Relatos violentos, entrelazados con historias de amor y música de protesta es lo que ofrece la primera obra de ficción del escritor y pedagogo. Una mirada a una época tormentosa

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19 de mayo de 2018, 4:00 AM
19 de mayo de 2018, 4:00 AM

La sensibilidad de Édgar Lora Gumiel fue derrotada por la necesidad de ser honesto. La primera obra de ficción del escritor comarapeño está embebida de la crudeza de las imágenes que el autor tenía en su mente y que decidió materializar en las palabras que habitan Maldito hippie comunista. Bajo el sello La Mancha, del Grupo Editorial La Hoguera, el libro se presentó el jueves en la Casa Melchor Pinto y ya está disponible en las librerías del país. 

Son seis cuentos los que componen esta publicación. Cada uno se remonta a diversas épocas, pero se centran, especialmente, en los periodos del siglo XX en los que Bolivia estuvo sometida a regímenes dictatoriales. El ‘profe’ Lora asegura que con este libro está pagando una deuda con los jóvenes de su generación, que ofrendaron su vida y arriesgaron su bienestar por combatir ideológica y físicamente a las dictaduras. 

La obra forma parte de un proyecto grande de Lora, algo así como un proyecto de vida, en el que ha dividido su producción en pedagogía, canciones, poesía y literatura de ficción (es autor de textos escolares y ha publicado antologías de diversos escritores, además de componer temas musicales populares y escribir la poesía de la cantata Somos un río libre y de pie). “Tres de los  cuentos se enfocan en la militancia de estudiantes universitarios que protagonizaron la lucha en los años 60 y 70. No he querido  hablar de los gobernantes de la época, sino de esos seres de carne y hueso que aman, que viven y que reaccionan ante el atropello de los poderosos, que se rebelan para contrarrestar la opresión, algo similar a lo que se está viendo actualmente”, afirma Lora. 

En los cuentos hay crudeza y violencia, pero también hay historias de amor para atenuar esos golpes, porque el autor está convencido de que el amor es la herramienta de la paz que transforma la vida y nos redime como seres humanos.

“Como escritor, mi función es mostrar un panorama amplio de lo que se vivió en ese tiempo, dejando a la imaginación del lector la posibilidad de que se haga cómplice del texto, para que comprenda desde su punto de vista quiénes eran los buenos y los malos. No me atrevo a juzgar la historia, dejo que el lector saque sus propias conclusiones”, indica Lora sobre el trabajo. 

“Yo no escribo desde la catarsis, sino desde el convencimiento que tengo de que la palabra transforma, de que la literatura contribuye a mejorar al ser humano. Estoy seguro de su poder de persuadir, de alegrar, de hacer llorar. Es por eso que todos los cuentos de este libro nacen desde la oralidad. He manejado distintas formas de la oralidad para dar vida a los personajes, sus características y sus problemas”, añade el escritor. 
El paisaje que describe Lora en sus páginas está cargado de la tinta de lo real y de lo imaginario. Optó por una historia de ficción ambientada en hechos que ocurrieron y que el tiempo se ha encargado de reflejar de diversas maneras. 

Asimismo, está el testimonio del Édgar Lora, que salió de su natal Comarapa para irse a estudiar a Cochabamba. Es ahí cuando el relato se torna más liviano para hablar de los cambios que experimenta todo el que deja el hogar y que vive el momento de efervescencia de la juventud en la época de las flores y la rebeldía.

Entonces la música no puede faltar. A las zambas y a las rancheras que habitan el oído del joven Lora se suma el rock de los Beatles y Led Zeppelin.

“El primer intento me salió un panfleto, pero luego devino en un  texto que habla de un joven estudiante que se expresa de la forma que le permite su vitalidad. Lo que se logra es que el lector dialogue con el personaje y se convierta en su cómplice. Paradójicamente, la ficción es la nueva pedagogía de la historia”, complementa. 

La narrativa boliviana posdictatorial es muy escasa, es por eso que con este libro el profe Lora llena un vacío y además aprovecha de relatar estos sucesos a las nuevas generaciones, a partir de la visión de alguien que participó activamente de los hechos.

Lora, además, se nutrió de testimonios y material informativo e histórico que obtuvo de varias fuentes. Efectuó un trabajo de escaneo desde el punto de vista periodístico de diversos temas y personajes. También realizó un recuento de la literatura boliviana y la novela latinoamericana. y coleccionó discos de la canción social desde 1968 hasta 1984.

“Yo hubiera preferido sacar un libro sobre temas espirituales, porque esa es mi vocación, pero recordé que la literatura, desde el punto de vista histórico, nos permite recrear un mundo para mejorarlo o tratar de hacerlo más creíble. En este país se ha derramado mucha sangre por la democracia, por lo tanto, no podemos rifarla así nomás”, finaliza.

Maldito hippie comunista es el aporte de Édgar Lora para mantener vital la memoria colectiva.

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