aunque debo confesar que lo descubrimos en el proceso de escritura y edición.

¿Quién crees que merece ganar el campeonato?

Voté por Brasil, por Odebrecht y su capacidad de contagio al resto del continente. Me sorprende mucho la onda expansiva del modelo de corrupción que desarrollaron en Brasil y, en lo particular, me parece paradójico cómo gobiernos de izquierda terminaron adoptando los proyectos IIRSA, que era una receta de megaobras del periodo neoliberal, que fue la puerta de entrada para la corrupción transnacional de Odebrecht.