La pérdida de los bosques y su biodiversidad implica, entre otras cosas, la desaparición de fabulosas conexiones subterráneas. Cada una de las especies es importante para la comunidad

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31 de agosto de 2019, 4:00 AM
31 de agosto de 2019, 4:00 AM

Hace unas semanas, durante un viaje de visita a Buena Vista, tuve la suerte de conocer el Tekoatí Eco Lodge, un proyecto dirigido por Amanda Martin, que promueve la sensibilización sobre el cuidado del medio ambiente, combinando esparcimiento y aprendizaje.

Se encuentra a 9 km de Buena Vista, cercano al Amboró, en una zona plena de vegetación y naturaleza. Lo que más me impresionó provino de un simple comentario que hizo Amanda: “si tienen un árbol en casa y escuchan que dicen ‘sáquenlo, sus raíces están creciendo demasiado’, no lo hagan, porque los árboles son miembros de una comunidad, son seres sociales. Si sacan un árbol les están amputando un miembro a la comunidad”.

Mientras hacíamos un recorrido conociendo diferentes tipos de plantas, Amanda continuó explicando: “Los árboles se comunican para protegerse entre ellos.

Si una especie u organismo empieza a atacarlos, suben sus defensas, pero, al mismo tiempo, transmite esa información por debajo de la tierra a los otros árboles de su especie, a través de las estructuras de hongos que conectan las raíces entre sí. Es decir que, gracias a esta alerta, los otros árboles de la comunidad son prevenidos para liberar aires tóxicos contra el organismo agresor”.

Investigadores relacionados con el área de ecología en la Universidad de Columbia Británica, Canadá, han estudiado el comportamiento de los árboles en su hábitat durante años.

Encontraron evidencia de que los árboles se comunican entre sí, así como con otros seres vivos. Recomendable el libro La vida secreta de los árboles, de Peter Wholleben. También existe en la web una ilustradora charla TED de la ecóloga forestal Suzanne Simard, en la que brinda detalles sobre esa investigación y los asombrosos resultados.

¿Cómo funciona esta red de comunicación? De acuerdo con Suzanne Simard, las plantas interactúan y se comunican a través de una red subterránea de hongos que une a las plantas con el ecosistema circundante.

A través de esta simbiosis, las plantas pueden contribuir al desarrollo y crecimiento mútuo y ayudar a los diferentes ejemplares del bosque. Así pues, cuando se corta un árbol en un bosque, no se hace daño solamente a un árbol, sino que se afecta a toda la comunidad de la que forma parte, porque se le priva, de la información que brindaba al resto, de los nutrientes que compartía, de la manera en que sus ramas altas servían para proteger el desarrollo de los árboles circundantes, etcétera.

Un bosque es un superorganismo. Juntos, los árboles crean un clima equilibrado, cada árbol es importante para la comunidad, y el bosque actúa en consecuencia: a los ejemplares enfermos el resto les proporciona los nutrientes necesarios para que sanen. Además cada árbol sería un nodo de conocimiento, un polo de información y perderlo es como cuando se pierde todo un estante de libros dentro de una biblioteca especializada.

Mientras escribo estas líneas las noticias indican que los incendios no dan tregua en la Amazonía, los bomberos luchan todavía contra las llamas del fuego que se expandieron ferozmente en Roboré, San Rafael, Charagua, San Ignacio, San Antonio de Lomerío, Puerto Suárez, Concepción, San Javier, San José de Chiquitos y San Matías.

Los mensajes de ayuda, de molestia, de pedido de ayuda continúan circulando en las otras redes, las redes sociales que manejamos los humanos.

Pero nosotros todavía no entendemos lo suficiente que un bosque es mucho más de lo que vemos. No imaginamos que la pérdida de los bosques y su biodiversidad implica, además, la pérdida de esas fabulosas conexiones subterráneas, y que funcionan por medio de impulsos eléctricos que transmiten la información.

Las imágenes que nos llegan desde Roboré son todavía estacas al corazón, los datos alarmantes sobre la cantidad de hectáreas perdidas… saltan alocados resortes dispersos en el deseo de brindar colaboración.

Para nuestra época y en el espacio que nos tocó vivir, es muy duro saber que el hombre es capaz de ocasionar lo que ha sucedido en la Amazonía. No puede ninguno de nosotros ser el mismo después de lo que ha pasado, de lo que sigue pasando.