Un resumen del libro que cuestiona los motivos del deceso del expresidente, de quien se dice que se suicidó en 1939. También relata anécdotas del personaje

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30 de junio de 2018, 4:00 AM
30 de junio de 2018, 4:00 AM

¿Quién fue Germán Busch? La mayoría de los bolivianos lo recuerda como el presidente suicida o lo identifican como al héroe extinto de una antigua guerra perdida. Sin olvidar a aquellos que solo asocian su nombre a algún monumento o avenida de las principales ciudades de nuestro país. Pero el hombre que en plena guerra chaqueña era considerado por el Ejército paraguayo como el comando enemigo más temido, odiado y respetado,  fue mucho más que eso. 

Desde su niñez en las llanuras orientales, como un muchacho montaraz y problemático, pasando por su llegada al Colegio Militar de La Paz, donde sabría labrarse una reputación de cadete irreverente ante su rechazo al carácter verticalista de la estructura militar, hasta sus encuentros pugilísticos en las noches paceñas, que fueron épicos, ya que su difícil y controvertido carácter siempre era apoyado por la confianza que le tenía a sus puños, Busch fue mucho más. 

Ya como oficial, fue parte de las angustiosas vicisitudes que sufrieron los exploradores nacionales al fundar los fortines de avanzada en el Chaco. 

Se constituyó en un niño terrible en la Guerra del Chaco, donde al mando de un grupo de locos infligía los más duros golpes al Ejército paraguayo, convirtiéndose por las noches en la pesadilla más temida por los centinelas pilas, llegando el enemigo a ofrecer precio por su cabeza. 

La conflagración le abriría las puertas a la política boliviana, en la que tendría que enlodarse en el fango de las traiciones, deponiendo a un presidente en pleno teatro de operaciones del Chaco, y más tarde, ya en tiempos de paz, repetiría la fórmula con otros dos mandatarios, uno de ellos su compadre y amigo David Toro.

Como presidente, sus actos siempre estuvieron guiados por el indiscutible y casi fanático amor que le tuvo a Bolivia. 

Pero el ambiente de Palacio de Gobierno, repleto de maquinaciones y felonías, adormecería en parte al impetuoso soldado, que pagaría derecho de piso a su inexperiencia en las lides políticas. Sin embargo, con el decreto del 7 junio de 1939 daría un heroico salto al vacío, al asumir una solitaria medida histórica que buscaba alcanzar la independencia económica del país, ganándose la animadversión de los poderosos y multimillonarios intereses mineros, a los cuales declaró la guerra frontal. 

Dos meses y medio después, en el apogeo de su vida política y rodeado de misteriosas circunstancias, el Gran Capitán del Chaco amanecía con una bala calibre 32 atravesada en la cabeza. Este oscuro suceso daría pie a una controversia que se mantiene hasta nuestros días.

Un examen a la investigación realizada en 1939 para esclarecer su polémica muerte muestra claramente que la misma estuvo plagada de sospechosas omisiones e irregularidades.

El análisis exhaustivo al informe de necropsia forense, realizado tardíamente a su cadáver, lanza datos fundamentales sobre la distancia del disparo que terminó con la vida del camba Busch. 

Estos reveladores hechos, confirmados por autoridades forenses en la actualidad, apuntalan la tesis del asesinato. 

A casi 79 años de la muerte del Centauro del Chaco, los bolivianos continúan recordando esa corta y acelerada vida que marcó a fuego el nuevo destino que asumiría nuestro país tras su trágico deceso. 

Fue una leyenda en la guerra, se convirtió en un símbolo como presidente y su ejemplo perdura a través del tiempo. 
Su nombre era Germán Busch.