Ganadora de seis premios Emmy, la serie, escrita por Amy Sherman Palladino, se centra en el personaje de Midge, una mujer de clase acomodada en la Nueva York de los 50 que ha visto romperse su matrimonio

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6 de octubre de 2018, 4:00 AM
6 de octubre de 2018, 4:00 AM

Lo que más me gustaba de Gilmore Girls era que Rory Gilmore (interpretada por Alexis Bledel) no era la típica adolescente boluda de las series americanas que vivía pendiente de la ropa, del estatus en la secundaria o de sus ‘churros’. Tampoco era solo la amiga nerd de la protagonista cool, ella era la protagonista. Rory tenía aspiraciones, quería graduarse en Harvard, le gustaba leer, le gustaba escribir.

La vimos leyendo Madame Bovary, la vimos leyendo Una habitación propia, uno de sus libros favoritos era Anna Karenina. De hecho, como dato curioso, Rory leyó 339 libros a lo largo de las 7 temporadas del show televisivo.

La creadora de Gilmore Girls, Amy Sherman Palladino, consiguió una serie que tuvo sus altas y bajas, pero que para el año que se estrenó (2000) sí rompió ciertos moldes en cuanto a protagonistas y modelos a seguir. The Marvelous Mrs. Maisel (La maravillosa señora Maisel) es el más reciente trabajo de Sherman Palladino. Sherman Palladino se inspiró en su vida familiar. Su papá hacía stand ups en New York y ella estuvo inmersa en ese mundo durante su infancia. Además de escribir los guiones, dirige los episodios alternando el trabajo con su esposo y habitual colaborador, Daniel Palladino.

La serie salió a la luz el año pasado y ha superado en logros a Gilmore Girls. Así es, con una sola temporada ya ganó dos Globos de Oro y arrasó en la última entrega de los Emmy, consiguiendo seis premios (mejor serie de comedia, mejor actriz principal de comedia, mejor actriz secundaria de comedia, mejor dirección de comedia y mejor guion de comedia). Sherman Palladino recrea la vida de Midge, la señora Maisel (fantástica Rachel Brosnahan), una mujer de clase acomodada que vive un matrimonio de fantasía en la Nueva York de los años 50. Al final del episodio piloto, su marido la deja por otra.

Eso dispara que Midge inicie un camino de autodescubrimiento. Tiene que asumirse como mujer separada en una época que eso era muy mal visto y da rienda suelta a sus aptitudes innatas para el stand up (comedia en vivo), una actividad dominada por los hombres. La serie resalta la figura femenina construida para encajar perfectamente en esto que algunos seriéfilos han definido como “poder femenino en la TV”. Un fenómeno discursivo que bebe de la coyuntura social, claro.

En ese modelo están The handmaid´s Tale, Big Little Lies, The Sharpen Objects, Glow, Sweet Vicious, Alias Grace, entre muchas otras series. A nivel de discurso no abre ninguna veta, sino que pone un quiosco en una calle llena de quioscos parecidos. Su relato es bastante cómodo y a veces hasta contradictorio.

Desde la escena que abre la serie con Midge haciendo chistes en su boda, el humor que se maneja es muy americano y naif. “Para ponerse este vestido no hay que ingerir nada durante tres semanas”, “Mi compa- ñera de cuarto era dulce y gorda. O sea, perfecta. Alguien con quien ir a comer sin que me robase el novio”.

Midge es pizpireta y la serie quiere que sepamos lo especial que es: estudió literatura rusa y siempre tuvo claras las cosas que quería, pero al mismo tiempo el personaje lleva una vida bastante tranquila sin otro escollo que separarse de un exmarido que la engañó con su tonta secretaria (el cliché de la amante voluptuosa poco despierta) y lo difícil de empezar a abrirse camino en el stand up con más chistes americanos y naifs. Como Midge es tan maravillosa, todo lo logra sin mucho esfuerzo ni preparación.

Otra cosa cuestionable es que me suena a figurita repetida. Si ponés a Midge en Stars Hollow como la prima hermana de Lorelai Gilmore o la hermana escondida de Rory Gilmore, no desentona. Habla un montón para exhibir su ingenio, siempre con ese tono irónico propio del mundo Gilmore o, para ser justos, del mundo Sherman Palladino.

La primera temporada solo tiene ocho episodios y mientras esos episodios avanzan, Midge se pone menos coherente y los stand ups comienzan ya a cansar, se repite la tónica una y otra vez, mujer en el escenario, pú- blico escéptico, chistes mal recibidos, chistes bien recibidos, público encantado con la mujer en el escenario, hombres que le dicen: “Ya siéntese, señora”. Ella, nuestra Midge, sigue siendo adorable y perfecta.

El episodio final nos regresa al piloto, al punto cero de la historia. Quizás con algunos cambios, con algunos ajustes, con la esperanza de que la vida tranquila, burguesa y sin sobresaltos de Midge mejore aún más.

En Estados Unidos, si bien ha tenido una buena aceptación, la comunidad judía ha criticado su falta de verosimilitud con las raíces que Midge representa, aparentemente no es lo suficientemente judía. También son notables los errores históricos como la relación del personaje principal en locales nocturnos con hombres afroamericanos, cosa que en la época era muy complicado debido al racismo. En el mundo de Midge no hay racismo. Lo que me lleva a pensar que el problema de la serie es ese: es todo tan rechinante que se empieza a sentir plástico.

Visto lo visto, lo maravilloso de La maravillosa señora Maisel es su exquisita ambientación de los años 50, su fotografía, su paleta de colores, su hermoso soundtrack lleno de jazz y la actriz Brosnahan que, literalmente, le da vida a Midge. Brosnahan era conocida por los telespectadores al interpretar a Rachel Posner en House of Cards.

En la piel de Midge está exultante y consigue sacar adelante chistes muy malos. Puede sonar a que no le encontré el lado amable, pero aun no estando obnubilada por su contenido más bien simplón, en realidad vi sus episodios sin soltar. Una vez terminada la serie la olvidé, y tampoco me importó la existencia de una segunda temporada.

Gracias a su estruendoso y políticamente correcto triunfo en los Emmy, la imagen de Midge en el escenario de mala muerte desde donde lanza sus chistes malos me volvió a la mente, visualicé casi inmediatamente la cara del calzonudo de Joel (el marido), de Susie, la aspirante a manager, de Lenny Bruce que pinta para ser el padrino laboral de este personaje femenino emancipado y supe de su segunda temporada que se estrenará a fines de este año. Nada como una carretillada de premios para devolverte la memoria.

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